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Niño revisa el buzón | Foto: Getty Images
Niño revisa el buzón | Foto: Getty Images

Niño pequeño ruega al cartero que encuentre a Dios y le de una carta, y recibe una carta a cambio - Historia del día

Susana Nunez
24 jul 2023
20:00

Un niño con el corazón roto, que anhelaba el amor y la atención de su madre, escribió una carta a Dios quejándose de ella. Al día siguiente, el cartero volvió con una dulce respuesta y lo que ocurrió a continuación fue algo que conmovió su corazón.

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Quienes pasaban por delante de la casa del pequeño Louie, en un agradable barrio, solían verlo junto a la ventana. Con la nariz pegada al cristal y los ojos brillantes por las lágrimas, el niño de 6 años miraba ansioso a su alrededor por si su madre, Mollie, regresaba.

"Cariño... quiero que dejes de llorar... Seguro que tu madre te lleva al parque cuando vuelva a casa. ¿De acuerdo?", le dijo la abuelita de Louie, Macbeth, pasando sus manos por el suave y sedoso pelo del pequeño.

Pero el niño sabía que era mentira. Estaba seguro de que, como ayer y todos los demás días que habían pasado, su madre nunca lo llevaría a pasear ni pasaría tiempo con él.

El pequeño se sentía atrapado como un pájaro enjaulado y aislado del mundo exterior. Deseaba atención y tiempo con su madre. Pero cuando eso no ocurrió, decidió buscar a Dios y quejarse. Y lo que ocurrió a continuación fue para llorar...

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"¿Vendrá mamá temprano a casa hoy? Anoche me dijo que me llevaría de compras", preguntó Louie a Macbeth, con los ojos llenos de esperanza.

"¿Una carta? ¿Es de Dios?", exclamó de alegría el niño. "¡Sí, lo es!", respondió el cartero, extendiendo un colorido sobre al emocionado chiquillo.

"¿Te lo prometió? Entonces estoy segura de que cumplirá su palabra", contestó la abuelita.

Louie siguió mirando el reloj. Pasaron varias horas, pero su madre no aparecía. Cansado de esperar, se quedó dormido en el regazo de su abuela.

"Shhhhhh... tenía que atender una emergencia... fue un accidente... ¿Comió?", susurró Mollie mientras se quitaba el abrigo y lo ponía en la percha. "Déjame llevarlo a su cama. No lo despiertes, o empezará a llorar".

Desde que el esposo de Mollie, Stewart, la dejó con su hijo de un año, ella trabajó duro para salir adelante. Era enfermera en un hospital privado y a menudo trabajaba turnos prolongados de hasta 11 horas diarias. Debido a su prisa por ganar más dinero, pasaba poco tiempo con su hijo.

A veces, hacía turnos extras los fines de semana, por lo que el único tiempo que pasaba con su hijo era cuando le daba un beso antes de dormir. Todos los días, Mollie se iba a trabajar antes de que su hijo se despertara y le besaba suavemente en la frente.

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Así que cuando Mollie prometió que lo llevaría de compras y no cumplió su palabra, el pequeño Louie se sintió más que dolido. Estaba molesto, enfadado y disgustado, y decidió contárselo a Dios.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Ese domingo, Mollie llevó a Louie a la iglesia. El niño entró caminando junto a su madre. Pero no olvidó su pequeña misión. Mientras su madre encendía velas, él se acercó sigilosamente al altar sosteniendo una Biblia y empezó a hablarle al crucifijo.

"Dios, tengo algo importante que hablar contigo. Quiero que le digas a mamá que pase tiempo conmigo... Siempre está ocupada y no tiene tiempo para mí. Por favor, Dios... Te lo ruego... Por favor, hazlo por mí... Te compraré velas con mi dinero. Te lo prometo".

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El pastor William Francis, que había oído las súplicas del niño, estaba intrigado y divertido. Suspiró ante la inocencia del niño y se acercó a él. "¡Hola, pequeño! ¿Dónde está tu mamá?", le preguntó el pastor.

"Está allí, encendiendo velas", respondió el niño, señalando a Mollie.

"Vale, ¿sabes una cosa? Puedes hablar con Dios donde quieras. No hace falta que vengas a la iglesia para eso".

"¿En serio? ¿Puedo hablar con él desde mi habitación? ¿Desde mi columpio?", exclamó Louie. "¿Mientras como?".

"¡Sí, puedes! Y si quieres algo, pídelo en nombre de Dios, y Él te lo dará, hijo".

El pequeño se sintió abrumado por lo que dijo el pastor. Corrió hacia su mamá y se puso a su lado, todavía perdido en profundos pensamientos sobre cómo hablar con Dios y hacerle entender sus preocupaciones. Fue entonces cuando hizo un pequeño plan en mente.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

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Al día siguiente, el niño esperó a que su abuelita saliera a hablar con los vecinos. Se coló sigilosamente en la habitación de Macbeth y tomó una hoja, un bolígrafo y un sobre de su cajón. Corrió a su habitación y cerró la puerta porque quería mantener en secreto lo que planeaba hacer.

Empezó a escribir algo, metió la carta en el sobre, lo cerró y esperó a que llegara el cartero. Poco después, lo vio revisando el buzón. Louie miró a su alrededor para asegurarse de que su abuela no estaba mirando y corrió hacia Cobbs Lewis con la carta en la mano.

"Señor Lewis... Espere... Tengo una carta... ¡Espere!".

"¡Eh! ¿Tienes una carta? Dámela", dijo Cobbs. Pero cuando recogió el sobre, se sorprendió al leer dos palabras, "Para Dios", escritas en él.

