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Un padre y su bebé | Foto: Shutterstock
Un padre y su bebé | Foto: Shutterstock

Papá soltero lucha por criar a hijo con síndrome de Down: la madre se aparece en el cumpleaños del niño - Historia del día

Mayra Pérez
13 oct 2022
17:20

Samuel amaba a su hijo y tuvo muchas dificultades para criar solo a un niño con síndrome de Down. Todo se complicó aún más cuando su exesposa apareció en el cumpleaños del niño sin avisar.

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“¡Feliz cumpleaños, hijo mío! ¡Te quiero hasta el cielo y de vuelta!”, dijo Samuel, mientras arreglaba el cuello a la camisa de su hijo de cuatro años.

“Papá… ¡No te vayas!”, dijo Martín, que agarró la manga de Samuel y se negó a soltarlo.

“Te diré algo. La señora Durán aquí te llevará a tu clase y te presentará algunos nuevos amigos. ¿No es cierto?”, preguntó mirando a la maestra.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

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La amable maestra asintió y le tendió la mano a Martín para que se la tomara y llevarlo hasta su salón.

“Si no te sientes bien, la señora Durán me llamará y estaré afuera, listo para llevarte a casa”.

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“¿Y podemos ir a comer helados también?”, preguntó con ternura el pequeño.

“Claro que sí, ¡iremos a tu heladería favorita!”, respondió el padre con una sonrisa.

Esa promesa ayudó a Martín a sentirse mejor al alejarse del auto de su padre con la señora Durán.

Samuel decidió quedarse unos minutos, observando a Martín dar pequeños y cuidadosos pasos hacia la guardería. Apenas había comenzado a caminar recientemente, poco antes de cumplir cuatro años.

“Eso es normal para un niño con síndrome de Down como Martín”, había dicho el médico.

¡Normal! Samuel odiaba esa palabra. Y el recuerdo de su exesposa Fabiola usando esa palabra todavía dolía como una daga en su corazón.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

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De inmediato recordó con total nitidez su último encuentro.

“Nada volverá a ser normal otra vez. Tú, yo, la forma en que vivimos nuestras vidas, todo estará marcado con el hecho de que algo no está bien con nuestro hijo”, dijo Fabiola de nuevo.

“Hay muchas agencias de adopción con las que podemos hablar. Puede haber una familia que quiera criar a un niño con síndrome de Down. En nuestra casa, no se sentirá amado”.

Esa pelea fue la gota que colmó el vaso para los dos. Samuel amaba a su hijo y no estaba dispuesto a renunciar a él, y Fabiola solicitó el divorcio. El bebé tenía solo 7 semanas de vida y ya su familia se estaba desmoronando.

“Desearía haber podido hacerle entender a Fabiola que estaba equivocada”. Samuel tenía este pensamiento recurrente en su cabeza.

Puede que no hubiese podido expresar sus sentimientos, pero su vida y la de Martín eran una demostración de lo equivocada que estaba Fabiola. Su hijo estaba creciendo en un ambiente lleno de amor.

En los últimos 3 años, Samuel había logrado cuidar solo al bebé y llegar a fin de mes como contratista de plomería independiente. Por supuesto, hubo días difíciles, días en los que no tenía dinero suficiente para cubrir los gastos, pero su hijo tenía todo lo que necesitaba.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

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El ambiente lleno de color y encanto de la habitación del niño contrastaban asombrosamente con el resto de la casa. Samuel nunca se daba por vencido con su hijito.

Y Martín nunca sabría por qué su madre se había ido. Eso le rompería su dulce corazón. Tampoco la vería nunca más, solía pensar el confiado padre.

Esa tarde, cuando fue a buscar a su hijo a la guardería, la respuesta de la señora Durán lo conmocionó totalmente.

“Él no está. Su madre lo vino a recoger”.

“¿Qué quiere decir? ¿Cómo que su madre? Eso es imposible”, dijo, mientras sentía una opresión intensa en el pecho.

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“Si, ella mostró su identificación. Fabiola Mendoza, ¿cierto?. Lo comprobé con la ficha de inscripción. Ella me comentó que había venido por su cumpleaños y él se fue tranquilo con ella”, le explicó la maestra.

