Policía llena el carrito de abuela con nietos hambrientos: el abogado de ella lo visita 2 años después - Historia del día
Un amable policía ayuda a una anciana comprando alimentos para sus nietos. Dos años después, recibe la visita de su abogado.
"¿Qué está haciendo el gobierno? ¿Cómo vamos a alimentar a nuestros niños? ¿Por qué todo es tan caro?”, dijo Gladys mientras veía el precio de una lata de atún.
Sus nietos estaban en casa, esperando que ella volviera y les preparara una deliciosa cena, pero no sabía qué poner en su carrito de compras.
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Gladys, de 88 años, era abuela de dos adorables niños a los que había criado sola tras la muerte de sus padres. Su vida giraba en torno a esos chicos, y hacía todo lo posible por verlos felices. Pero ese día, en el supermercado, se sintió impotente.
Con el corazón encogido, llevó su carrito hasta la caja, sabiendo que volvería a hacer ensalada de papas y tostadas para cenar. Con la creciente inflación y el aumento de los precios, a Gladys le costaba alimentar a sus nietos.
"Señora, ¿puede darse prisa, por favor? A ese ritmo, tardará una eternidad en pagar sus cosas", le dijo la cajera a Gladys, que solo tenía monedas para pagar su cuenta.
"Un momento, cariño", respondió Gladys, intentando contar las monedas rápidamente a pesar de que le temblaban las manos. "Verás, tengo Parkinson. Estas cosas vienen con la edad... Aquí tienes", dijo, dejando el montón de monedas sobre el mostrador.
"Señora, son dos dólares de menos", se quejó la cajera, contando rápidamente las monedas.
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"¿Ah, sí? Pero yo... acabo de contar...".
"¿Qué tal si se pone al final de la fila y cuenta de nuevo? Y sí, por favor, vuelva solo si puede pagar sus cosas".
Gladys sintió que las personas que estaban alrededor la juzgaban y se puso al final de la cola sin decir nada. Mientras esperaba su turno, empezó a contar las monedas de nuevo.
En ese momento, el agente Nolan, que estaba haciendo sus compras, vio lo que le ocurría a Gladys. Se sintió muy mal por la pobre mujer y quiso ayudarla, así que llenó un carrito con alimentos y se puso en la cola detrás de Gladys.
Cuando le llegó el turno de la abuela, el oficial Nolan puso los productos en la caja y le dijo a la empleada que él pagaría la cuenta.
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"Pero joven", dijo Gladys. "¡Esto es demasiado! Oh querido, esto se siente tan mal".
"Señora", dijo el policía con una sonrisa. "Por favor, relájese. Quiero hacer esto por usted y sus nietos. Siento haber espiado su pequeña conversación en el pasillo cuando estaba examinando la lata de atún".
"Oh, vaya", respondió Gladys, avergonzada. "Por favor, no puedo aceptar esto".
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"Claro que puede, señora. Solo lo hago por mí. Verá, Dios me ayuda cada día, y quiero compartir esto con los que me rodean, así que no se sienta culpable por ello. Estoy feliz de ayudarla".
"Eres un ángel. No tengo dinero para pagarte, hijo, pero ¿qué tal si nos acompañas a cenar? A mis nietos les encantaría conocerte. Por favor, insisto".
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"Será un placer, señora", dijo el oficial Nolan. "¿A las 8:00 p.m. sería una buena hora?"
"¡Perfecto! ¡Te estaré esperando! Y por favor, llámame Gladys", añadió la anciana mientras le daba las gracias al oficial Nolan de nuevo y salía del supermercado
Esa noche, el oficial Nolan llegó a tiempo y se deshizo en elogios por la cena que Gladys había preparado: espaguetis, albóndigas y un delicioso pastel de chocolate de postre.
"¡Hace mucho tiempo que no comía algo tan bueno!", dijo. "¡Esto estaba delicioso!".
El corazón de Gladys se llenó de alegría ese día al ver a sus nietos sonriendo y jugando con el oficial Nolan.