"¿Una carta a Dios?", exclamó asombrado el cartero. "¿Lo dices en serio?".

Tras unos segundos de duda, el pequeño Louie le dijo a Cobbs que necesitaba ayuda para encontrar la dirección de Dios. "Debes conocer la dirección de Dios... ¿Puedes mandarla ahí, por favor?".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pixabay

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El cartero se sobresaltó ante la extraña petición del niño. Se dio cuenta de que en la carta habría algo más que palabras. Así que tomó el sobre y escribió una dirección al azar, convenciéndole de que era "la dirección de Dios".

"¿Cuándo contestará? Quiero una respuesta antes de este fin de semana, señor Lewis. ¿Dios responderá pronto?".

El cartero se sonrojó y se marchó con la carta de Louie. Después de entregar su siguiente correspondencia, se sentó en la acera y abrió la carta del niño. Sus ojos brillaron con lágrimas y diversión mientras leía su petición.

"Querido Dios, te pido que entres en la cabeza de mi madre y le digas que pase tiempo conmigo", empezaba la carta.

"No tengo amigos, y me duele cuando veo que sus padres vienen al colegio a verles bailar y jugar. Mi mamá nunca viene. Por favor, dile que venga. Y quiero que juegue conmigo en casa. Por favor, dile. Te quiero, y te compraré muchas velas. Te lo prometo. Tengo dinero en mi alcancía, y le diré a la abuela que las compre. Hazlo por mí".

Rompiendo a llorar, Cobbs se sintió conmovido por la carta del pequeño Louie. Así que tomó la decisión de sorprender al niño con una "Carta de Dios".

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

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Al día siguiente, el cartero llegó a casa de Louie y le llamó con una buena noticia. "¡Eh, niño! Tienes correo!".

"¿Una carta? ¿Es de Dios?", exclamó de alegría el niño.

"¡Sí, lo es!", respondió el cartero, extendiendo un colorido sobre al emocionado chiquillo.

"Gracias, señor Lewis", gritó el niño mientras cogía la carta y corría a su habitación. Cobbs se marchó sintiéndose ligero y con el corazón feliz porque sabía que esa carta cambiaría las cosas en breve. El pequeño Louie abrió la carta con el corazón palpitando de emoción.

"Querido Louie: Soy Dios y acabo de recibir tu carta", comenzaba la carta.

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"Quería decirte que me conmueven tus palabras y que me gustaría cumplir tu deseo. Así que después de discutirlo con mis ángeles, he decidido enviar a uno de ellos a tu casa para que tu mamá pase tiempo contigo. Gracias por escribir, y me complace ayudarte. Con amor, Dios".

El pequeño Louie estaba emocionado, y sentía que su corazón brincaba de emoción. Se sentía feliz y no veía la hora de pasar tiempo con su madre. Mientras tanto, Cobbs se reunió en secreto con Mollie para tratar el asunto de su hijito.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"¿Escribiste una carta a mi hijo en nombre de Dios?", lloró Mollie tras ver la carta de Louie a Dios. "Lo siento tanto… ¿Cómo he podido ser tan descuidada con él?".

"Señorita Mollie, quisiera decirle algo. Debería estar feliz de tener un hijo tan maravilloso. Más que dinero, necesita su amor y su atención".

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Las palabras del amable cartero causaron un gran impacto en Mollie. Se dio cuenta de su error y decidió arreglar las cosas con su hijo. Se tomó unas largas vacaciones, y pronto se fue a París con Louie y la abuela Macbeth. Juntos pasaron unos días maravillosos.

A partir de ese día, Mollie se aseguró de asistir a los actos escolares de su pequeño hijo, y él dejó de sentirse solo y excluido. Incluso hizo nuevos amigos en clase y nunca volvió a quejarse.

Satisfecho por el resultado, el niño cumplió su promesa a Dios. Compró velas con los 35 dólares que había ahorrado y las encendió en la iglesia un domingo de visita. Luego se reunió con el pastor para darle las gracias.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pixabay

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"¡Pastor William! ¡Tenía usted razón! Si pedimos en nombre de Dios, Él nos lo da sin demora", exclamó, y el pastor quedó intrigado por las palabras del niño.

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Al día siguiente, el pequeño Louie llamó a Cobbs después de verlo fuera de su casa. "¡Señor Lewis!... ¡Espere!... ¡Tengo una carta para Dios!".

El cartero la tomó y se alejó alegremente. Al llegar al final de la calle, se sentó en la acera y abrió el sobre.

"Querido Dios, muchas gracias por ayudarme. Después de que enviaras el ángel a mi casa, mamá empezó a pasar mucho tiempo conmigo. Espero que te hayan gustado mis velas. Quería decirte algo. No me importa compartir mi habitación con el ángel, ¿vale? Te quiero :)".

Cobbs derramó lágrimas de alegría ante la conmovedora carta del pequeño Louie mientras se alejaba a la luz del día para entregar el resto del correo.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Pasa tiempo de calidad con tus hijos. Necesitan tu atención y tus cuidados más que el dinero. Mollie trabajaba duro para dar lo mejor a su hijo Louie. Pero apenas pasaba tiempo con él. Eso le pasó factura al niño. Cuando se vio privado de la atención y los cuidados de su madre, escribió a Dios pidiéndole ayuda para cambiar la situación.
  • Un pequeño acto de bondad puede traer felicidad a la vida de alguien. Cuando el cartero Cobbs se enteró de las súplicas de Louie en su carta, se disfrazó de Dios y escribió al niño. También habló con su madre y le explicó la necesidad de ocuparse más por él. Al final, las plegarias del pequeño fueron escuchadas, y su mamá empezó a pasar más tiempo con él.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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