Actriz de TV se enamora de un indigente y deja boquiabiertos a todos - Historia del día
Una estrella de cine se topó con un vagabundo cuando se fue de vacaciones a Europa, y el encuentro terminó cambiándole la vida al pobre hombre.
Samantha acababa de cumplir 39 años y se encontraba en lo que a ella le gustaba llamar una crisis de identidad. Vivía en Nueva York y era una actriz famosa por sus grandes interpretaciones en películas para televisión.
La dama tenía todo el éxito que podía pedir, pero en el fondo, debajo de todo ese glamour y lujo que su estatus de celebridad le permitía, se sentía sola.
Mujer con una mano en el rostro. | Foto: Pexels
Incursionó en el mundo del espectáculo desde muy joven. Sus padres, quienes también eran actores, se aseguraron de que siguiera el mismo camino de ellos. Según su padre, "allí es donde estaba el dinero".
Samantha tenía talento para ello, pero anhelaba poder relacionarse con personas reales. Los que la rodeaban eran en su mayoría, aduladores con sus propias agendas privadas.
Querían beneficiarse de ella o utilizarla como trampolín para su propio éxito. Desde muy joven aprendió a mantener a todos ellos a distancia.
Cuando se acercaba a los 40 años, Samantha empezó a pensar profundamente en su vida y en las cosas que quería hacer para mejorarla. Para ello, decidió viajar a París para pasar sus vacaciones.
Era propietaria de una hermosa mansión en una zona tranquila donde le gustaba quedarse siempre que quería escapar de la gente y del bullicio de la ciudad.
Sus días en París estaban llenos de paz y comodidad, aunque un poco molestos, porque dondequiera que mirara había una pareja abrazándose.
"Por algo la llaman la ciudad del amor", le dijo un vendedor de comida después de que ella se quejara de cuánto amor había en el aire.
"Será mejor que se compre una mascarilla si quiere evitar enamorarse", le sugirió el hombre.
Mujer. | Foto: Pexels
"Puede que tenga que conseguir su propio aire mientras está en ello, porque el ambiente está lleno de él", dijo la mujer del vendedor antes de acercarse a su marido y plantarle un beso en los labios.
Samantha se marchó sintiéndose infeliz. En realidad, ella también quería que alguien la quisiera de verdad. Pero eso resultaba difícil con toda su riqueza. Los hombres que no se dejaban seducir por ella, la repelían. "Es mi suerte", decía siempre la dama.
Un día, fue al parque cercano a su casa para ver la puesta de sol. Era uno de sus pasatiempos y le producía mucha alegría.
Cuando llegó allí, se sentó en un banco que le permitía tener una mejor visión. Mientras esperaba, comió una crujiente baguette y observó a las parejas de enamorados que paseaban.
Se dejó llevar por la fantasía de tener un amor de verdad, pero un vagabundo que se le acercaba la hizo volver a la realidad. Olía fatal y su ropa estaba sucia.
Parecía desnutrido y su cara estaba cubierta de vello facial. Muchos pensamientos revolotearon por la mente de Samantha mientras el hombre se dirigía hacia ella.
Va a pedirme un autógrafo, pensó Samantha. No, eso es ridículo, probablemente quiera robarme... No, eso tampoco puede ser. No lo haría a plena luz del día en un lugar tan público.
Cuando el hombre la alcanzó, le preguntó qué hora era en francés, pero ella respondió haciendo un gesto de que no hablaba el idioma.
Mujer y hombre conversando. | Foto: Pexels
Imagínese su sorpresa cuando el vagabundo cambió al inglés con fluidez. Él se dio cuenta de que ella se había quedado con la boca abierta, hizo una broma al respecto y así se rompió el hielo.
Durante los primeros minutos de la conversación, Samantha se mostró recelosa de hablar con el vagabundo, pero al cabo de un rato se relajó y tuvieron una auténtica conversación, algo que ella llevaba meses deseando tener.
Se rio a carcajadas al pensar en lo extraño que era que la única persona que estaba dispuesta a escucharla, fuera un hombre maloliente que no reconocía su condición de celebridad.
"¿Qué?", preguntó él, con los ojos arrugados en las esquinas al responder a su alegre vibración.
