Papá pobre camina kilómetros para presentarle a su bebé a su abuela discapacitada: halla la casa vacía - Historia del día
Un padre pobre camina kilómetros para presentarle a su hijo recién nacido a su madre discapacitada. Pero cuando llega a su casa, la encuentra vacía. Había un cartel que decía “¡VENDIDA!”.
Pedro suspiraba con frustración mientras miraba a su alrededor en busca de un aventón gratis hasta que se rindió y se hundió en la acera.
El clima ese día era más caluroso de lo habitual, y después de caminar durante un día con descansos limitados, se dio cuenta de que viajar a pie no había sido una buena idea.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Pedro y su esposa, Wendy, habían tenido a su primer hijo, Leo, tres meses antes. Durante ese tiempo, ella había dejado su trabajo y decidió concentrarse en la maternidad.
Debido a esto, el hombre era el único que mantenía económicamente a su familia. Su salario como empleado de una tienda de comestibles no era mucho y la mayor parte de sus ahorros se habían agotado con las facturas del hospital.
Por eso Pedro optó por caminar hasta su destino y ahorrar en el transporte público. Su mamá, la Sra. Jiménez, estaba muy ansiosa por ver a su nieto, pero como estaba en silla de ruedas, no podía viajar desde su ciudad hasta la casa de su hijo.
Después de pensarlo un poco, Pedro decidió caminar hasta su casa porque no quería gastar innecesariamente viajando en autobús. Llevó todos los suministros y elementos esenciales para que Leo tuviera un viaje cómodo. Sin embargo, las cosas no eran tan fáciles...
“¡Podría llevarte días, cariño!”, le había advertido Wendy. “Podemos esperar un poco más y quizás visitar a tu madre más adelante”.
Pero Pedro no estaba de acuerdo. “Ha estado esperando este día desde hace tiempo. No puedo quitarle esa felicidad. Tengo que visitarla. ¡No te preocupes, vamos a estar bien!”.
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Pero ahora, mientras estaba sentado en la calurosa acera con su bebé durmiendo plácidamente en su cochecito, el padre estaba arrepentido de su decisión. Estaba debatiendo si debería regresarse a casa cuando, afortunadamente, un automóvil se detuvo frente a él.
“¿Puedo ayudarte?”, preguntó el conductor tras bajar la ventanilla de su auto. En ese momento Pedro se puso muy feliz.
“¡Sí! ¡Por favor! Iré a visitar a mi madre, pero…”, vaciló. “Eh... sé que esto puede parecer una locura, pero había planeado caminar hasta su casa para ahorrar en el transporte. Mi esposa y yo acabamos de tener un bebé. Estos momentos son muy difíciles para la gente pobre como yo”.
El conductor levantó una ceja. “¡Es una idea muy loca para ahorrar dinero! Pero comprendo la situación. ¿Dónde dijiste que estaba la casa de tu madre?”.
Pedro le dijo la dirección y el hombre asintió. “¡Muy bien! ¡Sube! Normalmente, no le ofrecería un aventón a un extraño, pero hace un poco de calor y es malo para el bebé”.
“Además, déjame decirte de antemano que no podré llevarte completamente hasta tu destino. Tendré que tomar una ruta diferente después del cruce principal antes de la ciudad, ¿de acuerdo?”.
“¡No hay problema, todavía es una gran ayuda!”, dijo Pedro agradecido. “¡Muchas gracias!”.
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Cuando el amable conductor lo dejó en el cruce principal, ya estaba oscureciendo. Leo había comenzado a llorar y era hora de alimentarlo, por lo que Pedro se detuvo frente a una tienda y lo alimentó antes de continuar su viaje.
“Un par de horas más y finalmente estaré en casa de mamá”, pensó. Pero el pobre padre estaba tan exhausto que sus piernas cedieron solo una hora después de caminar. No pudo obligarse a continuar y se desmayó en un parque.
