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"Pareces un barril", mesero se burla de mujer de talla grande hasta que ve a su jefe besándola - Historia del día

Georgimar Coronil
20 jul 2022
15:00

Un arrogante mesero humilla a una mujer de talla grande que es cliente del restaurante donde trabaja. Luego se horroriza al ver que su jefe la besa.

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Héctor Fernández tenía un mal día. Por supuesto, la mayoría de los días de Héctor eran malos, pero aun así, se sentía con derecho a desquitarse con alguien, con cualquiera.

Esa tarde, halló al blanco perfecto para descargar su ira. Héctor vio entrar al local a Karla Mendoza, una chica de talla grande. Y las personas de talla grande eran lo peor para Héctor.

Mesero con platos de comida. | Foto: Pexels

Mesero con platos de comida. | Foto: Pexels

El mesero se indignó aún más cuando vio que Karen elegía una mesa en su zona. "¡Ahora tengo que aguantar a esa cerda gorda!", dijo en privado a su compañero camarero.

"Vamos, Héctor", dijo el otro hombre. "¡Tranquilo!" Pero Héctor tomó su bandeja, junto con el menú, y se dirigió a la mesa de Karen. Le entregó la carta con un gesto brusco y se quedó esperando impacientemente mientras ella lo leía.

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"¿Y bien?", preguntó con brusquedad. "¿Qué quieres?".

Karla le sonrió. Era una chica extraordinariamente guapa, con unos ojos y unos hoyuelos preciosos. "Quiero una ensalada de la casa y una hamburguesa a la parrilla, por favor".

Héctor lo anotó. "¿Y?", preguntó. "¿Qué más?".

"Solo eso, gracias", dijo Karla. "Y un refresco de dieta, por favor".

"¿Dieta?", preguntó Héctor con una sonrisa de satisfacción. "¿Es una palabra nueva en tu vocabulario?".

"¿Perdón?", dijo Karla sonrojada.

Mujer sonriendo. | Foto: Pixabay

Mujer sonriendo. | Foto: Pixabay

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"¿A quién quieres engañar?" se burló Héctor. "¿Ensalada, hamburguesa a la parrilla y un refresco de dieta? Así no se llega a rivalizar con Moby Dick".

Los ojos de Karla se llenaron de lágrimas. "Por favor, solo tráeme mi pedido", dijo.

"¡Claro!" dijo Héctor. "¡Luego puedes pedir tu postre en un balde!".

Karla no contestó y Héctor se marchó satisfecho. Entregó su pedido a la cocina y se fue a atender otra de sus mesas.

"¡Hola!", dijo una bonita mujer. "¡Queremos cinco tragos para empezar!", se rio la chica y luego le guiñó un ojo a él y a sus cuatro amigas, igualmente guapas. "¡Estamos sedientas!".

Héctor enderezó los hombros. ¡El mal día estaba tomando forma! ¡La mujer guapa definitivamente estaba coqueteando con él! "¡Ahora mismo!", dijo mientras sonreía y le devolvió el guiño a la chica. "Lo que quieras, lo tienes... ¡Solo llámame!".

Héctor se apresuró a la barra y realizó el pedido de los tragos justo cuando el chef colocó el pedido de Karla en la barra. Héctor se encogió de hombros. "¡Eso puede esperar!".

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Su colega frunció el ceño. "¡Pero se enfriará!", señaló.

Plato de comida. | Foto: Unsplash

Plato de comida. | Foto: Unsplash

"Escucha", exclamó Héctor. "¡Esa gorda se lo comería aunque estuviera helado! Estoy esperando los cócteles".

"Yo lo llevaré", dijo el otro mesero. Llevó el plato de Karla a su mesa y le sirvió mientras Héctor se limitaba a mirar.

"¡Olvidaste su bebida!" dijo el compañero de Héctor mientras volvía de la mesa de Karla. "¡Héctor, estás caminando sobre hielo delgado aquí! Ya sabes lo que piensa el jefe sobre el servicio al cliente".

