"Gracias, mamá y papá", niña adoptada llora al ver su propia cama tras estar sin hogar durante años - Historia del día
Verónica y Joseph adoraban a la niña que encontraron abandonada bajo el puente de un parque, pero ella nunca les dijo una sola palabra. Sin embargo, una noche vio su nueva habitación y gritó: "Gracias, mamá y papá", dejándolos sorprendidos.
El cielo era de un hermoso color rosa mientras Verónica y Joseph paseaban juntos por el parque. Después de perder a su único hijo a causa del cáncer, la pareja descubrió que pasar tiempo en la naturaleza era terapéutico.
Cuando se acercaron al puente del parque, Verónica apoyó suavemente la cabeza en el hombro de Joseph y preguntó: "¿Deberíamos intentar tener otro hijo, cariño? Tal vez eso cambie las cosas. ¿Qué piensas?".
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Él suspiró. "Claro que podemos, cariño", dijo. "¿Pero estás segura de querer eso? Necesitamos sentirnos estables emocionalmente antes de considerarlo".
Tras una breve pausa, ella dijo: "Tienes razón", con lágrimas en los ojos. "Aún extraño a Sami… nuestro pequeño Samuel… ¿Cómo pudo irse tan pronto?".
Verónica estaba llorando, recordando a su difunto hijo, cuando notó un par de ojos mirándolos. Rápidamente, vio una silueta que desaparecía debajo del puente.
"Un segundo, cariño". Verónica se secó las lágrimas y miró debajo del puente, donde una niña pequeña la veía con grandes y tristes ojos marrones. Llevaba un vestido deteriorado y tenía la cara, las manos y los pies muy sucios.
"Hola, pequeña", dijo Verónica suavemente. "¿Qué haces aquí solita?".
La chica seguía mirándola, pero no dijo nada. "¿No quieres hablar conmigo?", preguntó. "Mi nombre es Verónica, y este es mi esposo, Joseph. ¿Cómo te llamas?".
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La chica siguió en silencio.
Verónica miró a Joseph y suspiró. "¿Puedes intentarlo tú? Parece asustada".
Joseph asintió y se acercó a la chica. "Hola, linda", dijo. "Escucha, nos estamos muriendo de hambre, e íbamos a comer unos sándwiches y chocolate caliente en ese café cerca del parque. ¿Te gustaría acompañarnos?".
"Sí, cariño", dijo Verónica, extendiendo su mano para que la niña la sostuviera. "¿Te gustaría venir con nosotros? ¡Podríamos comer algo delicioso!".
La niña los miraba alternativamente, y la confusión en su rostro era evidente.
"¡Vamos!", dijo Verónica alentándola. "¡Será divertido!".
Armándose de valor, la niña dio un par de pasos más hacia Verónica y finalmente tomó su mano. "¡Eso es!", dijo Verónica, sonriendo suavemente. "¡Vamos a buscar algo rico de comida!".
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Llevaron a la niña a la cafetería y compraron sándwiches y batidos de chocolate. Mientras comían en silencio, todos a su alrededor miraban a la pequeña, debido a su aspecto descuidado.
"Me pregunto qué estará haciendo sola una niña en ese estado, cariño", murmuró Verónica. "Deberíamos llevarla a casa, pero tendremos que informar a la policía".
"Los llamaremos mañana, cariño", sugirió Joseph. "Parece que la niña está en problemas. Necesita un buen baño y dormir en una cama de verdad".
Así que la llevaron con ellos y después de darle un baño con agua tibia, le pusieron una de las pijamas de Sami y la acostaron en la camita del niño. A la mañana siguiente, llamaron a la policía y a Servicios Sociales.
Apenas las autoridades comenzaron a interrogar a la niña, ella se escondió detrás de Verónica.
"Parece confiar en ti", le dijo la trabajadora social. "¿Pueden darle un hogar temporal? No podremos encontrar a su familia hasta que no hable, y parece que se siente segura aquí".
