Nieto saca a su abuela del hogar de ancianos tras pasar 5 años allí por su nieta - Historia del día
La nieta de Elizabeth la llevó a un hogar de ancianos, tan pronto su hermano se marchó a la universidad. Cuando él se enteró, años después, fue a buscarla de inmediato y le dio el amor y los cuidados que merecía.
Elizabeth crio sola a sus dos nietos después de que sus padres fallecieran accidentalmente. Ella los amaba mucho y les dio todo lo que pudieran necesitar.
En lugar de usar su pensión para sí misma, gastaba cada centavo en sus nietos. Se aseguró de tener suficiente para pagar las cuentas y guardar para su educación.
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Un día, llegó el momento en que su nieto Paco debía marcharse. Lo habían aceptado en una de las mejores universidades del país y estaba listo para mudarse a otra ciudad.
“Te extrañaré mucho, Paco”, lloró su abuela Elizabeth cuando lo llevó al aeropuerto. “Sé que lo harás muy bien”.
“Yo también te extrañaré, abuela. Prometo llamar seguido y trataré de venir a visitarlas”, dijo, abrazándola. “Emma está allí para cuidar de ti por ahora, ¿de acuerdo? Cuídense ustedes dos”.
Una vez que el vuelo de Paco despegó, hubo un silencio ensordecedor en casa. Su alegre nieto ya no estaba allí para agregar vida al lugar, y Emma siempre había sido muy reservada. Prefería no hablar a menos que fuera necesario.
Después de un tiempo, Emma comenzó a mostrar más disgusto hacia su abuela. “Eres tan sofocante”, comentaba cada vez que Elizabeth estaba en la cocina, preparando comidas.
“Siempre huele a comida. ¡Ni siquiera puedo tener mi propio espacio porque el olor me distrae mucho!”.
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“Lo siento, cariño”, dijo la anciana, en un intento por apaciguar a su nieta. “Cocinaré cuando estés en la escuela para que no te moleste el olor”.
Pero luego se comenzó a quejar de que siempre estuviera tejiendo en la sala: “¿Hay algún problema con tu habitación? Siempre estás en la sala de estar. ¡Nunca puedo traer amigos!”.
“Lo siento, cariño”, se disculpó Elizabeth. “Me quedaré en mi habitación para que puedas invitar a tus amigos después de la escuela. No hay problema”.
Emma no sabía o no le importaba que su abuela se sintiera profundamente herida. No solo sentía que su nieta no la valoraba, sino que también se sentía sola porque no tenía con quién hablar.
Lloró hasta quedarse dormida esa noche, deseando que Paco la llamara. Él siempre había sido más cariñoso con ella.
Cada semana, Emma encontraba algo más de lo que quejarse y Elizabeth no podía soportarlo más, por lo que dijo casualmente: “Parece que no me quieres en casa. Me tendré que ir a un hogar de ancianos”.
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Los ojos de Emma se iluminaron tan pronto como escuchó esto. “¡Esa una gran idea, abuela! Creo que te hará sentir más feliz. Te encontraré una buena opción”, dijo, corriendo a su habitación para buscar hogares de ancianos en Internet.
Elizabeth se echó a llorar tan pronto como Emma salió de la sala de estar. “¿Esto realmente está pasando?”, se preguntó a sí misma. “No quiero irme de mi casa", lloró.
Intentó llamar a Paco para informarle lo que estaba sucediendo, pero no se pudo comunicar con él. Más tarde esa noche, Emma entró en su habitación para mostrarle una opción para un hogar de ancianos cercano.
“Mira, abuela. ¡Este hogar de ancianos se ve bien! Está cerca, ¡así que puedo visitarte todos los días!”, dijo emocionada.
El corazón de Elizabeth se hizo añicos al escuchar a Emma hablar tan emocionada sobre su mudanza, pero cedió a la petición de su nieta. “Está bien, cariño”, dijo con tristeza. “Espero tus visitas”.
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Al principio, Elizabeth se sintió conforme en el hogar de ancianos porque era un bonito lugar, y había con quien conversar. Su nieta la visitaba todos los días y pasaba un par de minutos hablando con ella.
Sin embargo, después de cuatro meses, las visitas de Emma comenzaron a ser menos frecuentes hasta que no regresó más. Elizabeth pasaba todos los días sola, encontrando compañía solo a través de sus compañeros mayores y sus cuidadores.
