Mujer halla fajos de dinero debajo del piso: se entera de que su esposo renunció a su trabajo hace meses - Historia del día
Una mujer que confía plenamente en su marido se sorprende al encontrar un fajo de dinero bajo el suelo de su casa. Luego descubre algo que la deja sin palabras.
Esperanza siempre se había considerado afortunada. A pesar de que su madre falleció muy joven, nunca le faltó amor, gracias a su padre. Y cuando se enamoró por primera vez, conoció al hombre más maravilloso que podía pedir.
Oscar era atractivo, cariñoso y, lo más importante, la amaba profundamente. Tenía su propia casita, que le habían dejado sus difuntos padres, y se mudaron allí poco después de casarse.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
A Esperanza le encantaba Oscar. Él trabajaba en un estudio de dibujo y no ganaba mucho dinero, pero ella lo quería a pesar de todo, aunque su padre no estaba contento con su matrimonio.
"Podrías haberlo hecho mejor, Esperanza", le decía. "Ojalá te hubieras casado con alguien que te cuidara cuando yo no estuviera. No creo que Oscar sea ese tipo de hombre".
Cuatro años después, el padre de Esperanza murió en un terrible accidente en la fábrica donde trabajaba. Estaba destrozada tras perderlo, y solo el amor y los cuidados de Oscar la ayudaron a seguir adelante.
Pero cuando todo parecía mejorar, otra tragedia los golpeó. Esperanza se desmayó un día, y resultó que estaba enferma, muy enferma. Un tumor cerebral, dijeron los médicos.
Esperanza necesitaba cirugía, o podría ser fatal. Pero no tenían seguro, y el escaso sueldo de Oscar no llegaría a cubrir el procedimiento. Ninguno de estos obstáculos lo detendría, porque le había prometido a su esposa enferma que haría cualquier cosa para que mejorara.
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"Sabes que haré lo que sea por ti, Esperanza", le dijo. "Prometimos estar el uno para el otro en la salud y en la enfermedad. Te quiero".
Y Oscar realmente lo intentó. Hizo todo lo que pudo. Pero las cosas no funcionaban. La condición de Esperanza empeoró, y los doctores dijeron que necesitaba cirugía lo antes posible.
Esos fueron los días en que Oscar comenzó a llegar tarde a casa. Cuando Esperanza le preguntó, él le dijo que estaba trabajando más horas en la oficina para poder pagar la operación.
"No te preocupes, cariño", le dijo. "Todo se arreglará, ya lo verás. Lo superaremos, te lo prometo. Lo superaremos juntos".
Esperanza confiaba en él. Confiaba en todo lo que él decía. Cada palabra. ¿Estaba cometiendo un error?
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Un día, después de que Oscar se fuera a trabajar, Esperanza fue al sótano a recoger algo y notó que algunas tablas del piso lucían extrañas, como si alguien las hubiera cambiado recientemente. Al pasar por encima, hicieron un extraño crujido.
Esperanza sacó el martillo de la caja de herramientas y decidió quitar las tablas de madera. Al hacerlo, se quedó sin palabras al ver lo que había allí.
La mujer encontró fajos de billetes bajo las tablas de madera. “¿Tanto dinero? ¿Qué hace esto ahí?”, se preguntó asombrada. No había visto tanto dinero en su vida. ¿De dónde había salido? ¿Oscar sabía algo al respecto?
Esperanza volvió al salón con todo el dinero y marcó el número de Oscar, pero la llamada no se realizó. Llamó a su trabajo y se llevó el susto de su vida.
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"Él, ¿qué?", preguntó.
"Me temo que no sabemos nada de su paradero", dijo la persona que contestó el teléfono. "El señor Oscar renunció a su cargo hace dos meses".
"¡Pero él nunca me dijo nada de esto! ¿Cómo ha podido renunciar a su trabajo?".
"Lo siento, señora Esperanza, pero no tenemos ninguna información adicional sobre su marido. Que tenga un buen día".
Cuando se cortó la llamada, Esperanza sintió miedo. Necesitaban dinero para su tratamiento, ¿y Oscar había dejado su trabajo?