Cuando se despertó, el sol brillaba intensamente y Leo estaba profundamente dormido. Miró su reloj de pulsera y calculó que, si reanudaba su caminata, llegaría a la casa de su madre al mediodía.
Emocionado por sorprenderla, Pedro reanudó su viaje hasta que Leo comenzó a llorar nuevamente. Tuvieron que detenerse para que su padre pudiera cambiarle los pañales y alimentarlo nuevamente.
Luego continuaron su viaje. Llegaron a la casa de su madre por la tarde. Pedro se apresuró al porche delantero y tocó el timbre con deleite. Esperó unos minutos, pero no hubo respuesta. Tocó el timbre una vez más. Nada.
“¡Mamá!”, gritó finalmente mientras golpeaba fuertemente la puerta. “¡Por favor abre la puerta! ¡Soy yo, Pedro!”. Pero no hubo respuesta.
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Preguntándose si algo andaba mal, Pedro llamó a su mamá, pero ella no contestó. Preocupado, estaba a punto de llamar a la policía cuando le llamó la atención un cartel en el patio que decía “¡VENDIDA!”. En la emoción de sorprenderla, no lo vio cuando llegó.
“¿Vendió la casa? ¿Cuándo? ¿Y por qué?”, el hombre estaba pensando, confundido, cuando escuchó a la vecina de su mamá, la Sra. Farías, llamándolo.
“¿Qué haces aquí, Pedro? ¡Esa casa está vacía!”.
“¿Vacía? ¿Qué quiere decir?”.
El hombre se acercó a la señora y le contó por qué había venido a visitar a su madre. Fue entonces cuando ella reveló que la Sra. Jiménez deseaba desesperadamente conocer a Leo y por eso vendió su casa y se mudó el día anterior.
“Mi hijo la acompañó para ayudarla a mudarse a una nueva casa cerca de tu domicilio. ¡Él fue quien encontró un comprador tan rápido!”, se jactó la señora mayor. “Probablemente no te lo dijo porque quería sorprenderte...”.
“¡Dios mío! ¡Así que caminé kilómetros por nada!”, dijo riendo nerviosamente. La Sra. Farías tuvo la amabilidad de darle a Pedro algo de dinero para que se fuera a casa en un autobús. Él no quería aceptarlo, pero ella insistió, así que cedió.
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Mientras se dirigía a su casa, Wendy lo llamó. “¡Pedro!”, dijo. “No lo vas a creer, pero tu mamá... ¡se mudó a una nueva casa a un par de cuadras de la nuestra!”.
El hombre se rio. “Lo sé, Wendy. ¡Estoy de camino a casa! ¡Ojalá le hubiera dicho a mamá que iba a visitarla! Pero está bien, supongo. ¡Recordaré esta historia toda mi vida!”.
“¡Te dije que esperaras! ¡Ella está aquí! Dijo que la llamaste, pero no quería decírtelo. ¡Quería sorprenderte! Por cierto, la vecina de tu mamá tiene un hijo muy amable”.
Esa noche, cuando Pedro finalmente se reunió con su familia, la pasaron muy bien juntos. No podían dejar de reírse de cómo sus sorpresas tomaron un giro diferente. Pero al final del día, estaban todos juntos, y eso era lo que importaba.
Además, el hombre y su madre estaban contentos de que ahora vivieran cerca el uno del otro. La anciana los ayudaba a él y a Wendy a cuidar a Leo, por lo que la madre pudo volver a trabajar y sus finanzas mejoraron.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Algunos hijos se esfuerzan mucho por sus padres, al igual que algunos padres lo hacen por sus hijos. Para asegurarse de que el sueño de su madre de conocer a su nieto se hiciera realidad, Pedro viajó a pie hasta su casa en otra ciudad.
- Los hombres que se esfuerzan necesitan ser más apreciados. Pedro era un hijo cariñoso, un esposo amoroso y un padre maravilloso. Los hombres como él necesitan ser más apreciados por lo que hacen todos los días, y merecen todo el aprecio.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.