Murió Paulo Machado, el hombre que vivió 51 años en un hospital y siempre con una sonrisa
Paulo estuvo internado desde 1967 en el Hospital das Clínicas de la Universidad de São Paulo a causa de la poliomielitis.
Las ganas de vivir que Paulo Henrique Machado demostró en sus 53 años fueron un ejemplo para todo el que lo conoció. Aunque estuvo hospitalizado desde los tres años de edad, tuvo un ánimo insuperable hasta que dio su último aliento, el 18 de noviembre del 2020.
CONFINADO A UNA CAMA
"Paulo contrajo polio cuando era niño y era residente del Instituto de Ortopedia y Traumatología desde hace 51 años debido a las secuelas de la enfermedad y al especial cuidado que requería su condición clínica", publicó el centro médico que fue su hogar, según informó Viralistas.
A pesar de que su madre murió durante el parto y de que sus familiares lo abandonaron, el carisma que emanaba desde la cama donde estuvo postrado la mayor parte de su vida lo convirtieron en protagonista de una serie de reportajes que buscaban reflejar su esencia.
ESTABA ACTIVO EN LAS REDES
Su condición no le impidió llenarse de conocimientos. Machado se graduó de bachillerato y a través de los medios como la televisión o el Internet, descubrió su amor por los videojuegos, el cine y la animación.
El brasileño estaba llenos de amigos. Además de sus confidentes en el hospital, también tenía seguidores en las redes sociales y un canal en YouTube y otro en Twich.
ADIÓS A UN AMIGO
No bastándole con esto, también realizó su propia serie animada, llamada 'Las aventuras de Leca y sus amigos', inspirada en sus vivencias con su amiga Eliana Zagui, con quien compartió habitación por más de 40 años.
"Mi verdadero hermano, familia, compañero, confidente, mi fiel amigo hasta el día de hoy", así se despidió Zagui de su querido compañero de toda la vida, de acuerdo a Viralistas.
"SIEMPRE VALE LA PENA VIVIR"
Como ella, cientos de personas lamentan la partida del talentoso Paulo, quien lejos de sentirse abrumado por su condición, celebraba cada instante con una alegría contagiosa.
La empatía del creador de contenidos era tan vasta, que compartió su alegría durante la pandemia y siempre tuvo claro una frase que lo acompañó hasta el último de sus días: "¡Realmente vale la pena vivir!".