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"Entonces, ¿adónde iba cada mañana cuando se iba a trabajar? ¿Y las horas extras? Y el dinero… ¿de dónde venía?".
Esperanza sentía que la cabeza le iba a estallar con las innumerables preguntas que tenía.
"Por favor, dime que no estás metido en algo ilegal, Oscar", dijo entre lágrimas, mirando todo el dinero que había encontrado. Temía que Oscar hubiera ido demasiado lejos. Le preocupaba que todo se viniera abajo.
Esa noche, cuando regresó a casa, Esperanza se enfrentó a él. "¡Oscar, tenemos que hablar!", le dijo en cuanto él entró.
Él vio todo el dinero sobre la mesa y se quedó sin palabras. "Esperanza…", balbuceó. "¿Cómo, dónde… dónde conseguiste eso?".
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"Tú lo sabrás mejor que yo Oscar, ¿verdad?", dijo ella llorando. "¿Qué escondes, Oscar? ¿De dónde ha salido todo este dinero?".
Oscar suspiró y dijo: "Mira, cariño, puedo explicártelo".
"¡Quiero que lo hagas! Solo dime que no estás metido en nada malo, cariño, por favor. Mira, te quiero. Siempre te querré".
"Esperanza", dijo él, cogiéndole las manos. "Yo lo conseguí en el trabajo."
"¿En el trabajo?", respondió ella. "¿Qué quieres decir? ¡Dejaste tu trabajo, Oscar! ¿Por qué no lo sabía? Llamé a tu oficina porque no podía ubicarte, ¿y adivina qué? Me dijeron que habías dejado el trabajo hace meses".
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"Lo siento", dijo en voz baja. "Trabajo en una fábrica… Llevo meses haciéndolo… Y se gana bien".
"¿Qué?".
"Como hago horas extras, me pagan más que a los demás trabajadores… era todo lo que podía hacer por tu operación. Sé que perdiste a tu padre en un accidente en la fábrica, y estabas traumatizada, Esperanza, así que no te lo dije. Lo siento. No quise lastimarte. No quise lastimarte ni ocultarte nada. Quiero que estés bien, y quiero que vivamos una buena vida. Una vida feliz".
Esperanza no pudo contener las lágrimas. "¿De verdad hiciste eso?", preguntó.
"Lo hice", confesó. "El sueldo del otro trabajo no era muy bueno, ya lo sabes. No tenía salida. Te quiero, Esperanza. Nunca te mentiría. Tuve que esconder todo ese dinero porque no quería que lo supieras… eso es todo".
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"Lo siento, cariño", sollozó ella, abrazándolo con fuerza. "Debería ser yo quien se disculpara. Oscar, mira, no quiero perderte. Ese trabajo… es peligroso. Ya se nos ocurrirá algo, ¿ok? Podemos hacer esta cirugía sin que tengas que trabajar allí".
Sonrió y le secó las lágrimas. "La buena noticia es que ya casi lo tenemos, Esperanza. Le pedí un préstamo a mi jefe y con eso tendremos fondos suficientes por ahora. Podemos ir a ver a tu médico esta semana y programar la operación. Hagámoslo, ¿de acuerdo?".
Una semana después, se programó la cirugía de Esperanza, y salió bien. A pesar de las dificultades, Oscar lo hizo: salvó a Esperanza.
"Ojalá papá estuviera aquí, Oscar", fue lo primero que dijo Esperanza tras recuperar la consciencia. "Espero que sepa que he encontrado a la persona que siempre cuidará de mí. Estaría muy orgulloso de ti. Lo sé. Estaría tan orgulloso de ti".
Pronto, Esperanza y Oscar volvieron a una vida normal y un año después, le dieron la bienvenida al mundo a su hija. Se convirtieron en los mejores padres para su maravillosa niña.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Cuando queremos a una persona, podemos hacer cualquier cosa por ella: Oscar quería tanto a Esperanza que le ocultó lo peligroso de su trabajo, pero no se rindió hasta que pudo costear su operación.
- El amor y la confianza son las piedras angulares de cualquier relación: Esperanza dudó de Oscar tras descubrir el misterioso dinero y enterarse de su renuncia. Pero se arrepintió cuando se enteró de sus verdaderas intenciones.
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