"Nunca olvidaré sus gritos": Mujer halla 145 ballenas varadas y muriendo en la playa
Liz Carlson vivió lo que califica como la peor pesadilla de su vida al no poder salvar a un enorme grupo de ballenas encalladas en la arena de una playa remota neozelandesa.
Lo que sería una caminata tranquila y relajante por la isla Stewart, en Nueva Zelanda, se convirtió en una escena de terror de la que la bloguera Liz Carlson y su amigo Julian Ripoll, quienes se toparon con un desolador escenario.
Mientras excursionaban por la playa al aterdecer, Liz y Julian notaron sonidos provenientes de la costa, al acercarse un poco más notaron rápidamente que se trataba de ballenas.
Sin pensarlo dos veces, ambos salieron corriendo a socorrerlas, solo para darse cuenta que sería imposible lograrlo entre los dos, ya que los mamíferos son demasiado grandes, informó BBC.
UNA ESCENA DESGARRADORA
Ante el desespero, Ripoll corrió tan rapido como pudo unos 15 kilómetros, hacia una caseta que servía como punto de encuentro para expertos en conservación. Allí estaba lo único que los podría comunicar con el resto del mundo, una radio; pues por lo remota de la isla, sus teléfonos no tenía ni un ápice de señal.
Por su parte Liz se quedó sentada en el agua junto a los animales, mientras veía con impotencia la agonía de las 145 ballenas piloto.
La historia fue publicada por la norteamericana en sus redes sociales, para dar a conocer el triste evento que calificó como la peor pesadilla de su vida, la cual estuvo enmarcada por el llanto desesperado de las pobres ballenas.
EL LLANTO DE DESESPERO DE CIENTOS DE BALLENAS AGONIZANTES
"Nunca me olvidaré de su llanto, de la forma en que me miraban mientras me sentaba junto a ellas en el agua, de cómo trataban desesperadamente de nadar, pero su peso las hacía hundirse aún más en la arena", escribió en Instagram.
Sentada junto a una ballena bebé que tenía lágrimas en los ojos, Liz aceptó el cruel destino de todas ellas: "Sabía que, inevitablemente, morirían", confesó la blogger.
Poco después Julian llegó con ayuda, pero al ser de noche, tuvieron que esperar hasta que amaneciera, solo para descubrir que todo había empeorado, pues la marea había bajado. Algunas ya habían muerto y otras yacían agonizantes bajo el inclemente sol.
DESTINO MORTAL
El destino de los mamíferos estaba marcado, aunque lograron salvar algunos bebés, todos los demás murieron. Pues no habían suficientes personas en la isla de 100 habitantes, para devolverlas al mar. Para mover una sola se necesitaban 5 hombres.
Los guardaparques decidieron sacrificar las que quedaban agonizantes y acabar con su dolor. Dejaron sus cuerpos en la arena para que la naturaleza se encargue de ellos.
Expertos afirman que este tipo de ballenas suelen acudir al auxilio de algún compañero en apuros, y que es posible que estas hayan quedado en esta situación por seguir instinto de cooperación natural.
Por su parte Liz jamás olvidará este momento, que según comenta, la cambió para siempre.
UNA HISTORIA PARA QUITARSE EL MAL SABOR DE BOCA
En una historia menos trágica, una familia logra darle una segunda oportunidad a una ballena que se quedó atrapada en una red que le impedía nadar.
Michael Fischbach no lo pensó dos veces en lánzarse de su bote al agua para liberar al animal que felizmente siguió su rumbo, no sin antes agradecerle a la tripulación con un pequeño paseo junto a ellos.