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Dos bebés en una cama. | Foto: Shutterstock
Dos bebés en una cama. | Foto: Shutterstock

Le reproché a mi esposo su miserable salario sin saber que gastaba la mayor parte en 2 bebés que yo nunca había visto - Mi historia

Vanessa Guzmán
09 feb 2023
15:40

Mi esposo y yo peleábamos como locos debido a nuestra mala situación financiera y al hecho de que él siempre llegaba tarde a casa. Decidí seguirlo un día y me sorprendió cuando lo vi entrar a la casa de su hermano, pero fue recibido por una mujer.

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“No podemos seguir así. Pensé que ganabas mucho más. ¿A dónde va nuestro dinero todos los meses?”, le reproché a mi esposo, Gustavo, quien parecía enojado.

Sabía que no era justo culparlo por nuestra situación financiera. Yo tampoco estaba contribuyendo con la situación. Pero no entendía lo que estaba pasando.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Se frotó la frente y miró al suelo. “No sé qué decirte. Las cosas son más caras ahora. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo. De verdad”, dijo, con voz triste.

“Lo siento. Lo sé. Es solo que... no entiendo. Antes solía alcanzarnos el dinero sin problemas hasta fin de mes, pero ahora no”, dije con tono de disculpa.

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Pero algo dentro de mí me decía que Gustavo no estaba siendo del todo sincero. Sí, ahora las cosas estaban más caras y yo estaba desempleada, pero debería quedar algo de dinero para guardar.

Por lo menos unos $50. Pero no quedaba nada para depositar en nuestras cuentas de ahorro. Estaba preocupada por el futuro.

Renuncié a mi trabajo de medio tiempo unos meses atrás porque tenía una condición de salud crónica que empeoraba con el estrés y la ansiedad.

Gustavo era el único proveedor, pero como yo era la persona a cargo de pagar las facturas, sabía que las cosas estaban mal ahora. Pero no solían estar así unos meses atrás, incluso después de haber quedado sin empleo, y no habíamos cambiado nuestros hábitos de gasto.

Gustavo debía estar escondiendo algún tipo de gasto. O… algo peor.

Mi esposo y yo ya habíamos tenido varias peleas. Una, en particular, sucedió a causa de su hermano, Daniel, y su esposa, Fabiana. Ellos eran personas que nadie quisiera tener como familia.

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Eran codiciosos y tacaños, como lo demostraron hace un tiempo atrás cuando estábamos a punto de quedarnos sin hogar.

Cuando Gustavo y yo nos casamos, nos retrasamos en el alquiler varias veces debido a diferentes circunstancias, incluidas mis facturas médicas. Ellos se negaron a alojarnos, ni siquiera nos permitieron quedarnos un solo día.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Ese no es mi problema”, me dijo Fabiana cuando le rogué porque no teníamos otras opciones. Afortunadamente, un amigo nos prestó suficiente dinero para alquilar una habitación pequeña hasta que nos recuperáramos.

Trabajamos como locos para devolverle el dinero a ese amigo y alquilar otro apartamento.

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Algún tiempo después, estábamos en una reunión familiar y yo estaba hablando con la tía de Gustavo sobre lo difícil que se había vuelto mi situación de salud y que podría tener que renunciar a mi trabajo. Fabiana puso los ojos en blanco, pero no dijo nada. La ignoré para mantener la paz.

Más tarde esa misma noche, surgió el tema de los hijos y expresé lo mucho que deseaba tener bebés y que había soñado con ser madre toda mi vida. Esa vez, Fabiana no se quedó callada.

“¿Tú? ¿Ser madre? ¡JA! Con todos tus problemas y lo mal que ustedes dos manejan el dinero, ¡es mejor que no tengan hijos!”.

“¡Porque aquí nadie te va a dar dinero cuando no puedas pagar el alquiler, incluso con un bebé en brazos!”, se burló ella con odio. “Además, ¿quién quiere lidiar con una madre mentalmente inestable?”.

La habitación permaneció en silencio. Yo miré a Gustavo para que me defendiera, pero no lo hizo. Dejamos esa reunión poco después. Peleé mucho con mi esposo esa noche.

De hecho, casi nos separamos. Pero al final, nos reconciliamos e intentamos seguir adelante, evitando a Fabiana y Daniel tanto como fuera posible.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Sin embargo, algo estaba pasando ahora, y no estaba segura de qué era. Pero podría ser algo que nunca sería capaz de perdonar.

