Chiste del día: Tres monjas cometen pecados y se confiesan
Tres monjas le dijeron a un sacerdote que iban a cometer un pecado cada una. Posteriormente, regresaron para confesarse, pero una de ellas se reía con mucha malicia al escuchar las penitencias.
En un convento, tres monjas tuvieron la idea de cometer un pecado cada una y le comunicaron al sacerdote su decisión. Él les dio su aprobación y les pidió que le confesaran sus pecados al regreso para darles una penitencia.
Tres monjas caminando juntas | Foto: Pixabay
Las monjas fueron, cometieron sus pecados y regresaron con el sacerdote para recibir sus penitencias y bendiciones. El sacerdote le preguntó a la primera monja, cuyo rostro lucía sonrojado, qué pecado había cometido.
Ella le contó que le hizo el amor a un chico. El padre le dio la bendición y le indicó que bebiera un poco de agua bendita, lo cual hizo de inmediato. Una de las monjas intentaba sin éxito contener la risa.
El sacerdote quiso saber cuál había sido el pecado de la segunda monja, quien tenía un gesto desagradable en su rostro. Ella respondió que se había peleado con otra monja. Recibió su bendición y, de penitencia, el cura le pidió que bebiera un poco de agua bendita. La segunda monja obedeció enseguida.
En esta oportunidad, la tercera monja estalló en carcajadas incontrolables. El sacerdote la miraba con mucha curiosidad, hasta que finalmente pudo preguntarle qué pecado había cometido.
Apenas conteniendo la risa, la tercera monja confesó:
"¡Oriné en el agua bendita!"
UN NIÑO Y UNA IGLESIA
Un niño estaba en la iglesia en compañía de su madre cuando sintió unas ganas incontenibles de ir al baño. Entonces, le dijo a su mamá que tenía que orinar. Su madre lo corrigió y le dijo que no mencionara la palabra orinar mientras estaba en la iglesia.
En su lugar, la madre le indicó que debía decir "susurrar" la próxima vez que necesitara ir al baño porque esa es una palabra que demuestra más educación.
El domingo siguiente, el niño fue a la iglesia con su padre y se sentaron uno al lado del otro. Esta vez, su mamá estuvo ausente.
Una vez más, el niño estaba inquieto y no podía aguantar las ganas de ir al baño, por lo que le dijo a su padre que tenía que susurrar.
Su padre respondió: "Está bien. Anda, susurra en mi oído". ¿Quieres leer más historias divertidas? Aquí puedes encontrar más.