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Cómo 5 meses en un campo de concentración hicieron a Miguel Gila un genio de la comedia

Vanessa Guzmán
24 ene 2019
02:15

A pesar de que hizo chistes sobre la guerra, hace algún tiempo, el humorista español estuvo en combate y vivió para contarlo.

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Miguel Gila caló en los corazones de los hogares de España a través de la cultura popular, gracias a sus monólogos sobre la guerra. Cinco meses en un campo de concentración lo convirtió en un genio de la comedia.

Sus guiónes no eran inventados, él sabía de lo que hablaba y empleaba el humor como ejercicio terapeútico, ya que sí había participado en la Guerra Civil Española, y como nunca la olvidó, convirtió en humor todas las anecdotas que vivió en la batalla.

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Miguel Gila plasmó en 'Y entonces nací yo. Memorias para desmemoriados (Temas de Hoy, 1995)', contó sobre la noche en que fue fusilado.

Él había mentido sobre su edad para alistarse en el ejército tras el golpe militar de Franco de julio de 1936 y formó parte del Regimiento Pasionaria.

Cuando la guerra estaba por termimar, en diciembre de 1938, a cinco meses de que finalizara el conflicto bélico, su escuadron vagaba por los campos de Córdoba sin nada para defenderse, cuando fueron capturados por el enemido.

“No le tenía miedo a la muerte. Estaba tan agotado, tan devorado por los piojos, por el hambre, el frío, el cansancio y la sed, que morir podía ser una liberación”, escribió Gila

Mientras la lluvia caía sobre el regimiento de Gila, estaba a punto de pagar lo que llamaban "el precio de la derrota".

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Les habían quitado los abrigos, las botas y las mantas y les habían sentado en el suelo durante horas mientras sus captores saqueaban una finca. La dueña, una mujer de unos 30 años, salió de la casa gritando: “¡Viva Franco!”. No le sirvió de nada: la violaron entre todos.

“El piquete de ejecución lo componían un grupo de moros con el estómago lleno de vino, la boca llena de gritos de júbilo y carcajadas, las manos apretando el cuello de las gallinas robadas”, escribió Gila.

Al parecer, sus verdugos estaba bajo los efectos del alcohol, pues no hubo “listos, apunten, fuego”. Dispararon a los 14 hombres una sola vez, sin rematarlos con un tiro de gracia, y siguieron bebiendo mientras asaban las gallinas robadas.

“Por mi cara corría la sangre de aquellos hombres jóvenes”, dijo Miguel Gila. En ese entonces, con 19 años, él se tuvo que hacer el muerto durante toda una noche.

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Al amanecer, cuando ya se habían ido, se incorporó, buscó otros supervivientes y encontró solo uno: el cabo Villegas.

Miguel tuvo que ayudarlo con sus heridas y le hizo un torniquete en el muslo para que evitare que siguiera sangrando y lo cargó en su hombro. Tuvieron que recorrer 18 kilómetros para llegar a Villanueva del Duque (Córdoba).

“Me fue difícil cruzar el río (Guadamatilla), sucio y revuelto por las lluvias. El cabo Villegas no pesaba mucho y yo era un muchacho fuerte, pero el terror del fusilamiento había aflojado mis piernas”, confesaba Gila.

CONVIRTIÓ EL TRAUMA EN ARTE

Lo que suele marcar la vida de muchos soldados, Gila lo hizo arte. Convirtió su síndrome postraumático y lo convirtió en lo que para él fue una carrera bien lucrada que garantizaba un bálsamo social. Gracias a Gila las dos Españas empezaron, poco a poco, a reírse juntas.

Durante los cuatro años posteriores que pasó haciendo el servicio militar comenzó su carrera como escritor cómico en publicaciones como La codorniz, Hermano lobo o Flechas y Pelayos.

En 1951 se subió al escenario del teatro Fontalba (Madrid) e improvisó un monólogo sobre sus experiencias en “la guerra”. Nunca especificaría cuál. No hacía falta.

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Para los años 50' Miguel Gila ya era un humorista popular. Francisco Franco le invitaba al Palacio de La Granja durante las conmemoraciones anuales del 18 de julio, a pesar de conocer sus afiliaciones socialistas, porque a su mujer Carmen Polo le hacía mucha gracia “lo ocurrente que era”.

La clave de su éxito, fue convertir su tragedia en humor y después de vivir 17 años en Buenos Aires por temas laborales, el humorista regresó definitivamente a España en 1985 y forjó su estatus de icono nacional.

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Él decía que el humor es la maldad de los hombres dicha con ingenuidad de niño. "La comedia es solo el resultado del dolor y el paso del tiempo” podía hacerse realidad incluso en un país con las cicatrices tan mal curadas como España.

Su comedia es catalogada como campechana y a la vez sofisticada. Amarga y rencorosa, humana y entrañable. Así forjó una comedia accesible y universal.

Gila fue artista que durante décadas consiguió que todo el país dejase de prestar atención a sus diferencias para regodearse en lo que le une.

Miguel Gila utilizó su miseria para sacar a España de la trinchera y sentarla en un diván terapéutico desde el cual encontrar cierta paz con sus propios fantasmas. Al fin y al cabo, él era uno de ellos.

HISTORIA DE VETERANO

Muchas son las historias sobre veteranos, esos hombres que dan sus vidas por sus países en la guerra, y a este hombre, su sueño se hizo realidad, después de volver a casa, gracias a 12 chicas que cumplieron sus deseos.

Conoce más de esta historia aquí.

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