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Mujer mirando por la ventana de una casa | Foto: Getty Images
Mujer mirando por la ventana de una casa | Foto: Getty Images

Niño ve que una anciana lo llama desde la ventana pidiéndole ayuda e inmediatamente corre a su casa - Historia del día

Georgimar Coronil
13 sept 2022
06:00

Un niño que miraba a diario por la ventana se dio cuenta de que una mujer mayor hacía lo mismo todo el tiempo. Un día, estaba fuera y la oyó llamarlo por su nombre mientras se sujetaba el pecho. Cuando llegó una ambulancia, los vecinos se reunieron y la madre de Daniel estaba allí con una expresión de sorpresa. Fue entonces cuando se descubrió algo impactante.

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Las hojas de los árboles se balanceaban lentamente con la brisa, pero no había nada más que Daniel pudiera mirar durante una aburrida tarde. "Ojalá tuviera amigos", expresó.

El chico se quedaba solo en casa porque su madre, Ana, tenía que trabajar. El padre de Daniel se había marchado cuando él era solo un bebé, y no tenían a nadie más en el mundo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

El niño se preguntaba a menudo cómo sería tener una familia numerosa. También anhelaba tener algunos amigos, pero la mayoría de sus vecinos eran personas mayores, y apenas había chicos en su calle.

Tenía algunos compañeros en el colegio, pero nunca los veía fuera de clase. Cuando llegaba a casa, se comía un bocadillo, terminaba los deberes y se pasaba el resto de la tarde observando a la gente de fuera.

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Un día, se fijó en una vecina mayor que estaba sentada y miraba por su propia ventana. Ese día le sonrió y ella le devolvió la sonrisa. Pero esa fue la única interacción que tuvo con alguien.

Una tarde, Daniel decidió salir de la casa. "¡Voy a dar un paseo en bicicleta!", comentó. No debía salir, pero estaba cansado y quería hacer algo al aire libre.

Tal vez podría ir en bicicleta al parque, conocer a algunos niños, pasar el rato y volver antes de que su madre llegara del trabajo. Ese era su plan.

Después de ponerse los zapatos, se apresuró a salir y cogió su bicicleta, que normalmente estaba guardada en el garaje. Se subió a ella y empezó a pedalear hacia la calle cuando algo lo detuvo.

"¡Daniel!", escuchó que alguien lo llamaba.

“¡Oh, no! ¡Me han descubierto!”, pensó. Se estremeció y miró a su alrededor. Pero su madre no estaba por ningún lado.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"¡Daniel!", el llamado llegó de nuevo. Esta vez, la persona sonaba desesperada. Algo iba mal. Miró rápidamente a su alrededor y sus ojos se posaron en la vecina mayor que estaba sentada junto a su ventana. Ya no estaba leyendo. Agitaba una mano por la ventana. Pero su expresión era extraña y lo asustó.

"¡DANIEL! Ayúdame", volvió a llamar, y él se preguntó cómo sabía su nombre y qué estaba pasando.

De repente, la damas se llevó su otra mano al pecho y desapareció de la vista del chico. Daniel se bajó de la bicicleta y corrió hacia la casa de la señora.

Por suerte, la puerta de la casa estaba abierta y él entró rápidamente. La encontró derrumbada en el suelo con una mano en el pecho. "¡Señora! ¿Está usted bien?", le preguntó al llegar a su lado y arrodillarse.

"Daniel", dijo ella y finalmente perdió el conocimiento.

Daniel no tenía ni idea de qué hacer. Su madre le había hablado de llamar al 911 durante una emergencia, y había un teléfono en su mesita de noche. Marcó lo más rápido posible, diciendo a la operadora que creía que su vecina estaba sufriendo un ataque.

El tiempo parecía pasar más lento que nunca, pero el sonido repetitivo de una ambulancia llegó a sus oídos, y salió para guiar a los paramédicos hacia la mujer mayor.

