Pobre señora ayuda a padre soltero a alimentar a su hijo autista en un café, luego halla un cupón por $50.000 en su cartera - Historia del día
Una anciana desatendida que visitaba un café vio a un padre soltero luchando con su hijo y decidió ayudarlo. Estaba tan agradecido que hizo algo que ella nunca imaginó y que cambió su vida para siempre.
"Buenos días, Emma", saludó Hannah a la camarera del café local que visitaba todas las mañanas. No tenía mucho dinero, pero ir a tomar una taza de café todos los días la mantenía cuerda en su vejez. Todos la conocían, y los dueños a menudo no la dejaban pagar porque conocían su situación.
Hannah tiene un hijo, George, que trabaja en Nueva York y no se preocupa mucho por su anciana madre en Florida. Vive de su pensión, y por suerte su casa es propia, aunque se estaba deteriorando. Pero con el aumento de los precios, su presupuesto mensual no rendía igual y no era mucho lo que podía hacer.
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Hannah quería pedirle dinero a George para arreglar su casa, pero también dudaba en molestarlo. Así que hizo todo lo posible por reducir los gastos y trató de reparar las cosas lentamente.
Hannah se sentó en su mesa y pidió su café habitual y una magdalena. Miró alrededor del lugar, que no estaba muy concurrido esa mañana. Conocía a algunas de las personas allí, pero había un hombre con un niño pequeño en una mesa cercana, y Hannah nunca los había visto antes.
El hombre tenía algunos papeles sobre la mesa. “¿O eran esos planos de construcción?”, se preguntó, incapaz de ver desde su lugar. De cualquier manera, estaba completamente concentrado hasta que el niño comenzó a llorar, un grito ensordecedor que hizo que todos se volvieran.
"Joshua, Joshua, cállate", el hombre trató de consolar al niño, pero no se calmaba. En un ataque, sus diminutos brazos volcaron una taza de café e hicieron un gran desastre.
Era exactamente lo que necesitaba, pero no tenía idea de cómo llegó a su bolso.
El hombre parecía tan nervioso que Hannah no podía quedarse quieta. Se puso de pie, se acercó y distrajo al niño. "¡Oye, chico! ¡Oye! Eres el chico más guapo que existe", se sentó y distrajo al niño con caras graciosas y palabras dulces.
El hombre le dirigió una mirada de agradecimiento y empezó a recoger el desorden con la ayuda del mesero. Afortunadamente, Joshua pareció calmarse gracias a la atención de Hannah, y ella comenzó a alimentarlo cuando llegó su comida. Emma decidió llevar el café y la magdalena de Hannah a esa mesa para que también pudiera disfrutar su merienda.
"Muchas gracias, señora. Joshua no es un niño fácil", dijo el padre. "Soy Patricio".
"Encantada de conocerte, Patricio. Soy Hannah", respondió la mujer mayor, todavía concentrada en alimentar al niño. "Todos los bebés hacen berrinches en algún momento. Es una fase".
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Patricio suspiró. "No, no lo creo. Nuestro pediatra cree que podría ser autista. Tengo que llevarlo a más pruebas, pero he estado muy ocupado".
"Oh, pero escuché que esa es una condición manejable hoy en día con todo tipo de tratamientos y terapias, ¿verdad?", comentó Hannah, preocupada.
"Sí, pero soy un padre soltero y tengo mi compañía. No tengo tiempo para llevarlo", explicó Patricio, sacudiendo la cabeza. "Yo apenas tengo tiempo. Su madre se fue cuando él nació. Un montón de niñeras ya me han dejado".
"Bueno, solo haz el tiempo. Yo también era madre soltera y tuve que trabajar hasta los huesos mientras criaba a mi hijo", dijo Hannah, levantando una ceja. "Ahora es un hombre de negocios en Nueva York. Si yo puedo hacerlo, tú también puedes hacerlo".
"Eso espero", suspiró, sonriendo levemente.
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"¿Qué tal esto? Puedo cuidarlo. Seré su niñera. Es un niño dulce. Creo que le gusto. ¿Estás de acuerdo?", ofreció Hannah, sonriendo ampliamente.
