Mujer lee la historia original de un viejo artista pobre y decide visitar su casa - Historia del día
Una maestra de escuela iba de camino a casa cuando vio a un pobre anciano vendiendo libros en la carretera. Le pidió prestada una novela y, tras leer después la biografía del autor, corrió a casa del hombre al día siguiente.
A Helen le encantaba enseñar y estar rodeada de niños. Creía que la educación era necesaria para que las nuevas generaciones conocieran nuevas culturas y guardaran la curiosidad en la era de la información.
A los alumnos de Helen les encantaban sus clases, sobre todo porque tenía tácticas interesantes para hacerlas interesantes y entretenidas. Tanto si se trataba de obras clásicas de Shakespeare como de historias cortas con moraleja, ella sabía cómo hacer que todos se engancharan.
Todos los días, después de clase, solía quedarse y preparar presentaciones con imágenes y vídeos para la clase siguiente. Un día, Helen se dio cuenta de que se había quedado hasta muy tarde. Perdió el último autobús y tuvo que volver a casa andando...
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
"Menos mal que hoy no ha llovido", murmuró Helen. El tiempo de toda la semana había sido terrible, pero aquel día en particular había sido cálido y agradable.
Helen llevaba su mochila y seguía sumida en profundos pensamientos sobre la clase. Quería experimentar varias formas divertidas de enseñar literatura para que sus alumnos nunca dieran por sentada la asignatura.
Helen se sintió conmovida por la sencillez de Rowan y le preguntó de qué conocía al autor. Tras una breve pausa, el anciano reveló lo impensable.
Helen disfrutaba paseando en una tarde soleada y ventosa cuando aminoró la marcha tras fijarse en un anciano que cruzaba la calle. Vio cerca de él unas cajas de cartón y que estaba ocupado recogiendo papeles que revoloteaban a su alrededor.
Te puede interesar: Dueño de restaurante se da cuenta de que su hija roba comida, la sigue hasta que desaparece en viejo sótano - Historia del día
Helen se sintió sorprendida y confundida al mismo tiempo. Observó cómo el hombre ponía pisapapeles para mantener los papeles sueltos en su sitio sobre el pavimento de cemento. El hombre seguía mirando a su alrededor en busca de gente, y Helen se preguntó si estaría vendiendo algo. Sintió curiosidad y cruzó la calle para averiguarlo...
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
"Hola…" Helen llamó ansiosamente al anciano. "¿Para qué son estos papeles y libros?".
Helen cogió un papel que revoloteaba y empezó a leer. Las palabras del papel la conmovieron. Tenía curiosidad por saber quién las había escrito.
"¿Puedo saber de dónde los ha sacado?", preguntó humildemente al anciano. "¿Son todos cuentos infantiles? ¿Por qué no hay más copias de ellos?".
El anciano se presentó como Sam Rowan y dijo que había trabajado en una famosa editorial de la ciudad a finales de los 80.
"Con la llegada de los teléfonos móviles y los ordenadores, la gente perdió interés por la lectura", reveló Rowan. "Mi editor cerró el negocio y a mí me despidieron... Muchos empleados perdieron su trabajo pero encontraron otro alternativo".
Rowan escribió libros infantiles durante varios años e intentó venderlos porque no se le ocurría otra cosa que no fuera la literatura y la escritura. A Helen le fascinó la dedicación de aquel hombre a la escritura y decidió ayudarlo.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay
"Quiero ayudarte, pero no tengo dinero para comprarte un libro", le dijo Helen a Rowan. "Pero me encantaría que me prestaras un ejemplar, y prometo volver mañana y pagarte".
Rowan estaba encantado porque no mucha gente se interesaba siquiera por pasarse por su pequeño puesto de libros. Le dio a Helen un libro junto con su dirección.
"Me tomo dos días libres a la semana para escribir una nueva historia", informó entusiasmado a Helen.
Aquella tarde, Helen se dejó llevar por la historia de Rowan. Al terminar de leer, comprobó la biografía del autor y se quedó sin habla al ver que lo había escrito un escritor conocido cuyas historias había leído en la infancia.
