Anciana divide herencia entre dos hijos: el consentido recibe 1 centavo mientras que el rebelde obtiene $2 millones - Historia del día
Una mujer mayor se enfermó y pudo descubrir cómo eran en realidad sus hijos. Decidió que su cuantiosa herencia no se dividiría en partes iguales entre ellos, premiando así al que tenía con verdaderos valores.
“Créeme. Nunca esperé que esto sucediera, y va a ser incómodo para los dos, pero tiene que hacerse. Entonces, terminemos con esto y sigamos adelante”, le dijo Oliver a su madre.
Patricia no quería levantarse de la cama. Su hijo estaba en su dormitorio para ayudarla en algo que ella nunca imaginó que necesitaría. Él tenía que cambiarle el pañal.
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Las manos de Oliver estaban en su cintura, y la mirada severa en sus ojos la hizo levantarse. Por su avanzada edad, ella no podía llegar al baño; su movilidad estaba reducida.
Por eso había comenzado a usar pañales y rápidamente se dio cuenta de que uno de sus hijos tendría que cambiarlos o contratar a alguien que lo hiciera.
En un principio, Patricia pensó que esa tarea la haría su hijo mayor, Brian, quien todavía vivía con ella. Él siempre fue un niño de mamá y era increíblemente sensible. Le encantaban las flores y la lectura, y ella sentía que la amaba profundamente.
Sin embargo, él no pudo cambiarle el pañal el día anterior, y ella no había podido hacerlo por sí misma. Brian le pidió a una vecina que lo hiciera, pero no podía pedírselo a diario. Y ahora, y para su completa sorpresa, Oliver estaba allí.
Oliver era el menor de los dos, y siempre fue rebelde. El tipo de niño que odia las escuelas y hace reír a todos. Se fue de casa tan pronto como cumplió 18 años, compró una casa rodante e hizo muchos viajes por carretera por todo el país.
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Encontraba trabajos ocasionales para sobrevivir, pero la aventura estaba en su alma. También tenía una motocicleta y una chaqueta de cuero, que se había quitado para limpiarle el trasero y cambiarle el pañal.
La relación de Patricia con él siempre fue difícil. Ella crio a ambos niños sola y tal vez por eso Brian era tan apegado. Oliver, en cambio, marchaba a su propio ritmo y por eso chocaban a menudo. Ella creía saber lo que su hijo debería hacer con su vida, pero él no estaba de acuerdo.
“Está bien, hemos terminado. Volveré esta noche y lo haré de nuevo. No hablemos demasiado de esto, ¿de acuerdo?”, dijo Oliver, y salió de su habitación.
Patricia se recostó en su cama y sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar en lo que acababa de suceder.
“¿Tú le cambiaste el pañal? Eso es... increíble”, dijo Brian esa noche mientras cenaban. Oliver se había quedado a comer con ellos y le había dicho a su hermano mayor que se había encargado de hacerlo. Pero insistió que tendrían que encontrar una solución más permanente.
“Sí, lo hice. Tendrás que hacerlo tú también”, dijo Oliver con su tono sensato.
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“Eso no pasará”, respondió Brian secamente y siguió comiendo. Patricia permaneció en silencio durante todo el intercambio. Notó cómo Oliver miraba profundamente a su hermano durante varios segundos. Este apartó la mirada rápidamente, concentrándose en su comida.
Oliver asintió. Patricia no tenía idea de lo que significaba su gesto. Pero los días siguientes, él se hizo cargo de cambiarle el pañal e incluso le había dado un baño de esponja, ya que le era difícil ducharse la mayoría de los días.
Eso le permitió acercarse más a su hijo menor y saber muchas cosas sobre su vida. Sus historias eran interesantes, llenas de aventuras y sentía gran placer al escucharlas.
En los días que no podía venir, Oliver pagaba a alguien para que ayudara a su madre, y Patricia nunca tenía que pasar mucho tiempo incómoda.
Y Brian, su sensible hijo, que había necesitado que hicieran todo por él y todavía vivía en su casa… bueno, él se seguía negando a contribuir de ninguna manera.
En lo más profundo de su corazón, Patricia sabía lo que debía hacer. Su amado hijo mayor necesitaba una lección.
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Pocos años después…
“¡NO! ¡Eso no es justo! ¡Ni siquiera sabía qué mamá tenía dinero, excepto para su pensión y la casa!, gritó Brian, cuando se leyó el testamento de Patricia pocos años después.
“El tío Charlie era rico y no tenía otra familia, por eso mamá heredó todo”, le explicó Oliver, sorprendido de que su hermano no supiera nada sobre eso.
Estaban en la casa de su difunta madre después del funeral, y el albacea del testamento estaba allí con las noticias. Brian recibió, simbólicamente, un centavo del dinero de su madre, mientras que Oliver recibió $2 millones como herencia.
“¿Por qué me hizo eso?”, dijo Brian con lágrimas en los ojos. “¡Tienes que compartirlo conmigo!”, exclamó.
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“De ninguna manera”, respondió Oliver y se levantó del sofá. “Pero como la casa no estaba incluida en el testamento, técnicamente nos pertenece a ambos. Puedes comprar mi parte, o la vendemos, y empiezas a vivir solo como un hombre adulto”.
“¡Esta es mi casa! ¡Debería quedarme con ella! Me la merezco. ¡Tú tienes todo el dinero!”. Brian gimió como un bebé. Pero Oliver negó con la cabeza y suspiró profundamente.
“¿Merecerla? ¿Cómo? ¿Después de que te negaste a mover un solo dedo por nuestra madre cuando estaba enferma? Tuve que encargarme yo y cambiar turnos en el trabajo para hacerlo cuando no podía pagarle a alguien”.
“Ella se dio cuenta de todo, y supongo que quiso premiarme y darte una lección a ti. Es hora de que te comportes como un hombre grande”, bromeó Oliver y se alejó, abrochándose la chaqueta negra.
Brian se vio obligado a vender la casa y alquiló un pequeño apartamento en una zona menos privilegiada. Oliver, por su parte, pudo renunciar a su trabajo, que se había esforzado por mantener desde que su madre enfermó, y luego se embarcó en una nueva aventura.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Cuida a tus padres en su vejez, tal y como ellos hicieron contigo cuando eras pequeño: A pesar de los enfrentamientos, Oliver cuidó de su madre con mucha dedicación en sus últimos años.
- Enseña a tus hijos a ser independientes: Brian fue mimado por su madre, por ser un niño muy sensible, y ella nunca le enseñó a ser responsable o productivo. Y cuando su madre lo necesitó, no pudo contar con su ayuda.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.