"¡Como si fuese a enterarse!", respondió Héctor. "Soy su más antiguo y mejor empleado, confía en mí". El otro camarero se marchó negando con la cabeza y Héctor recogió la bandeja de cócteles.

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Sostuvo la bandeja a la altura de sus hombros con una mano, luciéndose frente a la mujer bonita, y entonces algo se estrelló contra él. La bandeja y los tragos salieron volando.

Un diluvio de licor naranja cayó sobre varios clientes y manchó la impoluta chaqueta blanca de Héctor. Entonces se giró y vio a Karla. Ella se sonrojó. "¡Lo siento mucho!", exclamó. "Me agaché para recoger mi servilleta...".

"¡Vaca torpe!", gritó Héctor. "¡No debes moverte sin avisar o provocarás terremotos! Mírate. ¡Eres un accidente a punto de ocurrir! Pareces un barril..." .

Karla se echó a llorar y corrió hacia el baño mientras Héctor la miraba irse con una punzada de satisfacción. Se sentía bien drenar su ira. Se metió de nuevo en el vestuario del personal y sacó una chaqueta nueva de su taquilla.

Mesero con bebidas. | Foto: Unsplash

Mesero con bebidas. | Foto: Unsplash

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Cuando regresó, fue recibido por una visión sorprendente. El Sr. Gilberto, el dueño del restaurante, tenía sus brazos alrededor de Karla y la estaba besando en las mejillas. ¿Conocía a la chica?

De repente, Héctor se dio cuenta de que estaba en un gran problema. Como había señalado su colega, el señor Gilberto insistía en tratar a todos los clientes con el máximo respeto. Esa mujer podría costarle el trabajo.

Era el momento de controlar los daños. Se acercó con valentía a Karla y al Sr. Gilberto y dijo: "¿Está usted bien, señora?".

Karla se giró y vio al mesero que la había humillado e insultado con cara de pocos amigos. "¡No gracias a ti!", dijo amargamente.

"¿Qué quieres decir, Karla?", preguntó el señor Gilberto.

Héctor intervino rápidamente. "Esta señora se tropezó conmigo, señor", explicó. "Derramé una bandeja de bebidas y me temo que perdí la compostura. Lo siento mucho".

"Todo empezó ANTES de que me chocara contigo", dijo Karla. "¡Comenzaste a intimidarme por mi peso cuando pedí mi almuerzo!".

Mujer molesta. | Foto: Unsplash

Mujer molesta. | Foto: Unsplash

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"¿QUÉ?", preguntó enfadado el señor Gilberto. "¡Una cosa es un arrebato de ira y otra discriminar y maltratar a un cliente! ¡Estás despedido!".

"¡NO!" dijo Karla. "Por favor, tío Gilberto. No quiero ser la causa de que alguien pierda su trabajo. La gente tiene prejuicios, lo sé. Creen que si eres gordo debes ser un glotón".

Karla se volvió hacia Héctor. "No soy una glotona. Tengo un trastorno metabólico", dijo. "Lo que me has visto pedir es lo que siempre como. Sin grasas ni azúcares. Si estoy gorda no es mi 'culpa', ¡ni tienes derecho a juzgarme a mí ni a nadie que tenga sobrepeso!".

Héctor bajó la cabeza avergonzado. "Lo siento. Por favor, créame, ¡lo siento de verdad!". Se volvió hacia el Sr. Gilberto y le dijo: "Señor, esto no volverá a ocurrir. Hoy he aprendido una dura lección".

Héctor se convirtió en el más educado y amable de los empleados del Sr. Gilberto, y siempre que Karla venía a comer, se aseguraba de ser él quien la atendiera.

Mesero sonriendo. | Foto: Pexels

Mesero sonriendo. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

No hay que descargar los problemas en los demás: Héctor era un hombre amargado e infeliz, así que tendía a descargar su mal humor con personas que creía que no podían objetar sus malos tratos, como Karen.

No juzgues a la gente. No conoces las circunstancias de sus vidas: Héctor calificó a Karen de glotona porque tenía sobrepeso, sin imaginar que padecía una enfermedad.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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