Hombre de 92 regala a su nieto un viejo reloj oxidado y le pide que intente venderlo - Historia del día
Joseph veía como explotaban a su nieto en su trabajo a pesar de su increíble talento. Una noche, le dio su viejo reloj y le pidió que fuera a tres sitios distintos para determinar su valor. Cuando finalmente descubrió su valor real, aprendió una valiosa lección.
A los 92 años, Joseph empezaba a sentirse débil y rara vez salía de su habitación. Pero esa noche esperaba a su nieto Jack en el salón. Siempre volvía tarde del trabajo y el anciano sentía que lo estaba pasando mal.
Era una pena que Jack tuviera que conformarse con un lugar así. Era el alumno más brillante de su clase y se había graduado en la universidad con honores. Podría alcanzar las estrellas si quisiera, pero estaba sobrecargado y era infravalorado en su empleo. A menudo se lo contaba a sus padres y a su abuelo cuando podía, y solían recordarle que se merecía algo mucho mejor.
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Con el paso de los meses, su humor se había deteriorado. Siempre estaba cansado e irritable, y el abuelo estaba harto. Le daría a su nieto la lección de su vida antes de que siguiera malgastando su vida en esta situación. Sentía que su cuerpo se debilitaba cada día más, y tenía que sacar a Jack de esta situación antes de que fuera demasiado tarde.
Salió de la tienda totalmente sorprendido, después de que el dueño le diera la noticia más asombrosa.
La puerta principal se abrió y Joseph levantó los ojos para ver entrar a Jack mientras murmuraba algo para sí mismo. Se quitó la chaqueta y de repente se fijó en su abuelo sentado en el sofá.
"Abuelo, ¿qué haces aquí? Es bastante tarde", comentó Jack con mirada confusa.
"Ven aquí, muchacho. Quiero darte algo", comenzó Joseph, haciendo un gesto a Jack para que se uniera a él en el sofá.
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"¿Qué es?". El joven tenía curiosidad.
"Aquí tienes", dijo el hombre mayor, sacando un viejo reloj de su bolsillo y mostrándoselo a Jack. "Este reloj tiene más de cien años. Quiero que lo lleves a la casa de empeños y veas lo que vale".
Jack lo tomó y frunció los labios. El reloj había dejado de funcionar hacía años y estaba oxidado por todas partes. Sin embargo, accedió, asintió a su abuelo y le instó a que se fuera a la cama.
Al día siguiente, Jack fue a la casa de empeños local, y el dueño le dijo que solo pagaría 10 dólares por él. Esta oferta tan baja no desanimó a su abuelo.
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"Llévalo entonces a la joyería. A ver cuánto pagarían por él", sugirió Joseph, y aunque Jack le miró raro, decidió apaciguar al viejo.
Jack no tenía mejores noticias para su abuelo cuando regresó de la joyería. "Lo siento, abuelo. El dueño de la tienda dijo que no vale más de 75 dólares y solo porque es histórico", explicó, devolviéndole el reloj a su abuelo y encogiéndose de hombros.
Joseph negó con la cabeza y le devolvió el reloj a las manos. "No. Tienes que quedártelo. Vete a Chicago. Allí hay una tienda de antigüedades. Allí también puedes comprobar su valor".
Jack estaba cansado. No tenía tiempo para ir a Chicago, especialmente con sus agotadoras tareas en el trabajo. Estaba casi enfadado con el hombre, pero su abuelo siempre había sido un gran hombre. En sus entrañas, sabía que debía haber una razón por la que le pedía esto.
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Así que en su día libre del trabajo, condujo hasta Chicago y buscó la tienda de antigüedades que su abuelo le había mencionado. Estaba apartada, pero Jack acabó encontrándola.
Salió de la tienda totalmente sorprendido, después de que el dueño le diera la noticia más asombrosa. Estaba dispuesto a pagar 500.000 dólares por el reloj porque sería el complemento perfecto para su colección. Era extremadamente valioso a pesar de su estado.
Jack se subió al coche y corrió a casa para contárselo a su abuelo. Desgraciadamente, había varios vehículos fuera de su casa y vio a su madre llorando cuando entró. El abuelo había muerto unas horas antes y se estaban preparando para trasladar el cadáver.
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Se quedó en la sala en estado de shock. Su cuerpo era casi incapaz de moverse, y lamentó no haber llegado antes. Deseaba haber podido darle la noticia a su abuelo y despedirse de él.
Cuando se llevaron a Joseph, Jack entró en su habitación y vio algo en su mesilla de noche. Era una nota.
"Quería que supieras que el lugar correcto te aprecia y te trata bien. No acabes en el lugar equivocado y no te enfades si no te aprecian. No te quedes donde nadie ve tu valor. Valórate a ti mismo".
Jack se dejó caer en la cama de su abuelo y lloró con la nota en una mano y el reloj en la otra. El abuelo Joseph conocía su valor desde el principio y quería que él también se diera cuenta del suyo.
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"Quería que hiciera algo con respecto a mi situación actual", susurró Jack para sí mismo cuando se le secaron las lágrimas. "Abuelo, te juro que nadie volverá a infravalorarme".
Ese lunes dejó su trabajo, se mudó a Chicago y montó su propio negocio en la ciudad. Pero guardó el viejo reloj de su abuelo a buen recaudo en el despacho de su casa. Nunca olvidaría la lección.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Los mayores siempre tienen las mejores lecciones que enseñar. Joseph podría haberle dicho a Jack que dejara su trabajo, pero en lugar de eso, le enseñó algo valioso que le mostró cómo actuar.
- Valórate a ti mismo. Todas las personas merecen respeto y trabajar en un buen ambiente. No hay razón ni justificación para que te desprecien. Si eso ocurre, busca algo mejor.
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