Después de tres años, Elizabeth aprendió a seguir adelante y enterró toda esperanza de reunirse con sus nietos. Asumió que Paco probablemente se había enterado de su situación y no le había importado lo suficiente como para visitarla o llamarla.
“Eligieron olvidarse de mí”, le dijo una vez a su cuidadora. “Supongo que una vez que pudieron obtener todo lo que necesitaban, yo era desechable para ellos”.
A lo largo de esos años en que Elizabeth estuvo viviendo en el hogar de ancianos, Emma comenzó a vivir una vida sin preocupaciones en la casa de su abuela.
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Decidió no seguir en la universidad y consiguió un trabajo de medio tiempo que le permitía disfrutar sin preocupaciones con sus amigos. Siempre iba de fiesta y salía de la ciudad cuando le placía.
Un día, Paco regresó a la ciudad. Fue directo a la casa de su abuela y allí solo vio a Emma. “Te extrañé. ¿Cómo han estado las cosas?”, preguntó tan pronto como entró en la casa.
“¿Qué haces aquí?”, le preguntó Emma a su hermano mayor, sorprendida. “Deberías haberme dicho que vendrías”.
“Quería sorprenderte a ti y a la abuela. ¿Dónde está ella?”, dijo él, caminando hacia la habitación de su abuelita. Se sorprendió al ver que Emma la había convertido en un depósito.
“¡¿Dónde está la abuela?!”, le volvió a preguntar a su hermana.
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Emma se encogió de hombros y le dijo que la había llevado en un asilo. “No podía lidiar con ella sola. Tenía muchas otras cosas que hacer, así que le reservé una habitación en el hogar de ancianos cercano. Ella está bien. Recibo cartas informándome sobre ella”, reveló.
“¡¿Qué?! ¡¿Cómo pudiste hacer eso?! ¡Todos estos años, me dijiste que ustedes dos estaban bien!”. Paco enfrentó enojado a su hermana. “¿Cómo pudiste mentirme de esa manera? No hemos terminado con esta conversación”, dijo.
Salió dando un portazo y se dirigió directamente al hogar de ancianos. Tan pronto como llegó allí, le dijo a la recepcionista que estaba buscando a una señora llamada Elizabeth.
No sabía que su abuela estaba sentada a un par de metros de él y había escuchado su voz.
“¡Paco! ¡Estoy aquí!”, dijo ella, con voz temblorosa por la sorpresa. Al ver a su abuela, Paco se echó a llorar y la abrazó con fuerza.
“Abuela, siento mucho que me haya tomado tanto tiempo volver a casa. No sabía que estabas en un hogar de ancianos. No puedo creer que Emma te haya hecho esto. Lo siento mucho”, sollozó.
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“Está bien, cariño”, dijo Elizabeth, tratando de consolar a su nieto. “Te extrañé y nunca quise irme de casa, pero he disfrutado mi tiempo aquí. Hice nuevos amigos”, le aseguró.
“Aun así, abuela. Después de todo lo que has hecho por nosotros, debemos ser nosotros los que te cuidemos ahora”, le dijo Paco. “Te prometo que voy a hacer las cosas bien”, le dijo.
Ese día, regresaron juntos a casa. Paco recuperó la habitación de Elizabeth y arregló la casa como la recordaba antes de haberse ido a la universidad.
También le advirtió a su hermana que debía encarrilar su vida, o tomaría acciones radicales. Emma accedió y se disculpó por haber tomado malas decisiones, influenciada por sus amigos.
Cuando Elizabeth falleció, su abogado reveló que le había dejado toda su herencia a Paco. Le pidió que le diera a Emma una parte justa una vez que enderezara su vida.
Eventualmente, Emma culminó sus estudios y encauzó su vida en forma provechosa. Los hermanos lograron tener carreras exitosas y se mantuvieron unidos por siempre.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca olvides a quienes te criaron: Elizabeth crio a sus nietos, pero Emma la envió a un hogar de ancianos. Al final, Paco se aseguró de hacer las cosas bien y cuidó a su abuela hasta el final de sus días. Así le enseñó una lección a su hermana menor.
- Asociarse con el grupo equivocado de amigos podría arruinar tu vida: Emma pasó un par de años influenciada por sus compañeros. Esto hizo que ella tirara por la borda su educación y fuera por el mal camino. Por suerte, escuchó a su hermano y pudo arreglar su vida.
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