Adolescente limpia el jardín de una anciana todo el día y después todos los vecinos se reúnen cerca de su casa - Historia del día
Un adolescente decidió usar su tiempo libre para limpiar el jardín de una anciana en lugar de pasar el rato con sus amigos. Al día siguiente, la anciana salió por primera vez de su casa, y sus vecinos se juntaron a su alrededor, emocionados por verla.
Leo y sus amigos vivían todos en la misma calle. Se reunían en la acera todos los días y caminaban hacia el parque, donde pasaban la tarde jugando baloncesto.
Durante el invierno, Leo notó que de todas las casas de la cuadra, había una con un jardín sucio y desordenado que parecía abandonado. Él siempre había sido un fanático del orden, y pasar por esa casa siempre lo incomodaba.
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Un día, después de que toda la nieve se derritió y los árboles comenzaban a florecer justo a tiempo para la primavera, Leo no pudo evitar mirar el desastroso jardín de su vecina. La nieve había estado ocultando el desorden y la suciedad.
“Sigan, muchachos”, dijo Leo a sus amigos mientras caminaban hacia el parque. “Realmente no soporto ver este jardín así”, dijo.
Sus amigos se rieron al escuchar esto. “¿En serio? ¿Vas a dejar de jugar baloncesto para limpiar un jardín que ni siquiera es tuyo?”, preguntó uno de ellos.
“No puedo soportarlo; este patio está tan descuidado que arruina la apariencia de nuestro vecindario. Los alcanzaré más tarde”, insistió Leo.
Ninguno de los amigos de Leo se ofreció a quedarse y ayudar. Entonces, cuando se fueron, Leo rápidamente se puso a trabajar. Fue hasta su casa y llenó una carretilla con las herramientas que necesitaba: un rastrillo, una pala, unas tijeras y muchas bolsas para sacar la basura.
Le tomó toda la tarde limpiar el lugar. Cuando terminó, dudó en tocar el timbre e informar a su vecina. Recordó que no había visto a la señora en mucho tiempo y no quería molestar. Sabía que la anciana vivía allí sola, con un cuidador que la visitaba cada dos días.
A la mañana siguiente, la anciana, Abigail, abrió la puerta con deleite. Había estado observando a Leo limpiar el jardín el día anterior, fascinada. Ella no había salido de su casa en meses. Dependía de su cuidador para sus necesidades básicas y estaba ansiosa por tomar aire fresco.
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Después de sentarse en su silla de ruedas junto al porche delantero durante un par de minutos, sus vecinos comenzaron a fijarse en ella. Caminaron hacia ella para saludarla, y pronto, la multitud creció.
“¡Es maravilloso verte al aire libre, Abigail! ¿Cómo has estado?”, preguntó uno de ellos.
“Estoy tan feliz de estar respirando un poco de aire fresco para variar. No pude salir de casa durante meses debido a la nieve. Era demasiado alta y no podía permitirme contratar a alguien para que me ayudara a limpiar”, admitió Abigail.
“Pero ayer, vi a un joven amable limpiando mi jardín toda la tarde. Quise acercarme a él, pero no tenía comida para ofrecerle”, compartió. “Él es una bendición. ¡No podía creer lo que estaba haciendo cuando lo vi!”.
Los vecinos se miraron entre sí, sintiendo algo de culpa. Se dieron cuenta de que habían estado tan ajenos a los problemas de Abigail que nadie pensó en ayudarla limpiando su jardín.
Tan pronto como Abigail elogió al amable joven que la había ayudado, inmediatamente supieron que era Leo. Decidieron visitar su casa con la anciana, para agradecerle personalmente. Un vecino empujó la silla de ruedas.
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Era la mañana del sábado y Leo todavía estaba dormido. Lo despertó un coro de voces que gritaba su nombre desde afuera. Caminó lentamente hacia su ventana y miró a sus vecinos llamándolo para que bajara.
Leo estaba asustado: ¿qué podría haber hecho algo mal? Trató de recordar si había hecho o no algo para enojar a sus vecinos, pero nada vino a su memoria.
Cuando abrió la puerta de su casa, se sorprendió al ver a sus vecinos con algunos regalos. Le dieron frutas y un pastel enorme.
“¿Por qué me traen estas cosas?”, preguntó, sorprendido.
“Estamos aquí para agradecerte. Gracias por ayudarme a limpiar mi jardín. ¡Eres un enviado del cielo!”, dijo Abigail, estirando la mano para tocar la de Leo.
Otros vecinos le agradecieron por recordarles lo que significaba ser un buen vecino. “Ayudaste a Abigail por iniciativa propia, y a ninguno de nosotros se nos ocurrió. Gracias por recordarnos la importancia de ser buenos vecinos y ayudarnos los unos a los otros”, le dijo uno de ellos.
Leo estaba feliz de haber podido ayudar a Abigail y a sus vecinos. Desde ese día, su calle siempre estuvo limpia y todos los jardines estaban bien cuidados.
Los vecinos declararon todos los domingos el “día del vecino”. Por la tarde, se reunían y llevaban a cabo algún proyecto para toda la comunidad.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- En la comunidad, todos deben ayudarse y apoyarse. A veces, estamos tan ocupados que no vemos los problemas de nuestros vecinos y amigos. Es bueno poner más atención y ser más empáticos, para saber cuándo requieren nuestra ayuda.
- Los ancianos son seres vulnerables, que necesitan de la colaboración de todos. Los ancianos han pasado por muchas cosas y sus cuerpos envejecidos a menudo no pueden hacer lo que solían. Merecen ser protegidos y cuidados.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.