Samuel intentó no dejar traslucir su rabia e indignación. Él nunca había considerado la posibilidad de que ella regresara, por lo que no dejó ninguna advertencia en la guardería al respecto. Se despidió con un remedo de sonrisa en su tenso rostro.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

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Una vez en su vehículo, golpeó con furia el volante, y gritó a todo lo que le daba su garganta. No sabía qué hacer o a dónde ir. Había subestimado a Fabiola una vez más.

Durante meses, ella le había estado escribiendo correos electrónicos, exigiéndole dinero a cambio de la custodia completa del niño. Él simplemente los había ignorado, en su ingenua idea de que desistiría tarde o temprano.

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Y ahora sentía verdadero pánico. No podía imaginar cuál era su plan, o que le diría a su inocente niño. Intentó llamarla frenéticamente mientras conducía, pero ella no respondió.

“¡Quizás estén en casa!”, se dijo esperanzado.

El vehículo de Fabiola estaba en la entrada. Samuel entró sin hacer ruido, y caminó de puntillas hasta la sala de estar. Podía escuchar voces provenientes de la cocina. Se inclinó con cautela y escuchó mientras su exesposa hablaba con Martín.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

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“¡Por supuesto que es verdad! YO SOY tu madre”.

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Martín estaba sacudiendo la cabeza agresivamente en negación.

“¿No te gustaría mudarte a una casa más grande conmigo? Habrá muchos juguetes y más dulces de los que puedas imaginar”, dijo en tono meloso.

“¡Papá! ¿Dónde está papá? ¡Quiero a papá!”, gritaba Martín, cada vez más alto.

Martín comenzó a llorar sin consuelo. Samuel observó desde detrás de la pared cómo Fabiola se frustraba en su intento por calmar a su pequeño hijo. Esperó, para ver si lo abrazaba o le hablaba en tono cariñoso.

Pero Fabiola estuvo a segundos de perder la paciencia y gritarle al niño. Y no lo había tocado ni una sola vez.

“¡Basta! ¡Deja de llorar! ¿Por qué no entiendes que soy tu madre? ¿Por qué no me llamas ‘mamá’? Te llevé a comer un helado, ¿no? Te dije que te daría todo lo que quisieras, ¿no? Y, sin embargo, aquí estás, llorando por tu padre”, dijo molesta.

“¡Es suficiente!”. La voz enojada de Samuel sacudió a Fabiola y Martín.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

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“Te quise dar el beneficio de la duda. Me quedé unos minutos observándote en silencio, a ver si eras capaz de sentir empatía por el niño, o al menos eras capaz de abrazarlo y así descubrir al maravilloso ser humano que trajimos al mundo”.

“Pero en lugar de eso, ahí estás, hablándole con fuerza y pretendiendo que te acepte mágicamente como su madre para llevártelo. Crees que solo así podrías hacer que te dé el dinero que me has estado pidiendo estos meses”, dijo en tono amargo.

Fabiola quiso refutar sus palabras, pero sabía que Samuel tenía razón. Ella jamás podría cuidar al niño con amor, pero necesitaba urgentemente el dinero.

“No te mereces tener a este precioso niño en tu vida. No te mereces su amor o que te diga ‘mamá’. Y no estoy dispuesto a darte dinero. Ahora, ¡sal de mi casa!”.

Cuando Fabiola se puso de pie lista para irse, supo que había perdido. Dio sus últimos pasos hacia su auto, dándose la vuelta solo una vez para ver a Samuel y Martín en la cocina. Ellos se abrazaban como si nada más en el mundo importara.

“Entonces, ¿qué tal si tomamos ese helado?”, preguntó Samuel, limpiándose las lágrimas.

“¡Este es el mejor cumpleaños de todos!”, dijo Martín con una enorme sonrisa en su rostro.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Todo niño merece crecer rodeado de amor y cuidados. A pesar del rechazo y abandono de Fabiola al saber que su hijo tenía síndrome de Down, Samuel dedicó su vida a hacer muy feliz a Martín.
  • Tu familia es aquella que siente amor incondicional por ti. Aunque Fabiola era la madre biológica del pequeño Martín, él no podía reconocerla como su familia porque ella nunca lo había amado o cuidado.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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