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Anciano en silla de ruedas trabajando | Foto: Getty Images
Anciano en silla de ruedas trabajando | Foto: Getty Images

Hombre en silla de ruedas trabaja para comprar regalo por el cumpleaños 80 de su esposa: recibe el doble de lo necesario en 1 día - Historia del día

Georgimar Coronil
27 oct 2022
15:10

Un hombre en silla de ruedas consigue un trabajo para comprar un regalo para el cumpleaños de su amada esposa y gana el doble de lo que necesita para su sorpresa.

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Roger tenía 85 años y siempre le regalaba un detalle especial a su esposa, pero para el cumpleaños número 80 de Rosa, al hombre no le alcanzaba el dinero para comprarle un regalo.

"¿Qué hago, Dios mío? No puedo romper el corazón de Rosa. Ella estará esperando su regalo", pensó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Rosa y Roger habían estado juntos desde la universidad, y se habían enamorado a primera vista. Él estaba sentado con sus amigos en la cafetería de la universidad cuando ella se le acercó y le pidió que comprara un café.

"El dinero se donará a los niños que viven en el albergue para indigentes", le explicó mientras le ofrecía una taza. "¿Podrías comprar una, por favor?".

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A Roger nunca le gustó el café. De hecho, lo odiaba. Pero al mirarla a los ojos, se dio cuenta de que era lo mejor que había probado. Así comenzó su historia de amor: una simple taza de café.

Su romance floreció, se casaron y formaron una familia. Criaron a dos hermosas niñas que crecieron, se casaron y se mudaron al extranjero.

Cuando las chicas se marcharon, Rosa y Roger solo se tenían el uno al otro. Echaban de menos a sus hijas, pero su amor llenaba ese vacío.

Roger era un marido devoto y Rosa también se desvivía por su esposo, quien estaba confinado a una silla de ruedas debido a su artritis. La dama empujaba su silla de ruedas a todas partes. Siempre estaba ahí para él.

"Si vuelvo a nacer, me gustaría que volvieras a ser mi marido. Te quiero, cariño", le decía Rosa cada noche antes de acostarse mientras le besaba en la mejilla.

Roger nunca haría que Rosa estuviera triste. Haría cualquier cosa por ver una sonrisa en su rostro, así que se sintió mal cuando comprobó su cuenta bancaria y supo que no tenía suficiente dinero.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Quería regalarle un collar que costaba unos 700 dólares. Era caro, pero era para Rosa, así que merecía la pena, pensó Roger. ¿Pero cómo lo iba a comprar? No tenía dinero.

Roger no pudo dormir esa noche. “No te decepcionaré, cariño. ¡Oh, Dios, ayúdame!", pensó.

Al día siguiente, Roger tuvo una idea. Abrió su laptop y empezó a buscar un trabajo. Solía trabajar en una carpintería hasta que su salud empezó a fallar y optó por jubilarse.

Tras navegar por varias páginas web esa mañana, encontró una vacante en un taller cercano a su casa. Buscaban un trabajador a tiempo parcial.

Roger visitó el lugar con un amigo porque no quería que Rosa se enterara. Consiguió llevar algunas muestras que había hecho anteriormente, y el dueño, un hombre que parecía tener unos 30 años, quedó impresionado con él.

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"Estas piezas son increíbles, pero usted es un poco mayor para el trabajo, señor", le dijo respetuosamente. "Usted es consciente de la naturaleza de este trabajo… Emplearle aquí sería un riesgo".

"Por favor", suplicó Roger. "No tiene idea de lo mucho que me importa… Mi esposa… Esto es algo que debo hacer por ella".

El hombre no parecía convencido. "Tengo esposa e hijos, y entiendo su preocupación, pero no creo que merezca la pena arriesgar su seguridad, señor. Y en esa silla de ruedas… no… no creo que sea una buena opción".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Hijo", suplicó Roger. "Tengo 85 años. Mi mujer cumple 80 este año. No he dejado pasar un año sin regalarle algo para su día especial. Por favor. No habrá accidentes, te lo garantizo. Puede que sea viejo, pero sé cómo funciona esto. Por favor, esto me importa mucho".

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Cuando Roger insistió, el hombre no tuvo más remedio que ceder. Contrató al anciano, pero le asignó la tarea de producir artículos ligeros que no le agobiaran.

Y aunque le temblaban un poco las manos al manejar el equipo, Roger se desempeñó admirablemente en su primer día. Estaba a punto de terminar y marcharse cuando oyó la voz del propietario llamándole.

"¡Un momento, señor Roger!", dijo. El hombre se acercó a él y le dio un sobre.

"¿Qué es esto, hijo?", preguntó Roger.

"Ábralo, señor", le instó el hombre, sonriendo, y cuando Roger abrió el sobre, las lágrimas corrieron por sus mejillas.

Con manos temblorosas, sacó del sobre un par de billetes de dólar. Eran 1.500 dólares en total. El doble de la cantidad que necesitaba para el regalo y las flores.

"¡Esto es más de lo que necesitaba!", dijo Roger. "Pero no puedo aceptarlo. ¡Oh no, no puedo! ¿Por qué me das tanto dinero, hijo?", preguntó llorando.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

El hombre sonrió. "Este es el resultado de sus esfuerzos, Roger. Se lo ha ganado. Su obra de madera se vendió rápidamente, y algunas personas pagaron un poco más después de saber que era para su esposa".

"¡Oh, Dios mío! No puedo aceptar todo este dinero. Es mucho, joven".

"Vaya a casa señor Roger. Se merece este dinero. Y, aunque me encantaría contratarlo, consideremos que es mi empleado especial solo por un día. Por favor".

"Gracias, hijo", respondió Roger. "Te lo agradezco. Esto significa mucho para mí", dijo antes de marcharse.

El dueño del taller, que se llamaba Fredy, no pensó que volvería a ver a Roger. Pero un día antes del cumpleaños de Rosa, Roger visitó Fredy y lo invitó a su casa.

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"A mi mujer y a mí nos encantaría que vinieras a la casa con tu familia, pero… mantengamos mi empleo en secreto", le pidió. "Eso preocuparía a mi mujer innecesariamente".

Fredy sonrió. "Espero que las siete de la noche sea una buena hora".

"Maravilloso. A esa hora nos vemos", sonrió Roger. "Mi mujer y yo estaremos esperando".

Y bueno, la fiesta de 80 años de Rosa fue una de las mejores que había tenido. Agradeció el hermoso collar que le regaló Roger, pero disfrutó aún más de la compañía. Conoció al nuevo amigo de Roger, Fredy, y a su familia, y los agasajó con un delicioso pastel de fresas que ella había preparado y con una cena encantadora.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"¡Su pastel sabe como el de mi abuela!", dijo uno de los hijos de Fredy, sonriendo. "¡Está riquísimo!".

"Gracias, cariño. Tú también eres como mi nieto. Gracias", dijo Rosa.

Y luego abrazó a Roger y le dijo: "Sé lo que te costó conseguirme un regalo y flores este año, Roger. Fredy me lo contó todo. Y aunque aprecio el regalo, estaría contenta aunque no me dieras nada. Porque ya me diste tu regalo más valioso cuando nos casamos: tu amor", añadió ella, y Roger susurró un "te quiero", abrazándola.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • El mejor regalo es el amor: Rosa apreció el regalo de Roger, pero su mayor regalo para ella fue su amor.

  • Ayuda a los demás: Gracias a Fredy y a sus clientes, Roger pudo hacerle un regalo a su mujer y hacer que su día especial fuera aún más memorable.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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