"¿Los dulces o la vida?", le dice un huérfano a un oficial de policía, sin saber que obtendrá una familia - Historia del día
En Halloween, un oficial de policía abre su puerta y ve a un niño disfrazado de Harry Potter agitando feliz su varita mágica. “¿Los dulces o la vida?”, dijo, dibujando una sonrisa en el oficial. No se imaginan lo que el destino les tiene reservado.
Mientras su esposa esperaba un hijo, el oficial Duarte soñaba con su futuro. Quería que el niño continuara con el legado de su familia y siguieran los pasos de su padre y su abuelo como buenos policías.
Desafortunadamente, solo tomó un momento para que esos sueños se derrumbaran. Una noche, su esposa Josefina se quejó de un dolor agudo en el abdomen que resultó en un aborto espontáneo y le quitó a la pareja la alegría de ser padres.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels
El oficial Duarte estaba sentado fuera de la habitación del hospital con la cabeza entre las manos cuando un médico se le acercó con otra terrible noticia:
“Lamento su pérdida, pero hay algo más que debe saber. Su esposa no podrá volver a concebir”.
Al escuchar esto, el oficial Duarte se quedó inmóvil y no pudo reaccionar. Su esposa yacía como un cadáver en la cama del hospital y era mucho lo que tenía que asimilar.
“Siempre podemos adoptar, cariño”, le dijo Josefina una noche después de que la dieran de alta del hospital. “Podemos darle amor a un niño y convertirnos en su familia”.
“¡Eso es imposible!”, dijo amargamente. “¡Un niño adoptado no puede reemplazar al que perdimos! ¡Tampoco puede arreglar nuestra relación! ¡Sabes por qué quería a ese niño! Quería que continuara con nuestra tradición familiar y se convirtiera en policía. Sin él, nada tiene sentido”.
“Samuel…”, dijo entre lágrimas. “¿Qué estás tratando de decir?”.
“Dormiré en la habitación de invitados a partir de esta noche”, dijo en tono hostil y se fue.
Josefina durmió sola y llorando en su dormitorio a partir de ese momento. Su esposo había cambiado. La agonía de no poder tener un hijo propio lo había convertido en alguien diferente.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels
Un día, abruptamente, empacó sus maletas y se fue a la casa de su madre. Josefina intentó preguntarle adónde iba, pero él no se molestó en responderle.
Pero el equipaje en sus manos le dijo muchas cosas. Principalmente, que no iba a volver, no en el corto plazo. Y su silencio le dijo que no le importaba ella ni su relación.
Por un momento, Josefina pensó que las cosas mejorarían eventualmente, pero ahora la había abandonado y eso rompió su corazón.
“¡Hijo! ¿Qué estás haciendo aquí?”, preguntó Marlene, muy confundida, al verlo en la puerta con sus maletas.
“Me quedaré aquí por un tiempo”, respondió y entró.
“¿Te vas a quedar aquí? ¿Por qué?”, quiso saber.
“¿Qué crees, mamá? ¿No puede un hombre tener paz en ninguna parte de este mundo?”. Arrojó su equipaje al suelo y se desplomó en el sofá.
Marlene entendió de qué se trataba. Después de estar en un hermoso matrimonio durante 60 años con un hombre al que extrañaba mucho después de su fallecimiento, sabía por qué su hijo estaba molesto.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels
“¿Josefina y tú discutieron de nuevo?”, preguntó.
“¡No hubo discusión!”, gritó el oficial Duarte. “Ella quiere adoptar y yo no quiero criar al hijo de otra persona. ¡Quería que MI hijo fuera un oficial como mi padre y mi abuelo! ¡Quería que MI hijo lo hiciera!”.
“Bueno”, dijo Marlene con suavidad. “¿Qué diferencia hace?”.
“Hace mucha diferencia, mamá. ¿Me amarías igual si fuera adoptado?”.
“Por supuesto que si”, dijo Marlene con confianza. “De hecho, lo hice. Fuiste adoptado, Samuel”.
“Vamos, mamá. Estás mintiendo, ¿cierto?”.
“No, nunca mentiría con algo así”, dijo Marlene, y el rostro del oficial Duarte era indescifrable.