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Samantha se había dado cuenta de que el vagabundo, que se presentó como Luis, tenía unos rasgos faciales definidos. Tenía los pómulos altos y unos hermosos ojos azules que la hipnotizaban con su intensidad.
Cuando se dispuso a marcharse, él le rogó que volviera a reunirse con ella en el mismo lugar dentro de tres días, pero la dama se limitó a rechazar la petición. No tenía previsto volver a encontrarse con él, pero no podía olvidar sus ojos y la inteligencia de su mirada.
Tres días después de su primer encuentro, Samantha decidió pasar por el banco donde se conocieron y, para su sorpresa, él ya estaba allí esperándola con un ramo de rosas.
Hablaron hasta el final de la tarde, con temas que iban desde los más desenfadados, hasta los más íntimos, como la forma en que él acabó en la calle. "Llegué aquí cuando era muy joven. Es una historia bastante larga y prefiero no aburrirte con ella", dijo Luis.
Mujer sentada. | Foto: Pexels
"Vamos, quiero saberlo", insistió ella, totalmente ajena a las miradas extrañas que les dirigía la gente.
Samantha y el vagabundo reflejaban un gran contraste; ella llevaba ropa limpia y costosa, mientras que él estaba vestido con harapos sucios.
Nadie se acercó a ellos, pero los observaron con inquietud, esperando que la dama gritara en cualquier momento que el vagabundo había abusado de ella o le había robado sus cosas, pero nada de eso ocurrió.
Mientras tanto, su conversación continuaba. Tras su insistencia, Luis acabó cediendo y le contó que su familia se había trasladado a Europa para crear una empresa cuando él tenía 10 años. Lo hicieron, y se convirtió en un éxito, pero su padre fue traicionado por sus socios, y lo perdieron todo.
Su padre nunca se recuperó de la traición, y su madre nunca le perdonó por ello. Finalmente, ambos fallecieron por un ataque al corazón, dejándole sin nada. Lo echaron a la calle, donde vivió de adolescente y ahora de adulto.
"¿Por qué decidiste quedarte en la calle?", le preguntó Samantha. "¿No tienes familia en los Estados Unidos?".
"Es que nunca había pensado en eso", le dijo. "Y la vida aquí es predecible. Pensar en ser algo más que esto me da miedo".
Sus palabras entristecieron a Samantha, que le había tomado cariño. "Espero que cambies de opinión", le respondió. "Hay tanto que podrías ser". Le dejó su número de teléfono y regresó a Estados Unidos al día siguiente.
Pareja sentada en un banco. | Foto: Pexels
Meses después, cuando Samantha cumplió 40 años, recibió una llamada de un número desconocido. Era Luis. La felicitó por la feliz ocasión y le pidió permiso para reunirse. Había viajado de París a Nueva York para reunirse con su familia y verla a ella.
Samantha no se lo pensó dos veces y accedió a reunirse con él. Y cuando por fin se vieron, se sorprendió al verle con un aspecto muy diferente al de su último encuentro. Se había aseado muy bien: ya no tenía barba y llevaba puesta una ropa que acentuaba el color de sus ojos.
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Le contó cómo las palabras que ella dijo durante su última cita, lo habían hecho reflexionar. Luis consiguió un trabajo y decidió seguir adelante con su vida.
Samantha se sintió conmovida por su esfuerzo y prometió ayudarle con sus medios. También se enamoró de él y se alegró de haber encontrado por fin a su amor. Se casaron un año después y adoptaron a sus hijos.
Padres con su hija. | Foto: Pexels
¿Qué hemos aprendido de esta historia?
Asumir la responsabilidad: Después de la muerte de sus padres, Luis cayó en un estilo de vida perezoso en las calles, y sin ningún tipo de estímulo por parte de la gente, permaneció en ese ciclo hasta que llegó a la edad adulta.
No fue hasta que conoció a Samantha cuando se dio cuenta de que tenía que asumir responsabilidades y hacer algo mejor por sí mismo.
Los riesgos hacen que la vida valga la pena: No habría pasado nada entre Samantha y Luis si ella no hubiera vuelto a esa segunda cita.
Existía el riesgo de que Luis tuviera planes maliciosos con ella o incluso algo peor, pero Samantha decidió presentarse de todos modos. Su valentía y su fe fueron recompensadas. Finalmente encontró a esa persona en la que podía confiar.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.