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"Aún no lo hemos hablado", dijo Joseph. Luego miró a Verónica y dijo: "No creo que estemos listos para eso".
"¡Claro que sí!". Verónica lo interrumpió, abrazando a la niña cerca de ella. "Estamos listos para hacer esto. ¡Se quedará en nuestro hogar!".
"Genial entonces", dijo la trabajadora. "Pueden quedarse con la niña mientras buscamos a sus padres o a cualquier otra persona que sepa quién es. ¡Buena suerte!".
Verónica no podía explicar por qué sentía una conexión tan intensa con la niña. Simplemente, no podía abandonarla después de ver cómo se aferraba a su vestido y se escondía detrás de ella. Allí se sentía protegida.
Con el paso del tiempo, Verónica y Joseph llegaron a amar a la niña como si fuera suya, y decidieron llamarla Milly. Iniciaron el proceso de adopción, en vista de que no se había podido localizar a ningún miembro de su familia.
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Pero había un problema. La niña simplemente no hablaba. Incluso cuando no le gustaba algo, no decía nada. La llevaron a un médico, quien les explicó que no tenía un problema físico que le impidiera hablar. Posiblemente, había sufrido un trauma.
"Lo describiría como un shock", dijo el médico. "La niña ha pasado por una terrible experiencia y no ha logrado superarla. Creo que lo que más necesita en esta etapa es amor y cuidados y ustedes pueden dárselo".
Esa noche, Verónica lloró, preguntándose por lo que había pasado su angelito, y resolvió hacer todo lo posible para ayudarla a sanar.
"Todo estará bien, cariño", dijo Joseph, consolándola. "Tengo una idea. No estoy seguro de si hará una diferencia significativa, ¡pero podemos intentarlo!".
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Decidieron preparar una habitación con temática de princesa para la pequeña, como sorpresa. Quitaron todas las cosas de su difunto hijo, pintaron las paredes, cambiaron la cama, y pusieron hermosos accesorios decorativos.
"¡Sorpresa!", exclamó la pareja cuando le mostraron la habitación a la niña.
En ese momento, Milly no pudo contener las lágrimas.
"¿Estás bien?", preguntó Verónica. "¿Te gusta la habitación? Sabemos cuánto te gustan las princesas".
"Gracias… gracias, mamá y papá", Verónica y Joseph se sorprendieron al escuchar a su hija adoptiva hablar por primera vez.
"La cama… la habitación… ¡Todo me encanta!", agregó. "¿Pueden llamarme Rosa?", preguntó bajando la voz.
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Joseph y Verónica no pudieron evitar llorar mientras la abrazaban. "Te llamaremos como tú quieras, mi princesita linda", agregó Joseph. "¿Rosa era tu nombre?".
La chica negó con la cabeza. "Yo… los vi en el parque, y el cielo esa tarde era de color rosa. Así quiero llamarme".
Verónica sonrió. "¡Por supuesto! ¡Te llamaremos Rosa!".
Más tarde ese día, la niña compartió su desgarradora historia. Reveló que ella y su madre estuvieron en las calles durante años, y cuando murió, se quedó sola. Dormía debajo del puente o en cualquier lugar que pudiera encontrar y comía desperdicios.
La pareja estaba llorando después de eso y la abrazaron. "Rosa", dijo Verónica. "También recuerdo los cielos de color rosa ese día. Creo que todo esto estaba destinado a suceder".
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- El amor es la medicina más poderosa del mundo, capaz de hacer milagros: El amor de Verónica y Joseph sanó el corazón roto de la pequeña Rosa, y ella a su vez les ayudó a superar el dolor por la pérdida de su hijito.
- Una verdadera familia se conforma con poderosos lazos de amor: Cuando Verónica y Joseph encontraron a la pequeña niña sola y desamparada, no dudaron en acogerla. En poco tiempo se convirtieron en una hermosa familia.
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