Mujer compra viejo abrigo en tienda de segunda mano y halla nota en el bolsillo que dice: "Ayuda a mis nietos" - Historia del día
Cuando Melany volvió a casa tras comprar un abrigo en una tienda de segunda mano, descubrió una nota con una dirección y las palabras: "Ayuda a mis nietos". Decidió ir al lugar y no pudo creer lo que descubrió allí.
Comprar una nueva prenda puede cambiar tu perspectiva del día. Al menos, esa era la opinión de Melany. No importaba lo malo que fuera su día, algo nuevo en su armario podía cambiar totalmente su estado de ánimo, especialmente si hallaba una ganga.
Cuando Melany entró un día en una tienda de segunda mano local, no esperaba encontrar gran cosa. Sin embargo, un abrigo usado bordado con hilos dorados, la atrajo. Era precioso y bastante barato.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
A Melany le encantaba la idea de comprar cosas usadas, porque tenía una mentalidad muy ecológica. Se preocupaba por el medio ambiente y comprar ropa nueva cada mes era un gran problema para ella. Así que cualquier cosa que pudiera ser reciclada era perfecta.
Se llevó la chaqueta a casa sin pensarlo dos veces y comenzó a considerar todas las combinaciones de ropa con las que la podría lucir. Estaba en tan buen estado que no podía imaginar por qué alguien la vendería. “Debía de necesitar mucho el dinero”, dijo mientras llegaba a su habitación y empezaba a sacar cosas de su armario.
Su cama estaba llena de ropa mientras planeaba combinaciones de conjuntos y daba vueltas frente al espejo con su nueva chaqueta. Tomó su teléfono para hacerse un selfie y se metió la otra mano en el bolsillo. Fue entonces cuando sintió algo y lo sacó. Era un papel con una dirección no muy lejos de su casa.
Pero algo más le llamó la atención. Era un mensaje que decía: "¡Ayuda a mis nietos!".
“¿Qué podría significar esto?”, se preguntó y se encogió de hombros, arrugando el trozo de papel y lanzándolo al suelo.
Se hizo unas selfies y empezó a recoger la ropa que había tendido en su cama, poniendo todo en orden en su armario. Colgó la chaqueta en un perchero cerca de la puerta de su casa, donde podía tomarla rápidamente antes de salir, y luego se dirigió a la cocina para preparar el almuerzo.
Mientras comía, la mente de Melany no le permitía olvidar el mensaje que había en el trozo de papel. "Podría ser una especie de broma", dijo en voz baja, mordisqueando su sándwich y ojeando su teléfono. "Pero, ¿y si no lo es?".
La pregunta la atormentó hasta que no pudo soportarla más. Tomó la nota del suelo de su habitación, la estiró y releyó la dirección. "Está bien, hagámoslo", dijo mentalizándose antes de salir corriendo por la puerta con el abrigo.
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Una niña pequeña abrió la puerta. "¿Hola?", dijo en voz baja.
"Hmmm... hola", respondió Melany, sin saber por qué dejaban a una niña hablar con desconocidos. "¿Está tu abuela o tu abuelo aquí?".
"Solo tenemos una abuela", respondió la niña, abriendo más la puerta y señalando hacia un pasillo. Otros dos niños estaban allí con los ojos muy abiertos y expresiones confusas. Probablemente, Melany estaba tan desconcertada como ellos. Pero entró en la casa y descubrió un desastre.
La casa no olía mal ni nada por el estilo, pero estaba claro que nadie había limpiado en mucho tiempo. Había montones de juguetes tirados por todas partes, y en la cocina había platos en el suelo y el fregadero. Fue entonces cuando la mujer se dio cuenta de que la nota no era una broma. Los niños necesitaban ayuda.
Melany volvió a preguntar a la niña por su abuela y la chiquilla condujo hasta un dormitorio. Una mujer mayor estaba tumbada en la cama con un aspecto demasiado pálido. Cuando sus ojos se posaron en Melany, tosió, un sonido que resonó en toda la casa y pareció durar un minuto entero.
Cuando la dama finalmente dejó de toser, Melany decidió explicarse rápidamente. "Señora, discúlpeme por venir así. Pero he comprado esta chaqueta y he encontrado una nota dentro".
