Un policía responde a una llamada al 911 y encuentra a una madre de cuatro hijos incapaz de alimentar a su bebé - Historia del día

Una madre de cuatro niños quedó al cuidado de sus hijos después de que su marido se marchara a un viaje de negocios. Poco después, un policía respondió a una llamada al 911 de la mujer a altas horas de la noche y la encontró teniendo serios problemas para alimentar a su hijo recién nacido.

Amanda era ama de casa y madre de cuatro hijos. Su marido, James, tenía que trabajar duro para mantener a su creciente familia y a menudo estaba de viaje de negocios por todo el país.

Aunque siempre había soñado con ser madre, Amanda nunca se dio cuenta del trabajo que suponía criar a cuatro niños. Tenía un hijo de 6 años que se recuperaba de una pierna rota, niños de 3 y 4 años a los que les gustaba corretear, y un bebé que dependía de ella para tomar leche.

Una semana en concreto, el marido de Amanda se marchó a otro viaje de negocios. Se despertó con el llanto de su hijo, hambriento de leche. Lo cogió en brazos e intentó amamantarlo, pero se dio cuenta de que su reserva de leche materna ya no era suficiente para alimentarlo.

"Aguanta, Pete", le dijo, intentando consolar a su bebé. "Lo siento, parece que mamá no tiene leche suficiente para saciar tu apetito", añadió con tristeza.

Amanda no sabía qué hacer. No podía dejar a los niños en casa para comprar leche de fórmula. Llamó a su marido, con la esperanza de que pudiera pedirle a alguien que fuera a comprarles leche.

James empezó a llamar a sus amigos que vivían en el barrio, pero como eran cerca de las dos de la madrugada, nadie contestaba.

El llanto de Pete era cada vez más fuerte, y a Amanda le preocupaba que despertara a los demás niños. Si se despertaban, se desataría el caos, y Amanda estaba segura de que se volvería loca. Al darse cuenta de que su marido no podía ayudarla, decidió actuar por su cuenta.

Intentó llamar a su madre y a los vecinos, pero nadie contestaba. Entonces la madre, frenética, se dio cuenta de que había un número al que podía llamar y que sin duda atendería: 911.

Tras un par de llamadas, contestó un operador. "911, ¿cuál es su emergencia?".

"Hola", dijo Amanda, casi sin aliento. Llevaba casi una hora dando vueltas por la casa, intentando calmar el llanto de su hijo. "Necesito ayuda. Mi hijo no deja de llorar porque no puedo darle leche. No puedo salir de casa para comprar leche de fórmula. ¿Puede alguien ayudarme?", preguntó.

"¿Se encuentra en algún tipo de peligro, señora?", preguntó el operador.

"No, pero podría estarlo si mi bebé no deja de llorar. Por favor, por favor, ¿puede enviar rápidamente a alguien con leche de fórmula? Por favor, necesito ayuda", suplicó Amanda, desesperada. Dio su dirección a la operadora y pidió que enviaran a alguien rápidamente.

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La operadora se alarmó ante la llamada repentina. Intentó descifrar si "leche de fórmula" era un código de peligro y quiso asegurarse de que la madre y sus hijos estaban a salvo, así que envió a un policía para que comprobara el estado de salud de la dirección.

Cuando llegó el policía, Amanda abrió la puerta con un bebé llorando en brazos.

"Lo siento, agente. Gracias por venir a vernos", le dijo. "Verá, he estado dando el pecho a mi hijo, pero parece que mi producción de leche ya no es suficiente. No puedo comprar leche de fórmula porque tengo otros tres hijos durmiendo arriba. Mi marido está fuera de la ciudad y nadie contesta al teléfono. No tuve más remedio que llamar al 911".

El agente negó con la cabeza. "No hace falta que se disculpe, señora. Yo también soy padre y sé lo difícil que es calmar a un bebé hambriento. No se preocupe. Ahora mismo le traigo leche de la tienda", dijo con una sonrisa antes de marcharse.

El amable agente, que se presentó como Joshua, se subió a su coche patrulla y condujo hasta la farmacia para comprar leche maternizada para el bebé de Amanda en plena noche.

Cuando llegó, Amanda se sintió aliviada de que su hijo pudiera por fin tomar leche y volver a dormirse. Joshua cuidó del resto de sus hijos mientras ella alimentaba a su hambriento bebé.

Cuando James llegó al día siguiente, Amanda le contó la historia del amable agente. Se dio cuenta de que otro hombre había intervenido para ayudar a su familia durante su ausencia, y se sintió muy agradecido.

Sin que Joshua lo supiera, James abrió una cuenta de GoFundMe para el hombre y su familia. Recaudó 7.500 dólares, que entregó a la familia del agente.

James no sabía que Joshua necesitaba el dinero urgentemente. Necesitaba pagar su casa antes de final de mes, o tendría que buscar otro lugar donde vivir.

James, Amanda y Joshua se hicieron buenos amigos, y a menudo quedaban para que sus hijos pudieran jugar juntos. Una llamada al 911 dio lugar a una amistad para toda la vida que ambas familias apreciaban mucho. Desde entonces, siempre se han asistido mutuamente. Además, Amanda se aseguró de abastecerse de leche maternizada para que no le volviera a faltar.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

• Siempre habrá alguien dispuesto a ayudarte. Amanda se sintió desesperada aquella noche cuando nadie respondía a sus llamadas. Sin embargo, tras llamar al 911, se dio cuenta de que siempre habría gente dispuesta a ayudar.
• Haz cosas buenas aunque nadie te vea Joshua no estaba obligado a ayudar a Amanda, pues lo único que tenía que hacer era realizar un control de bienestar tras su llamada al 911. Sin embargo, fue más allá de sus obligaciones para comprarle leche de fórmula.

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