Yo estaba conduciendo detrás del auto de mi esposo una noche. Sí, me sentía desesperada y decidí esperarlo afuera de su trabajo. Me dijo que llegaría tarde a casa, pero lo vi salir de su oficina a las 5 p. m.

El recorrido estaba siendo insoportable. Un millón de escenarios pasaban por mi cabeza. ¿A dónde va? ¿Qué está haciendo? ¿Me estará siendo infiel? Dios, ¿podría perdonar una infidelidad?

Sin embargo, Gustavo giró hacia una calle familiar y lo vi estacionarse en la entrada de la casa de su hermano. ¿Por qué los va a visitar? Acordamos evitarlos. ¿Qué estaba pasando?

Salió del auto y la puerta principal se abrió, revelando a Fabiana, quien sonrió cuando mi esposo se acercó y luego lo envolvió en sus brazos. Por supuesto, pensé lo peor.

¿Me estaba engañando de verdad con Fabiana? Una mujer que no me respetaba ni tenía ninguna simpatía. Además, ¿dónde estaba Daniel? ¿Gustavo realmente traicionaría a su hermano? Nada de esto tenía ningún sentido.

Pero no iba a sentarme en mi auto a quedarme pensando. Estacioné el vehículo, cerré la puerta con fuerza y entré como una furia en esa casa, lista para arrojar una estela de fuego sobre esos dos infieles. No perdonaría a Gustavo esta vez.

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Para mi sorpresa, vi a mi esposo... sosteniendo un bebé y a otro bebé en los brazos de Fabiana. ¿Qué? Fabiana y Daniel no tenían hijos, que yo supiera. Bueno, no habíamos hablado con ellos en algún tiempo, pero esto era sorprendente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“¿Qué está pasando aquí? ¿Vienes aquí todas las noches? Esos bebés... ¿son tuyos, Gustavo?”, pregunté, con mi voz más baja de lo que quería. Esperaba gritarles, pero mi voz se apaciguó al ver a esos dos bebés.

“¿Qué? Juana, ¿qué estás diciendo? ¡Por supuesto que no! Estos son los bebés de Fabiana y Daniel”, respondió, acercándose a mí.

“Pero... ¿Por qué no me dijiste? Pensé que no habías hablado con ellos en un tiempo”, dije sin aliento.

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“No lo había hecho... hasta hace poco. Bueno, unos meses. Pero puedo explicarlo. Es solo que no sabía cómo decírtelo”, comenzó él, pero Fabiana se acercó.

“Creo que yo debería explicar, Gustavo”, comenzó ella, mirándome con expresión sincera. No la reconocía para nada, aunque era la misma cuñada que siempre me había hablado como si fuera basura.

“Tuve estos bebés hace un tiempo, y Gustavo ha estado ayudando con dinero y pasando tiempo con ellos”.

“¿Dinero? ¿Por qué necesitas dinero? A ti ya Daniel siempre les había ido muy bien”, dije, y Fabiana parecía a punto de llorar.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Así era. Pensaba que así era, y fui una persona horrible al respecto. Fui muy presumida con todos. Lamento mucho todo lo hiriente que te dije”.

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“La verdad es que Daniel estaba haciendo algo malo en el trabajo”, respondió ella, “y la verdad salió a la luz. Actualmente está en la cárcel. Pero eso no es lo peor. Me estaba engañando con su secretaria, quien proporcionó evidencia para demostrar que él estaba haciendo algo turbio”.

“¡Dios mío!”, dije, y ella y Gustavo me instaron a sentarme.

Me dieron más detalles sobre la situación. Parecía que Daniel debía mucho dinero y todas sus cuentas fueron embargadas.

Lo único que no podían quitarles era la casa de Fabiana porque todavía estaba a nombre de su madre. Pero sus cuentas fueron congeladas, lo que sucedió cuando ella tenía siete meses de embarazo de los gemelos.

Eso significa que estaba culpando a mi esposo por nuestras malas finanzas, y en realidad estaba ayudando a mantener a dos bebés. No tenía idea de qué hacer en ese momento.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué harías tú? ¿Perdonarías a Fabiana? ¿Perdonarías a mi esposo por mantener este secreto? ¿Debo ser amable y olvidar los altercados del pasado?

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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