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Hombre en el trabajo | Foto: Shutterstock
Hombre en el trabajo | Foto: Shutterstock

Hombre culpa a su papá de su pobreza: tras su muerte, el hijo se ve obligado a asumir el trabajo de su padre - Historia del día

Mayra Pérez
09 ago 2022
09:30

Andy odiaba que su padre no consiguiera un mejor trabajo y los hiciera vivir en la pobreza. Él nunca entendió sus motivaciones hasta años después, cuando volvieron a hablar y supo la verdad. Tuvo que aceptar que siempre había estado equivocado.

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“¡No volveré! Nunca intentaste darme una vida mejor, ¡especialmente después de la muerte de mamá! Podrías haber trabajado en cualquier otro lugar por un mejor salario”.

“Había tantas oportunidades en este pueblo, pero elegiste no hacerlo, ¡y se acabó! ¡Lo haré por mí mismo y nunca dejaré que mis hijos sufran tal destino!”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Esas fueron las últimas palabras que Andy le había gritado a su padre, Miguel Sandoval, cuando salió por la puerta a los 18 años y para nunca regresar.

Durante los siguientes años, Andy comenzó a trabajar y a ganar mucho dinero. Se esforzaba por ahorrar exhaustivamente para mantener a su futura familia. Y lo logró.

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Su esposa, Daria, era la mujer de sus sueños y también tenía una carrera lucrativa. Sus hijos siempre tendrían lo mejor.

Andy no había visto a su padre durante muchos años, a pesar de que Daria le había pedido que se reconciliara con él, para que sus hijos pudieran conocer a su abuelo. Él le dio una explicación, pero su esposa pensó que era una tontería.

“Estoy segura de que hizo lo mejor que pudo con su situación, cariño”, le dijo en un momento. “Quiero que mis hijos tengan un abuelo. No me quedan padres, así que sería bueno si lo tuvieran a él en sus vidas”.

“Daria, no puedo. Dije algunas cosas terribles cuando salí de su casa y no me arrepiento, pero igual estoy muy avergonzado de cómo actué”, respondió Andy.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Su esposa decidió no seguir insistiendo en el asunto por un tiempo. Pero Andy no imaginaba que pronto recibiría un correo electrónico de su padre.

“No puedo creer esto”, dijo, mirando la computadora de su casa en estado de shock, y Daria se paró detrás de él.

“¿De tu papá? ¿Qué dice?”, preguntó, apoyando las manos en el respaldo de su silla.

“Él... se está muriendo”, tragó con dificultad. “Yo... oh Dios mío”.

Las emociones lo abrumaron rápidamente, y su esposa lo abrazó con fuerza, hablando en voz baja. “Esta es tu oportunidad de hacer las paces y hablar con él. Al menos deberías escuchar lo que tiene que decir”.

“Tienes razón. También es mi oportunidad de disculparme. De lo contrario, lo lamentaré por el resto de mi vida”.

Andy se preparó para visitar a su padre, quien no vivía lejos. La noticia de su precaria salud había sido impactante para él, y aún intentaba asimilarla.

“Hijo, estás aquí”, dijo su papá cuando abrió la puerta de su casa.

Andy sintió que su corazón se aceleraba por la incomodidad del momento. Él asintió y sonrió a su padre, quien abrió los brazos para recibirlo.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Aunque su último encuentro fue desgarrador e hiriente, estaba dispuesto a perdonar las palabras de su hijo y solo quería un abrazo. Andy aceptó la oferta rápidamente, devolviéndole el sentimiento con gratitud.

“Lo siento mucho por todo. Era lo que sentía en ese momento, pero ahora que tengo hijos, sé lo difícil que debe haber sido para ti escuchar mis duras palabras”, dijo a su padre, quien le palmeó la espalda.

“Eso ahora no importa, hijo. Eso ya quedó atrás y quiero escuchar todo sobre tu familia. Pero hay algo que quiero explicarte primero”, respondió Miguel, invitando a su hijo a entrar. Se sentaron en el sofá.

“¿No deberías estar acostado? ¿Tienes dolor?”.

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“Hoy me siento bien. Tal vez mi cuerpo sabía que venías y me permitió sentirme mejor”, respondió Miguel. “Antes de que nos pongamos al día, por años estuve pensando en qué decir, o cómo responder a tus últimas palabras. Y no lograba encontrar una manera. Y además, no sabía si querías escucharme. Pero ahora estoy listo”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Dime”, insistió Andy, listo para escuchar por primera vez. Sin duda, los años lo habían hecho madurar porque definitivamente a los 18 no habría escuchado ni una palabra.

“Hijo, solo sabías que mi trabajo no pagaba mucho, pero yo estaba orgulloso de todo lo que hacía. Ahora estoy jubilado, pero solía trabajar para la planta de reciclaje. Sentía que reducir los desechos era algo muy importante. Nuestro mundo se ha estado muriendo durante décadas, pero se hace poco para evitarlo”, reveló Michael, sorprendiendo a su hijo.

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“Estaba convencido de que trabajabas en la construcción”, dijo Andy, muy confundido.

“Lo sé. No quería que tú u otros lo supieran porque trabajar con desechos o basura tiene un estigma tan grande. Pero hacía todo eso por ti, hijo, porque quería que crecieras en un planeta más limpio. Para que tú y tu familia tuvieran un futuro”, continuó Michael.

“Eso es... muy dulce, papá”, continuó Andy, sintiéndose muy culpable por su actitud en ese momento.

“Por supuesto, yo no era un empleado vital para grandes proyectos. No estaba investigando nuevas tecnologías ni buscando mejores soluciones. Pero creía que estaba contribuyendo, que estaba haciendo algo importante con mi vida, aunque nunca pude ganar lo suficiente como para que tú tuvieras mejores oportunidades. Y lo siento mucho”, agregó con los ojos llorosos.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Andy puso su mano sobre el hombro de su padre y negó con la cabeza. “Fui un idiota, papá. Fui tan estúpido e inmaduro. Debí haberme esforzado más. Debí haber ganado becas. Hiciste lo mejor que pudiste y querías un futuro mejor para mí. Eso es todo lo que importa”, dijo. Sus emociones afloraron.

Pronto, su conversación se centró en sus vidas, la familia y algunos planes a futuro. Al final de la visita, Andy sintió que había recuperado a su padre, y que los años alejados se iban borrando.

Miguel pudo conocer al resto de la familia y, unos meses después, falleció. A Andy le costó mucho aceptarlo. Aunque se había ganado el perdón del anciano, se sentía muy triste por todo el tiempo que había desperdiciado enojado con él.

Pronto, renunció a su trabajo bien remunerado y solicitó uno en la planta de reciclaje, listo para continuar la labor de su padre. Al final, esto era lo que importaba: limpiar el planeta y generar menos emisiones de carbono y menos desechos. Era la clave para el futuro, incluso si no pagaba mucho.

El dinero no importaba cuando su familia estaba en juego, y Andy se había dado cuenta de que su padre había tenido la idea correcta todo el tiempo.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Nunca debes juzgar a los demás. Andy rechazó a su padre y cortó el contacto con él por no haber conseguido un mejor trabajo. Años más tarde, supo la verdad y se dio cuenta de que lo había juzgado mal.
  • Reducir los residuos, limpiar y reciclar son claves para el futuro. Desafortunadamente, nuestro planeta está al borde de una emergencia crítica. Las organizaciones mundiales deben tomarse en serio el cambio climático y los problemas de desechos antes de que sea demasiado tarde.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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