Anciana casi no reconoce a su nieto y él canta una canción que la hace llorar - Historia del día
La abuela de Adrián apenas podía reconocer a su propio nieto. Él tuvo cierto éxito, pues una de sus canciones la conmovió hasta las lágrimas. Pero lo que sucedió después fue trágico.
Adrián era muy cercano a su abuela Edith. Su madre lo abandonó cuando apenas era un niño, y su padre murió de una enfermedad poco después. Hizo la escuela en internados, y fue criado por sus abuelos.
Su abuelo también murió un par de años después. Sus abuelos tuvieron vidas difíciles, y querían que Adrián tuviera una carrera estable. Edith soñaba con que fuera abogado. Pero él tenía otros planes: la música.
Joven tocando guitarra. | Foto: Pexels
Edith nunca se tomó los sueños de Adrián en serio. Estaba convencida de que estudiaría Derecho. Pero cuando Adrián se graduó de la escuela, comenzó a tomar clases de música.
Incluso consiguió un trabajo a medio tiempo para costear su pasión. Cada día, al llegar a casa del trabajo, se sentaba junto a Edith y le cantaba sus canciones.
Al principio, a Edith le molestó verlo perseguir el sueño de ser músico. Pero eventualmente, comenzó a apoyarlo. Al poco tiempo, Adrián ingresó en clases profesionales en la universidad, y dejó el hogar familiar.
Echó de menos a su abuela todos los días. Quería volver a verla siendo ya un exitoso cantante. Pero, tristemente, ese día jamás llegó.
Adrián iba camino a su residencia universitaria cuando sus vecinos lo llamaron para decirle que Edith había ido al mercado y nunca volvió. Un vecino la encontró deambulando sola por la calle.
Cuando Adrián la llevó al doctor, le dijeron que tenía el mal de Alzheimer. El doctor explicó que su demencia era ya severa, y necesitaría apoyo las 24 horas.
Doctor hablando con hombre joven. | Foto: Shutterstock
Adrián se tomó un tiempo de la universidad para cuidar de su abuela. Al principio, Edith estaba bien. Pero un día, cuando Adrián fue a llamarla para cenar, ella no lo reconoció.
"Abuela, ven, vamos a comer", dijo Adrián en la cocina. "Te hice tu sopa favorita hoy". Pero Edith no respondió.
Adrián volvió a llamarla. "Abuela, ¿estás ahí? Ven rápido, tu comida se va a enfriar". De nuevo, no hubo respuesta. Finalmente, subió las escaleras para ver qué pasaba, y vio la puerta de su recámara abierta.
"¡Abuela!", dijo Adrián al entrar. "¿Qué haces aquí? ¡Levántate!". Edith estaba sentada en una esquina, mirando el piso. Adrián la ayudó a ponerse en pie y la sentó en la cama.
"¿Estás bien? ¿Qué estabas haciendo en el piso? Está frío, abuela. Te vas a enfermar", le dijo. Edith le sonrió. "Gracias por tu ayuda, pero, ¿podrías llevarme a casa? Mi esposo me está esperando", dijo la mujer.
Los ojos de Adrián se cubrieron de lágrimas. "Abuela, soy yo, Adrián, tu nieto. Estás en casa, abuela. El abuelo se nos fue hace varios años ya".
Anciana mirando por la ventana. | Foto: Shutterstock
"Pero yo no tengo nietos. Quiero ir a casa. ¿Puedes llevarme a casa?", repetía Edith una y otra vez.
Adrián logró convencerla de que la llevaría a casa, y le dio de comer. Cuando cayó dormida, Adrián rompió en llanto, sin saber qué hacer. A la mañana siguiente, Edith seguía pidiendo que la llevara a casa.
Cansado de dar explicaciones, Adrián llamó al doctor. El galeno le recetó varios medicamentos a Edith, pero también le recomendó a Adrián ingresarla en un hogar para ancianos, donde pudiese recibir cuidado profesional las 24 horas.
Adrián no tenía más opciones. Aceptó el consejo del doctor y envió a Edith a un hogar para ancianos. Odió tener que hacerlo, pero sintió alivio al saber que ella sería cuidada por expertos.
Durante meses, Edith vivió en el ancianato mientras Adrián siguió sus estudios en la universidad. Entretanto, visitaba a su abuela dos veces a la semana, pero ella nunca lo reconocía.
Cuando se graduó, se llevó a su abuela a casa. Cuidaba de ella y le cantaba canciones, como antes, esperando que lo recordara. Al principio no tuvo efecto. Pero un día, cantó una canción que aprendió de niño, y ella comenzó a llorar y lo reconoció.
Abuela abrazando a nieto. | Foto: Shutterstock
Adrián no podía creer lo que estaba viendo. "¡Abuela! Por fin... es decir... soy Adrián, tu nieto. ¿Me conoces, verdad?"
"Por supuesto que sí, Adrián", dijo Edith entre risas. "¿Por qué hablas como si no te conociera?"
"Por nada abuela. Soy un tonto, a veces digo tonterías", respondió, y abrazó a su abuela con fuerza sin decir nada.
Con el paso del tiempo, Adrián se dedicó más a su música, porque creía que mejoraría la memoria de su abuela. Por suerte, también recibió un correo de un productor que quería colaborar con él en un disco.
Adrián estaba muy emocionado. Corrió a contarle todo a Edith. Ella su puso muy feliz por él, y decidió hornearle una torta. No había usado el horno en años, desde que él había entrado a la universidad.
Cuando terminó de hornear, Adrián le pidió a su abuela un poco de torta sin decorar. Ella odiaba que comiera sus tortas antes de decorarlas. Pero Edith dijo que sí, lo cual hizo pensar a Adrián que aún tenía problemas de memoria.
Torta sin decorar. | Foto: Shutterstock
El día siguiente, Adrián habló con el productor. Le ofrecieron un contrato en el acto. Camino a casa, recogió un ramo de flores para darle la buena noticia a Edith. Por fin sería un músico, y ya tenía su primer cheque.
Entró discretamente por la puerta trasera y subió las escaleras en silencio. Entró con sigilo a la alcoba de Edith, que estaba dormida. Caminó hasta su lado, apagó la lamparita y puso el ramo de flores en la mesa de noche.
Cuando se alejaba, vio la mano de Edith caer de la cama. Volvió para cubrirlas con la manta, pero notó que algo andaba mal. Intentó detectar su pulso y su respiración. Nada.
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Edith se había ido de este mundo. Adrián la abrazó y comenzó a llorar incontrolablemente. "Lo siento tanto, abuela. Llegué un poco tarde. Pero te prometo que te haré sentir orgullosa algún día. Lo juro".
Adrián dedicó su primer sencillo a su abuela, y fue un éxito masivo. Rápidamente ascendió las carteleras hasta convertirlo en una estrella de la noche a la mañana. Fue inundado de ofertas de prestigiosas agencias.
Finalmente, el día de su primer concierto, visitó la tumba de su abuela y le dejó una nota. "Lo logré, abuela. Tu nieto lo logró. Espero que estés orgullosa de mí. Te amo para siempre. Adrián".
Cementerio. | Foto: Pexels
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Ama y cuida a tus seres queridos porque sus recuerdos son lo único que te quedará cuando hayan fallecido. Adrián alcanzó la fama como músico, pero no hay nada que desee más en el mundo que pasar un instante más con su abuela.
Las personas mayores necesitan amor y cuidado. Nunca le niegues a tus seres queridos en la tercera edad la atención que necesitan, como lo hizo Adrián por su abuela.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.