Una niña amable me dio $100 cuando yo no tenía hogar: años después pagué la cirugía vital de su hija - Historia del día
Un vagabundo recibió algo de dinero de una niña en un puesto de limonada, y cambió su vida por completo. Años más tarde, quiso devolverle el dinero y supo que ella estaba en problemas. Fue entonces cuando decidió agradecerle de una manera especial.
“Hay muchas maneras en que las personas se quedan sin hogar. No piensas que las decisiones que tomas cuando eres joven, las personas con las que pasas el rato o tus acciones pueden arruinar tu vida. Pero lo hacen”, le conté, suspirando y bebiendo un poco de limonada.
“Fui un idiota cuando era adolescente y no lo hice mejor como adulto. Luego, me quedé solo, perdido y sin mis seres queridos a mi alrededor. Lo perdí todo, y ahora estoy aquí y no sé qué más hacer…”.
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Después de unos minutos, terminé mi diatriba de lástima y la taza de limonada que la pequeña niña me había ofrecido gratis en su pintoresco puesto.
Ella me había preguntado por qué no tenía un hogar. Estoy seguro de que no esperaba un discurso, pero solo quise ser honesto.
“Quiero darte esto”, la escuché decir con su dulce vocecita. “Tómalo”.
Vi que sus manos estaban sosteniendo un fajo de billetes. “Ese dinero es tuyo”, dije negando con la cabeza.
“Tú lo necesitas más que yo”, insistió la niña y se encogió de hombros. “Úsalo para cambiar tu vida. Mami dice que un poco de dinero puede hacer la diferencia. No sé si eso es cierto, pero espero que a ti te ayude”.
Me quedé mirando ese fajo de billetes durante un rato, y finalmente los tomé. Fui a mi lugar habitual en un callejón y dormí, pensando en qué podía hacer con él. Normalmente, si consigo algo de efectivo, lo gasto rápidamente.
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Pero algo en esos billetes me obligó a reflexionar. No podía gastarlos de cualquier manera. Tenía que hacer algo significativo con ellos. Tenía que cambiar mi vida.
Y lo hice.
Veinte años después, yo era un hombre completamente diferente. Encontré a alguien que me permitió trabajar en la construcción y me alquiló una habitación por casi nada. Fue un regalo del cielo. Trabajé, trabajé, trabajé, sin desviarme nunca de mi objetivo final.
Eventualmente, pude terminar la secundaria y fui a la universidad pública. Me convertí en el dueño de una contratista y estaba ganando más dinero de lo que jamás había imaginado.
Me casé y tuve un hijo. Pero nunca gasté los 100 dólares que me había dado la niña. Los encontré un día en un cajón en casa y pensé en usarlos finalmente.
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Me subí a mi auto y conduje hasta su casa, sorprendiéndome incluso a mí mismo, ya que todavía recordaba dónde vivía.
Era un vecindario tranquilo y me pregunté si ella estaría allí. Era la casa de sus padres, después de todo, así que pensé en preguntar. Para mi sorpresa, ella misma abrió la puerta.
“¿Puedo ayudarte?”, dijo con mucha amabilidad.
Me aclaré la garganta y expliqué lo mejor que pude lo que había sucedido en el pasado. Ella me miró confundida, pero luego asintió. “Creo recordar. Estaba ahorrando para una bicicleta o algo así y te di todo mi dinero”, dijo la mujer. “¿Qué estás haciendo aquí?”.
“En realidad, guardé ese dinero todos estos años”, le expliqué, mientras metía la mano en mi bolsillo para sacar los billetes. “Nunca lo usé. Son los mismos billetes y todo. Pero este dinero sí cambió mi vida. Me dio el impulso que necesitaba, como dijiste”.
“¿Por qué no entras?”, me invitó. “Mi nombre es Penélope, por cierto”.
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“Marcos”, dije y entré. Hablamos durante mucho tiempo y bebimos limonada. Pero en algún momento, suspiró, mirando los billetes que había dejado en su mesa de café.
“Dinero... el dinero es lo peor. Siempre ha sido un gran problema en mi vida, especialmente ahora”, reveló Penélope, haciéndome fruncir el ceño.
“¿Qué está pasando?”, quiso saber Marcos.
Me dijo que su hijita estaba enferma y que no tenían seguro. Tuvo que regresar con sus padres a esta casa porque el padre de la niña se había marchado.
“Nos estamos ahogando en una deuda médica, y es un agujero del que no creo que salga nunca. Mi hija ahora necesita cirugía, pero tengo que empezar a pagar, o no harán nada”, me explicó y me miró como disculpándose.
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“Lo siento. No quise cargarte con mis problemas. Quiero decir, probablemente tú lo pasaste peor que yo. Otros siempre lo pasan peor. Debería estar agradecida”, agregó casi enseguida.
“Sí, la pasé mal, pero eso no significa que tu situación no sea importante”, le aseguré, y después de unos minutos, me despedí.
Los $100 no le servirían de mucho, así que supe lo que tenía que hacer. Le envié un cheque y una carta explicando de qué se trataba y le rogué que lo aceptara. Y lo hizo. La vida de su hija estaba en juego.
Ella me respondió por correo electrónico, detallando lo bien que le estaba yendo a su niña y cómo la cirugía había cambiado su vida. Después de leer esas palabras, supe que mi deuda finalmente estaba realmente saldada.
Sí, técnicamente le di más dinero del que ella me dio a mí, pero ella había cambiado mi vida con su maravilloso gesto. Estoy seguro de que, cuando crezca, su hija será tan desinteresada como ella, y el mundo necesita más personas como Penélope.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Debes ser agradecidos: Marcos buscó a la niña, que había sido tan buena con él, años más tarde. Descubrió la mejor manera de devolverle la desinteresada ayuda que ella le había dado en su peor momento.
- Hay actos de generosidad que pueden cambiar la vida de alguien: La niña no dudó en regalarle todo su dinero a un indigente, y su decisión cambió la vida de Marcos.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.