Militar le compra flores a un niño que suplica por ellas: luego encuentra el ramo en la tumba de la mujer que amaba - Historia del día
Juan regresó a su ciudad natal y pasó por una floristería cuando escuchó a un niño rogándole a la dueña que le diera algunas flores. Se compadeció del chiquillo y le compró un ramo. Al día siguiente, vio las mismas flores en la tumba de su novia de la secundaria y un pensamiento se fijó en su cabeza.
Juan se había retirado recientemente de su carrera en el ejército y decidió visitar a su familia. Cuando llegó a la ciudad, decidió pasear y recordar su vida antes de alistarse. Las cosas parecían diferentes, pero había una tienda que no había cambiado.
"¡Señora Fabiola!", saludó a la dueña de una floristería. La mujer mayor era amiga de su madre, y él le había comprado flores muchas veces desde hacía unos diez años.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
"¡Juan! ¡No puedo creer que hayas vuelto! ¡Gracias a Dios!", respondió ella, abrazándolo. "Dame un segundo, querido".
La mujer mayor se giró hacia algo y Juan notó a un niño dentro de la tienda. "Por favor, señora. ¿Me puede dar estas flores? Puedo trabajar aquí para pagarlas", le suplicó el niño a la Sra. Fabiola.
Juan sabía que la mujer mayor era generosa, pero también dirigía un negocio inteligente. Ella no era tonta. "Lo siento, niño. No puedo hacer eso en esta economía", respondió la Sra. Fabiola, sacudiendo la cabeza con tristeza.
El niño se giró hacia el ramo en el mostrador y sus hombros se hundieron. Jack sintió tanta pena por el niño que tuvo que hablar. Sabía lo que era querer comprar flores, pero no tener suficiente dinero.
"¿Sabes qué? Compraré las flores para el niño", le dijo a la Sra. Fabiola y sacó su billetera.
El chico lo miró y su rostro se iluminó de gratitud. "¿En serio? ¡Gracias! ¡Gracias!".
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Juan pagó el ramo y vio al niño salir corriendo con las flores en sus manos. Había algo en él que le resultaba familiar, pero no pensó demasiado en ello. Charló un poco más con la Sra. Fabiola y luego se fue a casa.
Desafortunadamente, la madre de Juan había recibido una trágica noticia que debía comunicarle a su hijo. Se enteró de que su novia de la escuela secundaria, una mujer llamada Mary, había muerto hacía un año. Se habían separado hacía una década atrás, porque él se marchó a la milicia y ella se iba a la universidad.
Su madre, Rosalinda, no sabía mucho sobre lo que le sucedió a Mary después de su ruptura, pero leyó en el obituario que fue enterrada en el cementerio local. Juan decidió visitar su tumba a la mañana siguiente y presentar sus respetos.
Después de comprarle flores a la Sra. Fabiola, el mismo ramo que había pagado ayer para el niño, fue al cementerio y se preguntó cómo sería su vida si no se hubiera alistado. ¿Se habrían casado él y Mary? ¿Tendrían hijos? ¿Serían felices? ¿Habría muerto ella también antes de tiempo?
Sabía que no tenía sentido hacerse esas preguntas, pero Mary era la única mujer a la que había amado, y sentía el pecho pesado mientras caminaba entre la vegetación y las otras lápidas hacia donde el cuidador dijo que se encontraba su tumba.
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Otras mujeres habían sido solo compañeras, y esperaba poder encontrarse con Mary de una forma u otra. Por desgracia, no estaba destinado a ser.
Para su sorpresa, llegó a su tumba y vio un ramo fresco sobre ella. La Sra. Fabiola dijo que se había quedado sin lirios, lo que significa que estas flores fueron colocadas allí por el mismo niño que Jack había visto ayer. “¿Era el hijo de Mary? ¿Se casó?”, se preguntó.
Pero a Juan se le erizó el cuerpo por otra razón. Su corazón comenzó a latir rápidamente, y el sudor le corría por la frente. El niño de ayer tenía diez u once años, y parecía familiar.
"¿Podría ser mi…?", susurró Juan, pero negó con la cabeza rápidamente. "No, no puede ser".
