Científicos han estudiado los pensamientos de los perros y revelan lo que realmente piensan de nosotros
Hay personas que tienen relaciones extraordinarias con sus perros. Duermen con ellos, se los llevan de vacaciones, y se vuelven compañeros constantes durante décadas.
Los perros son más que compañeros constantes; algunos caninos han salvado a sus dueños de incendios, han evitado los posibles asesinatos e incluso han detectado el cáncer de sus dueños. Son criaturas realmente asombrosas.
Según Futurism, una nueva investigación indica que realmente son tan cariñosos y devotos como mucha gente cree. En muchos casos, realmente sienten que son nuestros mejores amigos.
¿Mis perros realmente me aman? ¿Su comportamiento es realmente indicativo de sus sentimientos? Estas son preguntas que mucha gente ha estado haciéndose, y ahora tenemos algunas respuestas.
Gracias a los avances recientes en la tecnología de imágenes cerebrales, estamos comenzando a tener una mejor idea de lo que sucede dentro del cráneo canino. Como resultado, estamos comprendiendo mejor no solo cómo funcionan sus cerebros, sino también cómo se sienten acerca de nosotros.
Los científicos que estudian los cerebros de nuestros compañeros caninos afirman que los perros parecen amarnos y, más que eso, en realidad nos ven como su familia. De hecho, resulta que los perros dependen de los humanos más que de los suyos para el afecto, la protección y la comodidad.
La mayoría de esta información proviene de un estudio reciente de neuroimágenes sobre el procesamiento del olor en el cerebro del perro. Científicos de la cognición animal de la Universidad de Emory estudiaron a los perros mediante resonancias magnéticas para medir las respuestas neuronales que tenían al olor de las personas y otros perros.
Para medir dichas respuestas y extraer información de los datos, los científicos usaron perros y personas que eran familiares y desconocidas para el animal en cuestión. Este método es efectivo porque los perros navegan por el mundo a través de sus narices.
Como resultado, la forma en que procesan el olor ofrece una gran cantidad de información potencial sobre el comportamiento social.
Finalmente, los científicos descubrieron que el olor de los dueños de estos perros activaba el "centro de recompensa" de sus cerebros, llamado "núcleo caudado". De hecho, como resultado, de todos los olores que captan los perros, priorizan el olor humanos sobre cualquier cosa.
Esto se suma a una cantidad creciente de evidencia científica sobre las conexiones emocionales que tenemos con nuestras mascotas. Por ejemplo, en un artículo publicado en la revista PLOS One, los científicos examinaron lo que sucede en los cerebros de las mujeres cuando ven a sus hijos y sus perros (según ellos, cosas similares).
Los científicos utilizaron una máquina de resonancia magnética funcional (fMRI), que analiza el flujo sanguíneo y los niveles de oxígeno en el cerebro, para determinar qué parte del cerebro se activa. Mientras estaban en la máquina, mostraron a las mujeres, imágenes de su hijo y su perro, así como imágenes de otros niños desconocidos y otros perros.
"Varios estudios previos han encontrado que los niveles de neurohormonas como la oxitocina aumentan después de la interacción con mascotas, y las nuevas tecnologías de imágenes cerebrales nos ayudan a comenzar a comprender la base neurobiológica de la relación, cosa que es emocionante", dijo Lori Palley, DVM, del General Hospital Center for Comparative Medicine de Massachusetts y coautora principal del informe.
Además de estos hallazgos, los estudios con otras investigaciones de neuroimágenes caninas indican que hay algunas similitudes notables en la forma en que los cerebros de perros y humanos procesan los sonidos vocales emocionalmente cargados.
Investigadores en Budapest, de la Universidad Eotvos Lorand, encontraron que los sonidos felices iluminan la corteza auditiva en ambas especies. Esta característica común se refiere al sistema de comunicación excepcionalmente fuerte bajo el vínculo perro-humano.
Antes de este estudio, no teníamos idea de qué sucede dentro de los cerebros caninos cuando los humanos hacen ruido. En resumen: no es que los perros parezcan darse cuenta de nuestros sutiles cambios de humor, sino que están físicamente programados para detectarlos.