Madre de 3 niños es desalojada y se muda a casa de su difunta abuela: revisa el buzón y se da cuenta de que es rica - Historia del día
Cuando su marido la privó repentinamente a ella y a sus pequeños hijos de un hogar, Christina solo tenía un lugar al que acudir. Pero allí la esperaba una sorpresa del pasado.
Puede que las circunstancias no fueran ideales, pero el día lucía perfecto como para conducir hasta el campo. Era pleno verano, y la carretera que llevaba a un pequeño pueblo vacacional, se desviaba perezosamente a través de campos amarillos, rosas y verdes.
Christina no recordaba muy bien aquel sitio. Pero sí sabía que no había cambiado demasiado.
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"¡Alex, Julia, Fiona, despierten! Esa es la casa".
La vieja casa abandonada estaba en medio de un pequeño claro circular de hierba y flores silvestres rebeldes.
"Esto es solo por unos días, niños", dijo Christina a sus hijos.
Pero los pequeños ya habían corrido a la vivienda. Alex, de 7 años, estaba ocupado ensuciándose la manga de la camisa, mientras limpiaba la capa de polvo de la ventana e intentaba mirar dentro.
Julia, de 5 años, y Fiona, de 3, intentaban recoger pequeñas flores silvestres de los arbustos.
Christina las miró con ojos de disculpa. "Quizá podría haber sido más tolerante con Ernesto. Tal vez mis hijos seguirían viviendo en su casa limpia y confortable. En lugar de aquí, en medio de la nada".
Pero en su corazón, ella sabía que había hecho lo correcto. Nueve años de matrimonio pueden parecer largos, pero eran demasiado cortos para pasar por todos los problemas a los que se había enfrentado.
Cuando se casó con Ernesto, él ya era un exitoso hombre de negocios. Tenía grandes sueños y Christina se enamoró de su pasión y su franqueza. No sabía que Ernesto pondría en juego el negocio y los puestos de trabajo de sus empleados al año de casarse.
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Ella se sintió sorprendida y engañada cuando se enteró de la adicción al juego de Ernesto. Así que tomó medidas cuando él estuvo a punto de perder hasta el último activo de su empresa por sus desenfrenos. No era una mujer de negocios, pero provenía de una familia rica. Así que ofreció su herencia para salvar la compañía.
Poco después de que naciera Julia, Christina se enteró de que su marido había adquirido un nuevo vicio: la bebida. Recordaba cómo las fiestas ruidosas y las conversaciones despertaban a Julia.
Christina se había enfrentado a Ernesto varias veces por sus adicciones, pero él se encogía de hombros diciendo que ella era "hormonal" y "exigente".
Ella pensó que las cosas cambiarían con el nacimiento de su tercer hijo. Ernesto pareció más feliz durante un tiempo, y las fiestas se volvieron menos frecuentes. Sin embargo, pronto descubrió la verdadera razón de este cambio: su marido tenía una aventura.
Esta fue la gota que colmó el vaso. Cuando Christina se enfrentó a Ernesto por la aventura, él ni siquiera se inmutó al confesarlo.
"¿Por qué sigo en este matrimonio si no me quieres? Después de haberte dado tres hijos...", expresó ella.
"Buena pregunta", replicó Ernesto, levantando la voz. "¿Por qué deberías estar en este matrimonio? ¿Por qué deberías estar en esta casa si no te quiero? ¿Sabes qué? Recoge tus cosas y vete".
"¿Cómo puedes decir eso?".
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"Lo digo en serio. Me pides que cambie, pero la verdad es que no puedes vivir sin mi riqueza. Sé que no te queda dinero ni propiedades. Así que vete. Y llévate a tus tres 'hermosos hijos' contigo. Déjame ver cómo sobrevives".
Cuando Ernesto la echó a ella y a los niños, Christina se sintió casi impotente por unos momentos. Tomó lo poco que le quedaba y, sin ningún otro sitio al que ir, se dirigió directamente al único lugar en el que podía alojarse.
La vieja casa de campo familiar, la última parte de la herencia que le dejó su abuela.
Christina recorrió las habitaciones de la vivienda olvidada, plagada de accesorios oxidados y telarañas.
"Esto parece una casa encantada", oyó decir a Alex desde el jardín.
La madre de tres se preguntó si la ventana de la cocina aún abría. Lo hacía. Y de alguna manera, con la apertura de la ventana, toda la casa cambió. Una ráfaga de luz y calor entró en el lugar como si trajera un dulce aire de nostalgia.
Dondequiera que mirara Christina, le venía a la mente un recuerdo distinto con su querida abuela.
Al mirar por la ventana, vio el viejo buzón. Ella y su abuela caminaban a menudo hasta el buzón, utilizándolo como excusa para saludar a los transeúntes y vecinos cada mañana.
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Christina siguió su impulso de acercarse de nuevo al casillero. Por vieja costumbre, introdujo la mano en la ranura. No sabía que ese impulso la llevaría a encontrar la herencia más importante hasta el momento.
Era una vieja llave de hierro, y una marca roja distintiva le recordaba a Christina precisamente para qué servía.
La mujer entró en el dormitorio y apartó la cama de la pared. Ahí estaba, la caja fuerte oculta que nadie conocía.
"Sería divertido encontrar aquí alguna de las viejas cartas de amor o recetas de la abuela", pensó.
Le costó un poco, pero finalmente la puerta de la caja fuerte se abrió. Y Christina no estaba preparada para lo que vio.
La caja fuerte estaba repleta de joyas, adornos de oro, plata y piedras preciosas. Christina se sorprendió mientras sacaba con cuidado una pieza tras otra, como si la caja fuerte fuera un cofre del tesoro.
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Una pieza llamó su atención. Era el colgante que siempre llevaba su abuela. De hecho, esa era la única joya que ella había visto llevar a la anciana. ¿Quién iba a saber que tenía un cofre entero lleno de ellas?
Christina abrió el colgante, esperando una foto de sus abuelos. En cambio, encontró una foto de ella misma en un lado del colgante. En el otro lado, encontró una inscripción que decía: "Para mi dulce Christina. Esto también pasará".
La mujer sintió como si su abuela se hubiera presentado ante ella y le hubiera dicho esas palabras. Eran las palabras más amables y sabias que había escuchado en mucho tiempo.
Respiró profundamente varias veces y buscó a sus hijos. Alex, Julia y Fiona seguían jugando en el jardín. En la clara corriente de luz solar que rebotaba en sus rostros, su futuro empezaba a parecer brillante y feliz después de todo.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Por mucho que ames a tu pareja, debes ser económicamente independiente: Christina regaló la mayor parte de su herencia a su marido. Si no fuera por la última parte de la herencia a la que se aferró, ella y los niños habrían estado en verdaderos problemas.
- No confundas la amabilidad de la gente con la debilidad: Ernesto pensaba que Christina no tenía forma de sobrevivir sin él. Utilizó esto como excusa para no cambiar y dejar sus vicios. Pero en realidad, Christina se las arregló para valerse por sí misma. Solo se había quedado con Ernesto por amor y bondad.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.