Niño con síndrome raro fue intimidado por su apariencia. Hasta que conoció a chica como él
Pocas personas superan la época de la escuela secundaria sin sentir que están separadas de los demás, pero parece que la presión social y la pubertad moldean a la mayoría hacia un aislamiento idiosincrásico.
Austin Niehus, de 17 años, sabe cómo es sentirse solo en el mundo. El adolescente de Craig, Colorado, le dijo a People en 2015 que "me intimidaron y humillaron mucho". Liftable tiene su historia.
¿Por qué se burlaban de él? Porque tiene un trastorno genético llamado síndrome de Goldenhar.
Goldenhar es una de esas aflicciones realmente raras que solo impacta a unos pocos desafortunados, surgiendo en aproximadamente uno de cada 3,000 a 5,000 nacimientos. Originalmente descubierto en 1952, también se llama espectro oculo-auriculo-vertebral.
Si conoces un poco de latín, ese revoltijo de sílabas dará alguna pista sobre los problemas que causa el síndrome. A menudo conduce a deformidades en los oídos, la columna vertebral y los ojos, así como en mandíbulas y pómulos subdesarrollados.
Eso significa que, además de ser muy poco frecuentes, las personas con síndrome de Goldenhar a menudo tienen una "apariencia" distinta, una apariencia que los hace lucir graciosos. Afortunadamente, un grupo de extraños se juntaron para mostrarle a Austin que no estaba solo.
Gracias a los esfuerzos del canal de televisión TLC en 2016, apareció una persona muy especial en el camino del niño de 15 años.
Austin y su familia se reunieron para ver cómo se detenía el auto negro y emergía una pequeña forma del gran vehículo.
Mira el emotivo video.
Esa forma era una niña de 12 años llamada Elena, una niña que también tenía el síndrome de Goldenhar. La conexión entre los dos fue instantánea.
"Ella es increíble", dijo Austin. "Ella es el tipo de persona con la que puedes ser muy, muy buen amigo".
Elena pareció compartir su entusiasmo, diciendo: "¡Dios mío, él está allí! ¡Realmente podría tocarlo!".
La situación de Austin es conmovedora no solo por su intensidad, sino porque nos recuerda una verdad simple: no importa cuán solos se puedan sentir, siempre hay alguien más en el mundo que entiende exactamente por lo que están pasando.