Empleado halla un anillo de oro y le pide al jefe que busque al dueño: quiere comprarlo después de que el jefe lo vende - Historia del día
Un limpiador de piscinas con dificultades para pagar el tratamiento de su abuela enferma y la comida de sus hermanas encuentra un anillo de oro perdido mientras limpia la piscina. Se lo da a su jefe y le dice que busque al dueño, pero luego lo encuentra en una casa de empeños.
Andy era un joven enérgico, un chico responsable para su edad, y tenía muchos compromisos. Tras la muerte de su madre, se mudó a casa de su abuela, Catalina, con sus dos hermanas pequeñas.
El chico no era bien visto por nadie, sobre todo después de que se hiciera amigo de los miembros de una banda local de maleantes. Según la gente, Andy era un holgazán de 16 años sin objetivos en la vida ni planes de ir a la universidad.
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La mayoría tachaba a Andy de adolescente mimado que se dirigía hacia un camino de autodestrucción e infamia. Pero nadie sabía que tenía un corazón de oro, hasta que las circunstancias le permitieron demostrarlo, tras encontrar accidentalmente el anillo de oro perdido de alguien en su lugar de trabajo.
El padre de Andy había abandonado a su familia hacía varios años. Por eso el chico sentía resentimiento y nunca quiso ser como él. Después de que su madre muriera, cuando él tenía 13 años, Andy y sus hermanas se mudaron con su abuela. Ella era su única pariente.
Andy se dio cuenta de que Catalina ya no podía trabajar ni hacer cosas por su cuenta. No quería agobiarla más y quería mantener a la familia.
Trabajaba como limpiador de piscinas en un centro turístico local y se desplazaba diariamente entre la escuela y el trabajo. Por ello, ya no podía concentrarse en sus estudios y sus notas bajaron drásticamente. No obstante, esa era la menor de sus preocupaciones.
"Tengo que hacerlo… Vamos, Andy. Puedes hacerlo", se animaba a sí mismo. Un día, mientras limpiaba la piscina con una espumadera manual, Andy vio algo que brillaba en el agua. No era ningún residuo ni una hoja, lo sabía.
Andy lo recogió con la espumadera y vio que era un costoso anillo de oro. Alguien lo había perdido. Esta ganancia podría cubrir fácilmente tres meses de comida y las facturas médicas de su abuela. Pero, ¿se lo llevó Andy?
"Debo avisar a mi jefe", pensó. Tomó el anillo y se lo dio a su jefe, William. "Usted tiene la lista de los invitados que estuvieron en la piscina esta tarde. Quizá alguien lo haya perdido. Tenemos que devolver el anillo", insistió.
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Los ojos de William brillaron de codicia. Agarró el anillo de oro y sacó la lista. "Hmmm, voy a investigar este asunto. Y chico, ¡estás despedido!", dijo, sobresaltando a Andy.
"¿Despedido? Pero si no he hecho nada malo. Por favor, necesito este trabajo. Es la única manera de alimentar a mi familia. No me despida", suplicó Andy. Pero el desalmado William hizo oídos sordos y amenazó con llamar a seguridad si el chico no abandonaba el local.
"Te despido porque no estoy contento con tu trabajo", expresó William. "Vete y no vuelvas. Toma, ten tu sueldo del día y vete".
Con el corazón roto, Andy volvió a casa. Reunió todo el dinero que había ahorrado, pero apenas le alcanzó para comprar la medicación de su abuela. Sumido en la tristeza, buscó un viejo amuleto de plata, el único recuerdo que tenía de su difunta madre, y al día siguiente lo llevó a una casa de empeños local.
"Joven, ¿en qué puedo ayudarle?", le preguntó el prestamista mientras examinaba un anillo bajo su lupa.
"¡¿Ese anillo?!, exclamó Andy, reconociendo rápidamente que era la misma joya que le había entregado a su jefe el día anterior. El anillo tenía unas extrañas iniciales grabadas, y Andy lo reconoció al instante.
"¿Pero cómo ha llegado hasta aquí? ¿Quién se lo vendió?", le preguntó al hombre.
"Un sujeto me vendió el anillo anoche", respondió él. Andy sospechó inmediatamente algo y utilizó los conocimientos del prestamista sobre el negocio para rastrear el origen del anillo.
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"Letras como esta solamente se graban en una joyería, a dos paradas de aquí", dijo el vendedor.
Sin pensarlo más, Andy se ofreció a comprar el anillo. Vendió su amuleto y gastó todos sus ahorros en adquirirlo. Luego, fue a la joyería para ver si podía encontrar la dirección de la persona que había perdido el anillo.
"Sí, tienes razón. Este anillo fue diseñado aquí hace varios años", le informó el joyero a Andy tras observar la pieza.
Buscó en el registro de clientes y le dio a Andy la dirección de Bárbara, una mujer de 64 años que vivía sola en una casa grande en las afueras de la ciudad. Andy se apresuró a ir a verla.
"¿Le pertenece este anillo?", le preguntó a la mujer, que parecía confundida al ver a Andy con el anillo de su difunta hija.
"¡Oh, sí! Era de mi difunta hija. Lo llevaba como colgante en mi cadena y lo perdí. ¿Dónde lo encontraste?", gritó Bárbara.
"Lo encontré en la piscina del complejo turístico", respondió Andy.
Bárbara recordaba haber visitado el complejo y haber saludado a una amiga en la piscina. "Debo haberla perdido mientras me agachaba para hablar con mi amiga", recordó Barbara. "¿Cómo encontraste mi dirección?".
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"Es una larga historia. Pero tenemos que ir por alguien. Por favor, ven conmigo", dijo Andy.
Momentos después, él y Barbara llegaron al recinto con la policía. Resultó que la codicia de William había sacado lo peor de él. Tras conseguir el anillo de oro de Andy, despidió al pobre chico, descartó la lista de invitados y vendió el anillo por una buena cantidad de dinero.
Como consecuencia de su falta de honradez, la policía se llevó a William esposado. Lo condenaron por robo y fue a la cárcel.
Más tarde, Barbara se enteró de las dificultades de Andy y decidió devolverle su amabilidad y honestidad. Lo contrató como jardinero a tiempo parcial y pagó el tratamiento de su abuela.
La noticia de la honestidad de Andy se extendió por el barrio y en su escuela. Los que le tachaban de inútil le alabaron y dejaron de juzgarle.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Sé amable con los demás y no los juzgues sin saber la verdad: A los vecinos de Andy, e incluso a sus compañeros de la escuela, no les caía bien por sus malas notas y sus vínculos con una banda local. No sabían sobre su lucha por mantener a su familia y lo juzgaron erróneamente.
- La codicia lleva a la decepción, mientras que la amabilidad se recompensa con compasión y aprecio: William despidió a Andy y descartó la lista de invitados para poder vender el anillo de oro y ganar dinero fácil. En cambio, Andy se dedicó a encontrar a la dueña de la joya y se la devolvió. Al final, la avaricia de William lo envió a la cárcel, mientras que la amabilidad de Andy le valió el reconocimiento.
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