La realeza llora la partida de Cristina de Borbón: amante de los animales, sensible y cocinera
Acompañados con innumerables familiares y amigos, este viernes la realeza despidió a uno de sus miembros más queridos y apreciados, la joven Cristina Elena de Borbón von Handenberg.
El pasado jueves 13 en horas de la tarde, se anunciaba el fallecimiento a sus 44 años de la hija menor del duque Francisco de Paula de Borbón y la princesa alemana Beatriz von Hardenberg, luego de sufrir un accidente del cual se sabe poco más.
Rodeada de su familia hasta el último momento, su despedida fue tan discreta como había sido su vida, la cual siempre intentó mantener al margen de la atención de los medios, y abocada a sus grandes pasiones: la cocina y los animales, a quienes cuidaba con devoción.
CHEF REAL
Cristina fue la hija del medio, entre su hermana Olivia de Borbón, la más mediática de los tres, y Francisco, cuya discreción es comparable a la de su hermana.
Su carácter era comparable al de su padre, algo reservada y tímida, pero admiraba la naturaleza de su madre, siempre libre y espontánea. De ella heredó su naturaleza artística y sensible, y adoptó su filosofía de ir siempre tras los sueños.
Su vocación la encontró en la cocina, donde desde muy pequeña disfrutaba de hacer pasteles, galletas y hasta pollo, y siempre estaba detrás de los cocineros intentando aprender sus secretos.
Pero el camino no fue fácil, su padre no veía con agrado que se dedicara a cocinar profesionalmente. Luego de estudiar Comunicación y Turismo, su madre la motivó a irse a Nueva York a hacer un curso para chef, y a partir de ahí, nada la desvió de su camino.
A su padre lo convenció con una gran cena donde los comensales ignoraban quién había estado a cargo de la comida y fue todo un éxito. Posteriormente, logró su sueño de abrir un servicio de catering especializado en alta cocina.
PEQUEÑO REFUGIO ANIMAL
En el hogar familiar de Las Rozas, Cristina se dedicaba a albergar muchos perros que rescataba, y les daba amor, libertad y cuidados para que tuvieran una vida de calidad.
También tenía a su cargo muchos hurones, los cuales hacían vida entre su ropa de lujo, y hasta un pequeño cerdo vietnamita alegraba sus días.
En su corta vida logró alcanzar de muchas maneras la felicidad al lado de su familia a la que era muy cercana, amando en forma incondicional todo lo que hacía y yendo tras sus sueños.