"Oh, gracias a Dios. Gracias por responder a la nota. Es muy amable de su parte", dijo la mujer mayor, tapándose la boca con un pañuelo, pero haciendo un gesto para que Melany se acercara.
"Ayer hice un gran esfuerzo para llegar a la tienda, venderla y comprar algo para que mis nietos comieran. Pero tenía miedo de que mi enfermedad avanzara, así que escribí la nota, con la esperanza de que alguien la viera y me ayudara".
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Melany estaba desconcertada. "No lo entiendo. ¿No podía llamar a algún familiar para que la ayudara?".
"No tenemos a nadie más, y he tenido que gastar mi pensión en una medicación que no funciona muy bien", explicó la mujer entre intensos ataques de tos. "Lo siento. Soy Erica y tengo una neumonía. Los médicos no saben exactamente cómo la he contraído, pero dicen que no es contagiosa".
"Soy Melany, y acabo de comprar este abrigo y he decidido venir. ¿Necesita que llame al 911 o algo así?", Melany se acercó a la mujer mayor.
Erica negó con la cabeza, y las lágrimas se acumularon en sus ojos. "No sé qué hacer. No quiero que mis nietos acaben en el sistema de acogida, pero me siento tan débil ahora. No sé si alguna vez me recuperaré. Solo necesitaba que alguien me escuchara, supongo".
Sus acciones no tenían sentido, pero de alguna manera, Melany entendía la situación de la mujer mayor. Simplemente, tenía miedo de morir y dejar a sus nietos sin ayuda. Tomó la mano de Erica, asintiendo con la cabeza. "Todo va a salir bien. Va a descansar y a ponerse mejor".
Erica miró directamente a los ojos de la joven, y sus lágrimas finalmente salieron. Su boca se frunció en una expresión de dolor, y dijo: "Gracias. Muchas gracias".
"Volveré", dijo Melany, levantándose de la cama y saliendo de la habitación.
Los niños estaban fuera y la miraban expectantes. "Bien, niños. Me llamo Melany y vamos a darle una sorpresa a su abuela. ¿Qué les parece?".
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Los niños sonrieron, asintieron con la cabeza y siguieron a Melany. Ella les encomendaba tareas fáciles y hacía ella misma las cosas complicadas, como limpiar la cocina, poner los platos en la lavadora y arreglar todo.
Al final, la casa estaba habitable, así que les pidió una pizza y luego buscó en Google remedios caseros para aliviar el malestar de Erica. Quería aliviar un poco esa terrible tos, así que preparó una bebida refrescante y calmante para Erica con lo que encontró en la cocina.
Melany salió de esa casa esa noche, sintiéndose muy bien por haber ayudado a una familia extraña. Volvió durante varias horas cada día. Erica estuvo en la cama la mayor parte de esos días, y Melany se preocupó por las medidas que debía tomar para sus nietos. Pero, por suerte, la anciana empezó a mejorar una semana después de que Melany se acercara.
Muy pronto, Erica se recuperó y le dio a Melany el mayor abrazo del mundo. "Eres una santa. Nos ayudaste aunque realmente no era tu responsabilidad. Podrías haber llamado a la policía y no lo hiciste. No puedo agradecerte lo suficiente".
"Erica, a veces, todos necesitamos un poco de ayuda. Y la próxima vez que la necesite, no tiene que dejar una nota en un abrigo. Puede llamarme cuando quiera", aseguró Melany.
Con el tiempo, las mujeres se hicieron muy amigas a pesar de la diferencia de edad, y Melany siempre contaba esta historia a quien quisiera escucharla.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Algunas personas piden ayuda de las formas más extrañas: Erica no tenía nadie que la auxiliara, así que recurrió a un método singular que funcionó, solo porque Melany era un alma bondadosa. Siempre hay que estar atento a las señales de alguien que pide ayuda.
- Hacer el bien puede ser algo fantástico, así que es bueno hacerlo siempre que se pueda: Después de ayudar a esa familia, Melany se sintió increíble y contó la historia a sus conocidos para motivarlos a dar una mano a otros.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.