El hombre respiró aliviado como si Hannah le hubiera ofrecido todas las respuestas del universo. Él le agradeció efusivamente y continuaron su desayuno placenteramente.
En algún momento, la pobre anciana reveló que aunque su hijo tenía éxito, no la llamaba mucho ni le enviaba dinero, por lo que ella estaba sola.
Habló de que su casa necesitaba demasiadas reparaciones y el padre soltero la escuchó atentamente. Luego le contó más sobre su relación con la madre de Joshua, que era tóxica, por decir lo menos. Hannah no podía recordar la última vez que tuvo una conversación tan profunda con alguien.
Pronto, Patricio tuvo que irse para llevar a Joshua a una cita para realizar más pruebas. Hannah le dio su dirección y número de teléfono y dijo que ni siquiera le cobraría por cuidar al niño. "Será un placer volver a sentirme útil por fin", le dijo y se despidió.
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Llegó a casa. Patricio la llamó unas horas más tarde y le pidió que lo cuidara. Dejó a Joshua, pero tomó una taza de té antes de irse.
En algún momento, Joshua se durmió en el sofá de Hannah. Estaba recogiendo cosas y hurgando en su bolso en busca de chicles cuando encontró algo extraño allí. Sacó una hoja de papel y vio la papelería de una empresa constructora local.
Sus cejas se levantaron cuando vio que era un vale por valor de $50.000 para reparaciones de la casa. Era exactamente lo que necesitaba, pero no tenía idea de cómo llegó a su bolso... hasta que Patricio vino a buscar a Joshua.
"¿Lo viste? ¿En tu bolso?", preguntó, sonriendo con complicidad.
"¿Fuiste tú? ¿Cómo puedes ofrecer tal cosa?", preguntó Hannah, encantada y sorprendida.
"Soy el dueño de esa empresa. Por eso no tengo tiempo", respondió, encogiéndose de hombros.
"¿Estás seguro de esto? Es mucho dinero y esfuerzo", preguntó.
"Estoy seguro", expresó y se abrazaron a pesar de que habían sido extraños esa mañana.
Luego de ese día, Patricio traía a Joshua casi todas las mañanas para que Hannah lo cuidara. Pronto su empresa comenzó a trabajar en la reparación de su casa. Se veía mejor que nunca, y Patricio agregó una remodelación del baño y la cocina, aunque no le dijo que valía mucho más de lo que le había ofrecido en el vale que le dio.
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Seis meses después, la casa de Hannah estaba irreconocible y ella estaba más feliz que nunca. Joshua había sido oficialmente diagnosticado con autismo, pero la mujer mayor estuvo allí para él durante todo el proceso. Ella lo llevó a terapias cuando Patricio no podía y lo atendió como si fuera su propio nieto.
Su hijo, George, vino de visita y se sorprendió al encontrar a Patricio con su hijo, disfrutando de un buen almuerzo con su madre.
Hannah le explicó todo y George no podía creer lo feliz que estaba. Ella le contó sobre las reparaciones gratuitas que Patricio hizo en la casa y lo bien que le estaba yendo a Joshua en la terapia.
George se sintió casi celoso de su relación, pero se dio cuenta de que se lo merecía por haber descuidado a su madre durante tanto tiempo. Había planeado regresar a casa porque odiaba Nueva York y encontró un excelente trabajo en el área. Comenzó a visitar a Hannah con frecuencia desde entonces y también se encariñó con Joshua.
Con el tiempo, George y Patricio se convirtieron en hermanos: se apoyaron el uno en el otro, en las buenas y en las malas. Hannah no podía creer que todo esto hubiera sucedido porque había sido amigable con algunos extraños en el café.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La amabilidad siempre será recompensada de una forma u otra: La amabilidad de Hannah con un padre soltero y su hijo le trajo mucho amor a cambio.
- Es mejor no abandonar a tus padres, especialmente si trabajaron duro para criarte: George descuidó a su madre y vio sus errores cuando regresó y vio a alguien más cuidándola.
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Esta pieza está inspirada en historias de la vida cotidiana de nuestros lectores y escrita por un escritor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes son solo para fines ilustrativos. Comparte tu historia con nosotros; tal vez cambie la vida de alguien. Si desea compartir su historia, envíela a info@amomama.com.