Una mujer tiene que dejar la escuela por un trastorno del sueño, pero ejercitarse le cambió la vida
En el Reino Unido, una joven que tuvo que abandonar la escuela debido a su narcolepsia halló la forma de manejar su condición a través de la actividad física.
Belle Hutt es una joven británica de 26 años. Cuando presentó sus exámenes preuniversitarios a los 16 años, le costó mucho permanecer despierta. A pesar de estar bien descansada, le pesaban los párpados y quería dormir.
Hutt no tenía idea de qué sucedía. Un día, en pleno examen de biología, escribió una nota a su padre en el papel sin darse cuenta. Se había quedado dormida con los ojos abiertos y la mano escribiendo.
Mujer dormida sobre escritorio. | Foto: Shutterstock
DIAGNÓSTICO
Le contó a su madre lo sucedido, y ella quiso llevarla al doctor, especialmente porque la joven quería comenzar a conducir. El médico simplemente le dijo que se acostara temprano y no viera el teléfono en la noche.
Para la joven, eso no tenía sentido. Belle siempre se acostaba temprano por lo exhausta que se sentía todo el tiempo. Eventualmente, un especialista le dio el diagnóstico de narcolepsia.
Cuando la madre de Belle, Debbie, preguntó el tratamiento o cura, los doctores respondieron que no existía. La condición simplemente iría empeorando con el pasar de los años.
ACOSO
Cuando sus síntomas comenzaron a empeorar, la gente comenzó a burlarse de ella. Dibujaban en su rostro cuando se quedaba dormida y otras bromas más pesadas. Se vio obligada a dejar de ir a la escuela.
Sufría tres o cuatro ataques de sueño al día. En vez de ceder ante el sueño, se esforzaba por mantenerse despierta, pero eso le provocaba alucinaciones y cataplexia, esa debilidad muscular súbita que solemos experimentar con la risa.
Mujer sintiendo debilidad en sus manos. | Foto: Shutterstock
"Mi narcolepsia me provocó parálisis y alucinaciones", confesó la joven mujer.
Eran episodios breves de debilidad, pero a veces tan intensos que no le permitían ni hablar. Las alucinaciones aterraban a la joven, que escuchaba y veía constantemente a personas que no estaban ahí. Peor aún, el miedo disparaba episodios de cataplexia.
Durante más de tres años, Belle vivió en el infierno. Luchaba por mantenerse despierta en sus ataques, intentando mantenerse activa. Así fue como comenzó el entrenamiento físico.
NUEVA VIDA
A los 19 años, tenía ya un manojo de clientes que atendía en su propio garaje de vez en cuando. Belle sintió que era una forma de ganar dinero y ser independiente, ya que le costaba mucho conseguir empleo tras abandonar la secundaria sin graduarse.
En esa época conoció a Maikel, quien se convertiría en su compañero y futuro prometido. Luego de tres años de relación, Hutt se mudó a Ámsterdam con él para iniciar una nueva vida.
En Ámsterdam, un amigo le presentó un gimnasio que estaba reclutando instructores para clases de fitness. Belle comenzó a trabajar en el lugar, y sintió que tenía todo el apoyo que necesitaba.
La compañía fue muy comprensiva, permitiendo a Hutt tomar siestas en colchonetas de gimnasio o alfombrillas de yoga cuando lo necesita. Tras impartir sus primeras clases, Hutt sintió algo había cambiado.
Belle Hutt entrenando en el gimnasio en enero de 2020. | Foto: YouTube/Belle Hutt
La joven sintió un increíble impulso de adrenalina, y una lucidez y energía embriagadoras. Se dio cuenta de que podía dar hasta tres clases al día, y tomar sus siestas entre ellas sin problemas.
Todo iba viento en popa hasta que la pandemia de COVID-19 cerró gimnasios y tiendas en el mundo entero en 2020. Fue en ese momento cuando Belle decidió llevar sus clases a las redes sociales.
Ahora, a través de Instagram, Hutt comparte sus ejercicios cada mañana. También tiene videos de rutinas completas en su canal de YouTube. Y sus síntomas de narcolepsia están mejor que nunca.
Ahora, la joven británica lleva más de un año sin experimentar cataplexia. Es más feliz, más saludable, y siente que finalmente controla su propia vida. Y sus rutinas de ejercicio le han valido más de 33.000 seguidores.