“Mamá… ¿Hablas en serio?”, atinó a decir.
“Sí, hijo”, dijo Marlene. “Nunca me importó que no fueras de mi sangre. Te amaba y lo sigo haciendo, al igual que siempre lo hizo tu padre”.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels
Eso hizo que el oficial Duarte reconsiderara sus acciones. Le recordó lo indiferente que se había vuelto hacia Josefina solo porque ella había sugerido la adopción. Él la había lastimado, y supo que debía disculparse.
Entonces, tres días después, en Halloween, regresó a casa temprano en la mañana y pasó horas decorando todo para el popular “truco o trato” que tanto le gustaba a Josefina.
Esculpió caras de miedo en las calabazas y las alineó en el porche delantero. Luego puso velas en las lámparas del exterior, guardó una bolsa de dulces cerca de la mesa de la sala de estar para los niños del vecindario y preparó un desayuno especial para Josefina.
Cuando ella se despertó, él lo besó suavemente y se disculpó. “Lo siento, nena. Hablemos acerca de adoptar un niño”.
A pesar de lo sorprendida que estaba Josefina, no pudo evitar abrazarlo y llorar con todo su corazón. “Te amo”, susurró. “Me alegra tanto que estés aquí”.
De repente, una voz chillona, acompañada del sonido del timbre de la puerta, interrumpió el tierno momento. “¿TRUCO O TRATO?”, dijo la voz.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels
Samuel abrió la puerta y encontró a un niño vestido con un disfraz de Harry Potter en el porche delantero, agitando su varita en el aire como un mago. “¿Los dulces o la vida? ¡Te embrujaré si no me das golosinas!”.
El oficial Duarte se rio. “Me gusta su atuendo, señor Potter. ¿Lo hizo su mamá?”, preguntó, mirando a la mujer que lo acompañaba.
“¡Dime Harry, no señor Potter! Y ella es mi cuidadora, Sabrina. Vivo en un hogar a tres cuadras. Mis papás murieron hace dos años”, respondió el niño.
“Lo siento, amiguito”, contestó el oficial. “Te conseguiré dulces, dame un minuto. ¡No me lances hechizos, por favor!”, bromeó, antes de entrar.
Pronto, el niño se había ido, pero el oficial Duarte se sumió en sus pensamientos. Algo en el chico lo había conmovido; lo hizo sentir que tenía una extraña conexión con él que no había sentido con nadie antes.
Dos días después, la pareja visitó el hogar donde vivía el niño y el pequeño no tenía idea de que su vida cambiaría pronto.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels
“Quisiera invitarte a venir a casa con nosotros si quieres, amigo”, dijo el oficial Duarte. “Te acogeríamos por un tiempo y luego te adoptaríamos si todo va bien”.
“¿En serio quieren adoptarme?”, preguntó el chico, Adrián, preguntó con los ojos muy abiertos.
“Sí, cariño. ¿Nos querrías como tus padres?”, preguntó Josefina.
“Me encantaría volver a tener una mamá y un papá”, le dijo Adrián a los Duarte. “Creo que estaría bien”.
Un mes después, Adrián no podía imaginar su vida sin Samuel y Josefina. Se habían convertido en la familia que anhelaba y para ellos, fue el hijo con el que siempre habían soñado.
“¡Ya verás, papá! ¡Me convertiré en un policía como tú!”, le dijo Adrián al oficial Duarte un día, pero el joven policía negó con la cabeza.
“Puedes ser lo que tú quieras, hijo. Recuerda esto: te amaré y estaré orgulloso de ti siempre”.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La adopción es una maravillosa opción: El oficial Duarte pensó que nunca podría ser padre y se negaba a adoptar. Después de hablar con su madre, cambió de opinión y conoció a Adrián.
- Los lazos familiares no siempre son de sangre: Después de conocer su propia historia de adopción, el oficial Duarte se dio cuenta de que las familias se construyen con amor, no necesariamente con biología.
Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.
Te puede interesar: Millonario se burla de pobre limpiador de ventanas: se entera de que es padre soltero de dos niñas - Historia del día
Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.