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"Esta fue una de las mejores cenas que he tenido, Gladys", dijo antes de irse. "Y lo digo de verdad. Mi hijo nació muerto y mi mujer murió al dar a luz. Lo perdí todo en un instante, pero hoy me siento amado y completo. Muchas gracias. Créeme, esto significa mucho para mí".
"Ven cuando quieras, hijo", dijo Gladys. "A nosotros también nos encantó tenerte".
Y bueno, el oficial Nolan lo hizo. No podía resistirse a visitar a Gladys y a sus nietos los fines de semana. Casi se convirtió en una tradición que pasaran tiempo juntos y comieran bien hasta que Gladys se enfermó.
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"Debes cuidarlos cuando yo ya no esté, cariño. Eso es todo lo que quiero...", le dijo Gladys al oficial Nolan la noche antes de partir hacia su morada celestial. Ella quería que él estuviera allí para sus nietos, y Nolan cumplió su último deseo.
De pie frente al montículo de tierra fresca bajo el que yacía Gladys, el agente Nolan dijo: "María y Joel son ahora mi responsabilidad, Gladys. Haré lo que sea para asegurarme de que tengan un hogar cariñoso".
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De repente, una voz detrás de él dijo: "Y por eso quería que te viera en caso de que no estuviera para sus nietos".
El agente Nolan se giró para ver a un hombre mayor con traje que estaba detrás de él.
"Puede llamarme señor Moreno", dijo el hombre, extendiendo su mano para un apretón. "Soy el abogado de Gladys y creo que debería sentarse para lo que le voy a contar, joven".
***
"¡Esto es increíble! ¡¿El marido de Gladys dejó 2 millones de dólares a sus nietos?! ¿Por qué Gladys no tenía dinero entonces? ¡No entiendo, Sr. Moreno!".
El Sr. Moreno sacó un sobre y se lo dio al oficial Nolan. "Aquí encontrará las respuestas a sus preguntas. Por favor, discúlpeme ahora. Tengo que ir a un sitio".
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El oficial Nolan encontró una carta dentro del sobre. La abrió para leerla, y para cuando terminó, las lágrimas corrían por sus mejillas.
"No sé cómo debería llamarte. Llegaste como un ángel a nuestras vidas y las cambiaste para siempre. Gracias por todo lo que hiciste por mí y por mis nietos.
Mientras escribo esta carta hoy, una parte de mí se siente aliviada de que mis nietos tendrán un hogar cariñoso cuando yo no esté. No crecerán sin amor porque sé que tú estarás ahí para ellos.
Mi difunto exmarido le dejó a mis nietos su herencia, pero solo la recibirían si yo no era su cuidadora. ¿Pero cómo iba a abandonar a mis niños? Eran tan pequeños cuando sus padres murieron. Así que los cuidé yo sola.
Ahora que no creo que me quede mucho tiempo, te escribo esto para hacerte saber que te confío el cuidado de mis nietos. Mi casa también será tuya después de mi fallecimiento. Por favor, acéptala con gratitud. Gracias por estar ahí para nosotros.
Con amor, Gladys".
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"Se suponía que ibas a pasar más tiempo con nosotros creando recuerdos felices Gladys", dijo el oficial llorando. "Pero te prometo... Prometo criar a tus nietos de tal manera que te sientas orgullosa de mí. Ya te echo de menos".
Y el oficial Nolan cumplió su promesa. Adoptó a los nietos de Galdys y se convirtió en un padre ejemplar para ellos.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No todos los encuentros accidentales son por casualidad: Algunos son planeados por Dios para llevarte a hermosos comienzos. El encuentro del oficial Nolan con Gladys en el supermercado fue algo más que un accidente. Fue parte del plan de Dios para unirlos como familia.
- La bondad es infinita, y se puede compartir: La bondad del oficial Nolan no solo ayudó a Gladys en la tienda, sino que también proporcionó a sus nietos un hogar cariñoso tras su fallecimiento.
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