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Niño lavando platos. | Foto: Flickr/Marco Verc (CC BY 2.0)
Niño lavando platos. | Foto: Flickr/Marco Verc (CC BY 2.0)

Niño cumple con la lista de tareas de su madre mientras ella trabaja: al otro día ella lo lleva a vivir con la abuela - Historia del día

Un día, un niño encontró la lista de cosas por hacer de su madre y se sintió mal al leerla, pues apenas tenía tiempo para sí misma. Al día siguiente, el chico decidió mudarse con su abuela por un par de días, para sorpresa de su mamá.

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Daniel era un niño de 10 años que disfrutaba estar al aire libre. Le gustaban los parques y los senderos naturales y estaba ahorrando para comprar una bicicleta que pudiera usar en sus muchas aventuras.

Un día después de la escuela, el chico revisó el refrigerador en busca de sobrantes de comida. Se le abría el apetito tras pasar la tarde jugando con sus amigos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Notó que la lista de cosas por hacer de su mamá, Linda, estaba pegada a la puerta del refrigerador. “Preparar la cena, lavar los platos, cortar el césped, regar las plantas, lavar la ropa, aspirar la casa”, leyó Daniel en la lista.

Cuando la leyó toda, se dio cuenta de que su madre se iría a la cama a la una de la mañana si tenía que hacer todo eso.

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Luego se despertaría a las cinco de la madrugada para preparar el desayuno para ambos antes de que él se fuera a la escuela y ella a su trabajo.

“Ay, mamá”, suspiró el niño. Estaba triste porque su madre tenía que esforzarse mucho porque lo estaba criando como mamá soltera. Sin dudarlo, terminó rápidamente su comida y decidió ayudar con las tareas de la lista antes de que su madre llegara a casa.

El chico cortó el césped, regó las plantas, pasó la aspiradora por la casa y lavó la ropa en una hora. Luego fue a la habitación de su madre para poner su ropa doblada en el armario. Entonces vio un cuaderno escondido allí.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Curioso, Daniel lo abrió y leyó lo que parecía ser la lista de deseos de su madre. Su principal objetivo era “ir sola a una playa de arena blanca”. El chico sonrió. Sabía que a su mamá le encantaba ir a la playa.

Él cerró el cuaderno y rápidamente colocó la ropa dentro del armario antes de bajar las escaleras para poner la mesa y calentar la comida que estaba en el refrigerador para la cena.

Cuando terminó con todas las tareas, abrió su computadora portátil y comenzó a trabajar en un plan que tenía en mente.

Cuando Linda llegó a casa, Daniel estaba sentado a la mesa, con una sonrisa de oreja a oreja. "¡Cariño! ¿Preparaste la cena hoy? Vi que cortaron el césped y regaron las plantas. ¿Tú hiciste todo eso?", preguntó su mamá, sorprendida.

"¡Lo hice, mamá! También terminé de lavar la ropa y aspiré el piso. Vi tu lista de cosas por hacer y quería ayudarte", reveló el niño.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Ay, cariño. ¡Eres un ángel! ¡Me vas a hacer llorar!”, dijo Linda, dándole a su hijo un fuerte abrazo.

“Es lo menos que puedo hacer, mamá. Trabajas muy duro”, dijo él mientras se abrazaban. “Vamos, cenemos. Tus espaguetis y albóndigas están deliciosos”.

El chico sonrió mientras vertía un poco de pasta en el plato de su madre. No la había visto sonreír así en mucho tiempo, y eso reconfortaba su corazón. Pasaron todo el rato hablando entre ellos, compartiendo sobre sus días.

“No te preocupes por los platos, mamá. Yo los lavaré”, dijo Daniel, llevándolos al fregadero. “Antes de que se me olvide, también te compré algo”, dijo, entregándole a su madre un sobre.

“¿Qué es esto?”, preguntó Linda, abriéndolo con cuidado. Desdobló dos hojas de papel y notó que eran un boleto electrónico y una reserva de hotel para el día siguiente.

“¿Daniel? ¿Qué es esto?”, le preguntó ella de nuevo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Trabajas muy duro, mamá. Quería invitarte a algo que te mereces. Te reservé un vuelo al Caribe y una estadía de 3 noches en un hotel frente a la playa”, explicó Daniel con orgullo. “¡Te vas mañana!”.

Linda se quedó sin habla mientras miraba los papeles en estado de shock. “¿Cómo pudiste pagar esto?”, le preguntó ella.

“He estado ahorrando todo el dinero que he estado recibiendo en Navidad, mis cumpleaños y otras festividades. A veces, no uso la mesada que me das. Quería comprar una bicicleta, pero esto es mucho más importante”, dijo emocionado.

“¡Estoy muy feliz de poder darte este regalo!”.

La mujer no pudo evitar llorar. “Pero Daniel, se suponía que ese dinero era para ti. ¿Por qué lo gastaste en mí?”, dijo ella, con lágrimas cayendo de sus ojos. “Además, no puedo dejarte aquí solo. Podríamos habernos ido juntos”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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El niño negó con la cabeza. “No te preocupes, mamá. Lo tengo todo fríamente calculado. Ya llamé a la abuela para decirle que me quedaré en su casa por tres noches. Está muy emocionada de recibirme”, sonrió.

Linda abrazó a su hijo y le agradeció por su considerado regalo.

“No puedo creer que hayas hecho todo esto por mí. Este es el mejor día de mi vida. Gracias, cariño”.

Temprano a la mañana siguiente, Linda llevó a Daniel a la casa de su mamá antes de partir para su viaje. El niño y su abuela le desearon lo mejor y le dijeron que se divirtiera.

Ella pasó todo el fin de semana tomando el sol, recibiendo masajes, nadando en las aguas cristalinas y leyendo libros en la orilla.

Nunca se había sentido tan relajada y ansiaba regresar a casa sintiéndose renovada y recargada después de una escapada de fin de semana tan grandiosa.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Cuando terminó su viaje, le pidió a su mamá que llevara a su hijo a casa, pues ella debía ir a un lugar antes de irse a su vivienda. Cuando finalmente llegó, Daniel la estaba esperando en el porche delantero y la saludó con entusiasmo.

“¡Hola mamá!”, saludó él. “¿Cómo estuvo tu viaje?”.

“¡Fue increíble!”, le dijo Linda. “Por supuesto, hubiera sido perfecto si hubieras estado conmigo”.

Extasiada, le contó a su hijo todo lo que hizo. Luego ella le pidió que se dirigiera al garaje para darle una sorpresa. Allí vio la bicicleta que siempre había soñado tener.

“¡Eres la mejor mamá de todas!”, gritó Daniel, abrazándola. “No, hijo. ¡Tengo suerte de ser la mamá del mejor hijo del mundo!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Nunca des por sentado el arduo trabajo que tus padres han hecho por ti: Daniel no se había dado cuenta de lo mucho que trabajaba su madre hasta que vio su extensa lista de quehaceres. Esto le hizo darse cuenta de lo bendecido que era por tener una mamá tan cariñosa que hacía todo lo posible para que él viviera cómodamente.
  • Siempre que puedas, ayuda en casa: Daniel pasaba todas las tardes con sus amigos antes de descubrir la lista de cosas por hacer de su madre. Eventualmente, decidió ayudarla para aligerar su carga haciendo las tareas del hogar. Así, ella podría tener más tiempo para descansar después de llegar a casa del trabajo.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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