¿"OWEN CARLSON"? ¿Es el famoso escritor infantil cuyos cuentos leí de pequeña?". Helen dio un respingo de sorpresa. Estaba impaciente por conocer al anciano al día siguiente porque quería más libros. También estaba confundida sobre cómo Rowan había acabado consiguiendo las novelas de Carlson.
Helen se apresuró a ir a la dirección de Rowan después del colegio y se llevó una sorpresa en un rincón venido a menos de la ciudad.
"¿Vive aquí?" murmuró Helen porque no podía creer lo que veían sus ojos después de ver la zona.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash
Rowan vivía en una vieja choza situada junto a una antigua fábrica cerrada hacía décadas. Al entrar en la casa, Helen se dio cuenta de que no estaba amueblada, salvo por una cama vieja y harapienta y un montón de cajas de cartón con papeles y libros listos para encuadernar. Miró a su alrededor en busca del anciano y lo encontró frente a una vieja máquina de escribir.
"¡Hola! Bienvenida a mi pequeño nido", saludó Rowan al ver a Helen.
Los dos charlaron largo rato. Helen se sintió conmovida por la sencillez de Rowan y le preguntó de qué conocía a Owen Carlson. Tras una breve pausa, el anciano reveló lo impensable.
"SOY OWEN CARLSON... ¡ES MI SEUDÓNIMO!", respondió.
Helen estaba conmocionada. No podía creer que estuviera con un escritor famoso cuyas historias habían alimentado sus fantasías durante su infancia. Se enteró de que Rowan no tenía familia y de que la única casa en la que vivía había sido derribada hacía años, después de que una empresa comprara el terreno. Helen sintió pena por él y se dio cuenta de que merecía el reconocimiento que había perdido.
Se acordó de una vieja amiga de la universidad que trabajaba en una editorial de la ciudad. Se llevó varias historias que Rowan había escrito, prometiendo volver con una noticia que le cambiaría la vida. Rowan no se hizo ilusiones, pero le confió los textos y esperó...
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash
Una semana después, Helen volvió a pasarse por el puesto de libros de Rowan. Pero no lo encontró allí y supo que estaría en su casa.
"Así que a mi amiga le gustaron tus historias, y..." le dijo Helen a Rowan, que no tenía ni idea. "Se lo enseñó a su editor jefe y les encantó tu trabajo".
Rowan sonrió de oreja a oreja. Le dio las gracias a Helen por recuperar un poco del reconocimiento perdido. Pero Helen interrumpió al anciano y le reveló una sorpresa mayor que le hizo llorar.
"Quieren contratarte como redactor-escritor para su columna de cuentos infantiles", reveló Helen con alegría. "Sólo tienes que aprender a escribir en un ordenador... Yo te enseñaré a hacerlo".
Rowan estaba exageradamente encantado con esta noticia. Se sentía como si hubiera viajado por un túnel oscuro durante años para saltar a la luz. Por otro lado, Helen se alegró de haber encontrado al escritor olvidado. Sabía que se merecía algo mejor por todo el conocimiento que había fomentado en las generaciones más jóvenes del pasado.
Desde entonces, Helen y Rowan fueron amigos íntimos. Cada vez que publicaba un libro bajo el seudónimo de Owen Carlson, Helen era la primera en leerlo y darle su opinión.
"¡Tío Rowan! No puedo creer que hayas escrito un libro sobre mí!". exclamó Helen con alegría tras leer el último libro de Rowan. ¡Se titulaba El ángel que me visitó y narraba la historia de la buena acción de Helen y de su amistad!
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No te lo pienses dos veces antes de ayudar a alguien que lo necesita. Cuando Helen vio a Rowan vendiendo libros en la carretera, decidió ayudarle. Al enterarse de que era un escritor famoso que había caído en el olvido debido a la llegada de la tecnología, le presentó a un conocido del ámbito literario y consiguió que lo contrataran para un puesto de escritor.
- Educar hoy a las nuevas generaciones construye un futuro más fuerte mañana. A Helen le encantaba enseñar a sus alumnos porque creía que las nuevas generaciones necesitan prosperar con el conocimiento.
Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.
Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.