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Supermercado | Foto: Shutterstock
Supermercado | Foto: Shutterstock

Niño solitario se ofrece a llevar víveres de anciana: le pide que sea su abuela en Navidad - Historia del día

Susana Nunez
29 dic 2021
03:15

Un niño solitario enternece el corazón de una mujer mayor cuando lleva sus comestibles a casa y le pide que sea su abuela.

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Eduardo trató de tomar los espaguetis con el tenedor, pero estaban todos pegados. "Mami", dijo con un dejo de tristeza, "eres una gran madre, pero no eres muy buena cocinera".

Su mamá, Diana, esbozó una sonrisa. "No, me temo que no, Edu", admitió. El niño suspiró. "La abuela de Pedro es una gran cocinera, ¿sabes? Ojalá yo tuviera una abuela..."

Niño triste sentado en una silla. | Foto: Unsplash

Niño triste sentado en una silla. | Foto: Unsplash

Diana respiró profundo. "Yo también quiero que tengas una, Edu". Y fue entonces cuando Eduardo tuvo la idea más brillante de su vida. ¡Iba a conseguir una abuela de verdad para Navidad!

Al día siguiente, Edu se dirigió al lugar donde con seguridad habría señoras mayores: el abasto del Sr. Alfredo. El sitio tenía un gran eslogan pintado en la puerta que decía: "Tenemos todo lo que necesitas".

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Eduardo entró y se acercó al mismísimo Sr. Alfredo. Ellos se conocían desde hacía exactamente ocho años, la edad de Eduardo, por lo que tenían una buena relación.

"Sr. Alfredo", dijo Edu. "¿Tiene abuelas?".

"Tuve dos hace mucho tiempo”, respondió el Sr. Alfredo con algo de nostalgia.

"Quiero decir en el supermercado", explicó Eddie. "O sea, a la venta".

"¡Ah, caramba!", dijo el Sr. Alfredo. "Si miras a tu alrededor, verás que tengo una amplia selección de abuelas en la tienda". Edu vio a varias señoras empujando sus carritos y suspiró.

"Sí... Se ven muy bien", dijo cortésmente. "La pregunta es ¿cuánto cuesta una buena abuela que sepa cocinar? No tengo mucho dinero”.

Puestos de verduras en una tienda | Foto: Pexels

Puestos de verduras en una tienda | Foto: Pexels

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"Bueno", dijo el Sr. Alfredo. "Esa es una negociación directa entre la abuela y el cliente, pero generalmente se les paga con abrazos, besos y algunas tareas domésticas".

"¿Abrazos y besos?". preguntó Edu. No le gustaba mucho esa idea. ¡Algunas de esas abuelas se veían algo malhumoradas!

"Lo pensaré, Sr. Alfredo", dijo el niño y comenzó a deambular por los pasillos, mirando a las abuelas.

¡Entonces vio a la indicada! Ni demasiado mayor, ni demasiado joven. Sostenía una botella de salsa de tomate, lo que claramente indicaba que sabía cocinar espaguetis. Eduardo respiró hondo y dio un paso adelante. "Hola", dijo cortésmente. "¿Eres abuela?".

La señora miró al niño y sonrió. Tenía una hermosa sonrisa. "No, por el momento no", respondió ella.

"Bueno, ¿te gustaría serlo?", preguntó Edu. "Porque estoy buscando una abuela, una que pueda cocinar, hornear y hacer cosas de abuela".

"Eso suena muy interesante", dijo la señora Dorotea, quien en los últimos años se había sentido muy sola. "¿Cuál es la recompensa por ser tu abuela? ¿Qué me ofreces?".

"Puedo hacer algunos quehaceres por ti", dijo Edu. "Como llevar tus compras a casa y.. ¿tal vez una o dos veces por semana te doy un beso y un abrazo?".

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Comestibles. | Foto: Unsplash

Comestibles. | Foto: Unsplash

Dorotea se rio. "¡Bueno, esa es una gran oferta! ¿Cómo podría resistirme?". Así que estrechó la mano del niño para sellar el trato, y él se ofreció a llevarle las compras a casa. Al final resultó que la señora se acababa de mudar al edificio de Edu, por lo que todo era muy conveniente.

Caminaron a casa charlando como viejos amigos, pero cuando llegaron al edificio, encontraron a Diana hablando enojada por teléfono. "No puedo conseguir una niñera para esta noche, señor Mendoza", dijo. "¡Y no dejaré a mi hijo solo, así que tendrá que despedirme!".

Diana colgó, rompió a llorar y Edu corrió hacia ella. "Mamá, ¿qué pasa?". Diana le explicó que un cliente necesitaba que se hiciera un inventario antes de Navidad y por eso su jefe quería que trabajara toda la noche.

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Fue entonces cuando Dorotea dio un paso al frente. "Hola", dijo. "Eduardo y yo acabamos de concluir un trato comercial y creo que ahora soy su abuela, así que podría cuidarlo esta noche".

Diana estaba confundida, pero después de escuchar toda la historia, aceptó que Dorotea lo cuidara mientras ella iba a trabajar. Eduardo tuvo una de las mejores noches de su vida. Su nueva abuela hizo galletas y le contó historias increíbles. También intercambiaron abrazos cariñosos.

Entonces Dorotea, Edu y Diana decidieron pasar juntos la Nochebuena. Ya habían terminado de cenar cuando de repente sonó el timbre. El niño gritó: "¡Es Santa! ¡Llegó temprano!".

Mujer mayor secando a un niño con una toalla. | Foto: Pexels

Mujer mayor secando a un niño con una toalla. | Foto: Pexels

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Corrió hacia la puerta y la abrió, pero no era Santa. Era una mujer alta y delgada que vestía ropa cara y demasiado lápiz labial. "Hola, Eduardo", dijo. "Soy tu abuela".

Edu la miró y negó con la cabeza. "No, no es cierto. No horneas galletas para mí, no juegas conmigo y no me cuentas historias", dijo y señaló a Dorotea. "Esa es mi abuela".

La mujer se veía muy enojada. "Diana", dijo. "¡Será mejor que vuelvas a casa porque tu hijo ni siquiera sabe qué es la familia!".

Diana miró a la mujer a los ojos y dijo: "Hace nueve años temías que una hija embarazada y soltera dañara tu reputación, nunca te preocupaste por nosotros”.

"Mi hijo sabe exactamente qué es la familia. La familia son las personas que nos aman y nos aceptan, así que puedes ir a casa y consolarte con tus millones".

La señora estaba muy molesta y justo cuando iba a decir algo, Diana le cerró la puerta en la cara. Los tres amigos volvieron a la mesa y planearon cómo pasarían el día de Navidad juntos, en familia.

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Mujer mayor y niño celebran la Navidad. | Foto: Pexels

Mujer mayor y niño celebran la Navidad. | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La familia son las personas a las que amas y que te aman incondicionalmente. Desafortunadamente, la madre de Diana no la había apoyado, por lo que tuvo que criar a Eduardo sin ningún tipo de ayuda, hasta que conoció a Dorotea.
  • La biología no hace a una familia, lo que hace a una familia es el amor, el apoyo y la aceptación. Dorotea, Diana y Edu se brindaron el apoyo y la compañía que necesitaban.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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