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Niño con rostro triste sentado en una acera. | Foto: Shutterstock
Niño con rostro triste sentado en una acera. | Foto: Shutterstock

Señora ve a niño en chanclas temblando de frío, luego se entera de que su madre está desaparecida - Historia del día

Una señora mayor vio al niño de la casa de enfrente deambulando casi sin ropa temblando de frío. Se acercó a él y descubrió que su madre había desaparecido.

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La Sra. Gloria estaba mirando por la ventana, como solía hacer todos los días. Le gustaba ver a las familias y a los niños correr por su calle.

Las familias más nuevas la rodeaban, y eso le causaba emoción. Algunos vecinos le pedían que cuidara a los niños de vez en cuando, lo cual también era genial.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

De lo contrario, la mujer mayor estaría sola la mayor parte del tiempo. Sus cuatro hijos vivían en diferentes ciudades y tenían sus propias familias que cuidar, por lo que casi nunca la llamaban ni estaban pendientes de ella.

Los veía en ocasiones especiales como Navidad y Año Nuevo, pero estaba sola el resto del año. Ver a otras familias era su mejor forma de entretenimiento.

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Un día, se mudó una madre soltera con un hijo al vecindario, y la Sra. Gloria notó de inmediato que la mujer usaba el lenguaje de señas con su pequeño. Por esto supuso que el niño era sordo, o mudo, o ambos.

Ella había aprendido lenguaje de señas años atrás después de hacerse amiga de una maravillosa mujer sorda en la universidad.

Fue a saludar a los nuevos vecinos, llevó un pastel y se ofreció a cuidar al chico cuando la madre lo necesitara.

“Dios mío. Muchas gracias. Tendré que aceptar esa oferta pronto”, dijo la madre, Sarah, sonriendo, y le presentó a su hijo, Isaac, a la señora mayor.

El niño se sorprendió gratamente cuando la Sra. Gloria usó lenguaje de señas perfectamente. Solo muy pocas personas que conocía sabían hacerlo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Después de hablar un poco con Sarah y aprender más sobre Isaac, que era sordo, la mujer mayor regresó a casa.

Unos días después, la Sra. Gloria se sentó cerca de su ventana a última hora de la tarde. Se había distraído cocinando todo el día, y había llegado el momento de relajarse y observar a la gente.

La mujer mayor frunció el ceño cuando vio a Isaac sentado en la acera frente a su casa. Giraba la cabeza de un lado a otro como si estuviera esperando algo. Lo que le preocupó fue que el niño llevaba un par de chanclas, shorts y una camiseta, pero hacía bastante frío por el otoño.

De repente, Isaac se abrazó y comenzó a temblar. La Sra. Gloria se preguntaba por qué no regresaba a la casa donde hacía más calor. “¿Dónde está su madre?”, pensó, preocupada.

La Sra. Gloria recogió su teléfono fijo, que estaba cerca de su ventana, y llamó a su vecina. Nadie atendía. Eso era aún más preocupante, así que agarró su abrigo y fue adonde estaba Isaac.

Usando lenguaje de señas, la mujer mayor le preguntó dónde estaba su madre.

“Ella salió al banco. Pero ha pasado mucho rato”, le respondió el niño, aunque sus manos temblaban por el frío. “No pude alcanzar mi chaqueta, así que solo quiero esperarla aquí afuera”.

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La Sra. Gloria le hizo una seña para que la acompañara y entraron a su casa, donde envolvió una manta alrededor del niño que temblaba y comenzó a llamar a todo el que podía para averiguar por qué la madre del niño había desaparecido.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

La mujer mayor marcó el teléfono celular de Sarah, pero ella no contestó. Llamó a algunos otros vecinos, pero nadie sabía dónde estaba la mujer. Ella comenzó a entrar en pánico. Sarah parecía haber desaparecido. Pero mantuvo sus emociones a raya para evitar asustar al niño.

“Por favor, si escucha algo, dígame. Tengo a su hijo conmigo. Dijo que iba rápido al banco y ahora estoy preocupada”, le dijo la Sra. Gloria a otra vecina, la Sra. Fernández.

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Casi todos en la calle habían sido alertados y esperaban que Sarah regresara pronto. Pasó una hora y otra, hasta que la Sra. Gloria volvió a marcar el teléfono celular de la madre de Isaac, y finalmente contestó.

No, no era ella. Era otra mujer. “¿Hola? ¿Quién habla? ¿Por qué contesta el teléfono de Sarah?” exigió la mujer mayor, más preocupada.

“Buenas noches. Soy la enfermera Martínez. Atendí porque nuestra paciente, Sarah, llegó de emergencia y no tiene información de contacto”, dijo la mujer. La Sra. Gloria se paró de golpe con el teléfono en el oído.

“¿Qué pasó? ¿Sarah está bien? Soy su vecina. Ella es madre soltera y tengo a su hijo conmigo. No sé si tiene familia, pero ¿puede decirme qué está pasando?”, la señora mayor preguntó angustiada, con su voz cada vez más aterrorizada mientras hablaba.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Sarah colapsó en el banco y aún no ha recuperado la conciencia. No tenemos ninguna información sobre ella y necesitamos que alguien apruebe algunos exámenes médicos”, explicó la enfermera.

“Iré allá”, dijo la Sra. Gloria y colgó.

Llevó a Isaac a su casa, lo vistió con ropa más abrigada y se fueron rápidamente al hospital.

Respondieron todas las preguntas que pudieron, pero no fue mucho. Examinaron a Sarah y dijeron que probablemente se había desmayado por la presión arterial baja.

Cuando se despertó horas más tarde, la madre explicó que tenía una afección y se había olvidado de tomar su medicación.

“Oh, cielos. ¡Al menos es algo tratable! ¡Gracias a Dios!”, dijo la Sra. Gloria.

“Gracias por cuidar a Isaac. No sé qué habría hecho. Podría haber estado solo durante horas. Mi dulce niño”, dijo la madre llorando mientras envolvía a su pequeño con sus brazos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Sarah, por favor, llámame la próxima vez. Puedes dejar a Isaac en mi casa, aunque sea por unos minutos. No te cobraré nada”.

“Me encantan los niños y puedo ser tu contacto de emergencia médica si no hay nadie más. Por favor, confía en mí”, ofreció la Sra. Gloria. Sus ojos sinceros hicieron que Sarah llorara más.

“Cariño, no estás sola. Se necesita un vecindario para pasar por la vida y criar a un niño. Te acabas de mudar a nuestro vecindario y te cuidaremos”, dijo la Sra. Gloria, palmeando el hombro de la madre soltera.

“Gracias”, susurró Sarah, con un nudo en la garganta.

A partir de ese momento, la madre comenzó a dejar a Isaac con la mujer mayor cada vez que necesitaba salir rápidamente. A la Sra. Gloria le encantaba tener cerca a la madre y a su pequeño, pues se habían convertido en una familia para ella.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Ten siempre un contacto de emergencia establecido porque nunca se sabe lo que puede pasar: El hijo de Sarah podría haber estado solo y con frío durante mucho tiempo si la Sra. Gloria no lo hubiera visto a través de su ventana. Siempre es mejor tener un contacto de emergencia y asegurarse de que alguien esté cuidando a tus hijos.

  • No tengas miedo de confiar en tus vecinos: Aunque no todos los vecinos son geniales, son las personas más cercanas a ti y es posible que tengas que confiar en ellos en algún momento.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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