El pensamiento no abandonaba su cabeza, así que colocó el ramo junto al otro y tomó su teléfono para llamar a uno de sus viejos amigos de la escuela secundaria, Lucas. "Necesito saber algo... ¿Qué pasó con Mary después de que me fui?".
"¡Ay, hombre! ¿De verdad quieres saber eso?", respondió su amigo. Su voz sonaba vacilante, pero Juan tenía que saberlo. "Bueno, básicamente se casó de inmediato y quedó embarazada al segundo siguiente. Pero ese hombre fue muy malo con ella, amigo. Trató a su familia terriblemente, y se la pasaba bebiendo todo el tiempo".
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Juan cerró los ojos, el teléfono repentinamente pesaba en su oído. Odiaba que Mary hubiera pasado por tal situación. "¿Cómo murió ella?".
"No lo sé, hombre. Nadie lo sabe. Pero, de todos modos, me siento triste por ese niño porque ese perdedor... Miguel, creo que ese es su nombre... se volvió a casar, con una mujer horrible, y la gente ha visto cómo desprecia al chiquillo”, continuó Lucas.
"¿Cuál es el nombre del chico?".
"Johnny, creo. Lo siento, amigo. No la seguí mucho. Estaba ocupado emprendiendo con mi negocio".
Juan había oído suficiente y supo la verdad de inmediato.
Johnny fue el nombre que él le había sugerido a Mary cuando tenían 16 años y estaban pensando en nombres para sus futuros hijos. Mary no lo habría usado si ese bebé no fuera suyo. Todavía no tenía pruebas, pero sabía en su interior que el chico tenía que ser su hijo.
Juan obtuvo la dirección de Miguel y, acompañado de sus padres, lo visitó para hablar sobre Johnny. Para su total sorpresa, Miguel se alegró de saber que Juan podría ser el padre del niño.
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"¡Oh, sí es tu hijo, bien por ti! ¡Puedes llevártelo ahora mismo! ¡No me importa! ¡Mejor para mí!", dijo el hombre, y Juan no podía creer la insensibilidad del hombre. Lo peor de todo, ¡Johnny estaba justo allí!
Entonces intervino la nueva esposa de Miguel. "Sí, llévatelo. Está rogando por cosas todo el tiempo, y si no es el hijo de Miguel, entonces no veo ninguna razón por la que tengamos que criarlo", dijo maliciosamente.
Rosalinda la miró con todo el desdén del mundo, pero sonrió cálidamente a Johnny, haciéndole un gesto para que los acompañara.
Salieron y le preguntaron a Johnny si se sentía bien viniendo a casa con ellos o si quería quedarse o llamar a alguien más. El chico se encogió de hombros.
"Escuché lo que dijiste. ¿Crees que eres mi verdadero padre? Si eso es cierto, quiero ir contigo. Nadie en esa casa me ama", reveló Johnny, y Juan vio todo el dolor del mundo en los ojos del chico.
"Está bien, vienes a casa con nosotros", dijo Rosalinda dulcemente, y guiaron al niño hacia el auto.
Algún tiempo después, una prueba de ADN confirmó que Juan era el padre biológico de Johnny, y eso fue todo para ellos. Su familia recibió al niño en su casa. Nunca supieron por qué Mary no le dijo la verdad a nadie, pero al menos ahora estaban juntos.
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Pusieron todos los papeles de Johnny en orden, ya que Miguel renunció fácilmente a sus derechos de paternidad, y Juan hizo todo lo posible por ser un buen padre.
Sabía que tomaría algún tiempo vincularse con Johnny y llegar a conocerlo, pero él era parte de Mary y una prueba de su intenso amor juvenil. Y el niño ya había sufrido demasiado. Juan nunca permitiría que eso volviera a suceder.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Algunas cosas están destinadas a suceder, incluso si no tienen sentido: Nunca supieron por qué Mary no le contó a Juan o a sus padres sobre su embarazo, pero finalmente se encontraron como si estuviera destinado a ser.
- Nunca dudes en hacer una buena obra por alguien que lo necesite: Juan compró las flores para Johnny sin saber que el gesto cambiaría toda su vida.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.