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Cuando la colocaron en una camilla y la sacaron al exterior, ya se habían reunido algunos vecinos, entre ellos su madre. "¡Daniel! ¿Qué haces aquí?", preguntó ella mientras el chico corría a sus brazos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Estaba fuera porque quería dar una vuelta en bicicleta por la calle cuando la señora me pidió ayuda. Llamé al 911 tal y como me dijiste", explicó Daniel.

Ana le acarició la cabeza y le aseguró que había hecho lo correcto. Daniel vio que la mujer mayor había recuperado la conciencia y los miraba directamente. "Mamá, ¿qué pasa?", preguntó preocupado.

"Yo...", tartamudeó ella. "Creo que tenemos que ir al hospital".

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***

Llegaron a la recepción del hospital, donde Ana preguntó por la anciana que acababa de entrar. "Oh, sí. Los paramédicos no pudieron saber su nombre. ¿La conoce?", le preguntaron a la mamá de Daniel.

"Sí, es mi..." Ana se detuvo y miró fijamente a su hijo durante un segundo antes de responder: "Madre".

Daniel se quedó boquiabierto cuando Ana les dio el nombre completo de la mujer mayor y toda la información que conocía. La recepcionista les informó de que la habían llevado al quirófano y de que el médico les daría una actualización más tarde.

"¿Mamá? ¿Esa mujer es mi abuela?", preguntó sorprendido mientras se alejaban de la recepción. Ana lo guió hacia la sala de espera con una mano en el hombro.

"Sí, lo es... pero es una larga historia", dijo su madre.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Ana reveló la historia de cómo se había enamorado del padre de Daniel, pero no funcionó. Su madre nunca aprobó la relación. Odiaba al hombre. Pero Ana se escapó con él, quedó embarazada y fue abandonada después.

"Debería haber vuelto a casa de mi madre, pero era demasiado orgullosa. Y bueno, eso es todo. Siento mucho no habértelo dicho antes", comentó Ana.

"¿Pero sabías que ella vivía justo en frente de nuestra casa?", preguntó Daniel.

"¡No! No tenía ni idea", respondió Ana.

"Ella me llamó por mi nombre. Ella sabía mi nombre", añadió Daniel. "Tal vez se mudó allí para vigilarnos".

"Pero nunca la vi", refutó Ana. "Podrías tener razón, hijo", agregó.

Unas horas más tarde, el médico acudió a ellos y les dijo que la madre de Ana había superado la operación. Podrían visitarla en unos minutos.

"¿Cómo se llama la abuela?", preguntó Daniel.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Viviana", contestó Ana.

Daniel sonrió. "Viviana", repitió, asintiendo con la cabeza. "Vamos a ver cómo está la abuela, entonces".

Viviana estaba bien, y su conversación se convirtió en lágrimas, disculpas y promesas de hacerlo mejor en el futuro. Daniel se alegró de conocer a otro miembro de la familia. Finalmente, Ana le preguntó por qué no le había dicho que vivía cerca de ella.

Viviana le explicó que solo quería estar allí para ellos. Se escondía de Ana para que no descubriera que estaba cerca. Pero siempre estuvo pendiente de Daniel.

"Una madre nunca abandona a su familia. Pase lo que pase, aunque debería haber intentado acercarme antes", les dijo. Y esa era toda la explicación que necesitaban.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Que siempre hay que enseñar a los hijos lo que hay que hacer en caso de una emergencia: Daniel supo llamar al 911 y ayudó a su vecina, que resultó ser su abuela. Algunos padres se olvidan de enseñar a sus hijos este sencillo paso que podría salvar vidas.
  • Intenta hacer las paces con tu familia antes de que sea demasiado tarde: Ana y Viviana deberían haber hecho las paces en algún momento. Pero ambas dejaron que el orgullo se interpusiera en su camino, y fue necesaria una emergencia para reunirlas. Por suerte, todos están bien, pero podría ser demasiado tarde para otros.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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