Mi malvada madrastra botó una foto de mi difunta madre y mi padre no dijo nada - Historia del día
Cuando mi padre empezó a salir con Estela, pensé que sería genial que conociera a alguien nuevo que lo ayudara a superar a mi difunta madre. Hasta que comencé a notar su toxicidad.
Mi mamá y mi papá se amaban mucho. Cuando mamá quedó embarazada de mí, estaban ansiosos por recibirme. Papá me llegó a contar que durante el embarazo, siempre le decía a mi mamá que yo sería tan hermosa como ella.
Papá me dijo muchísimas cosas sobre ella. Desafortunadamente, no tengo muchos recuerdos de mi madre de primera mano, pues ella falleció cuando yo aún era una bebé.
Bebé. | Foto: Unsplash
Antes de mi segundo cumpleaños, a mi madre le diagnosticaron un extraño tipo de cáncer. Estaba avanzado, y los médicos apenas le dieron unos meses de vida. Fue muy repentino, y dejó a mi padre hecho añicos.
Pasó por una fuerte depresión, complicada por tener que trabajar a tiempo completo y criarme a mí por su cuenta. Años después, llegó a confesarme que yo fui lo único que le permitió tener la fuerza para seguir adelante.
Si bien nunca conocí a mi madre, siempre sentí una profunda conexión con ella. Pero mi padre vivió en soledad por muchos años. Eventualmente, siguió adelante, pero jamás volvió a ser el mismo.
Tras varios años de soltería, papá decidió comenzar a salir en citas nuevamente. En su trabajo, conoció a una mujer atractiva, y finalmente dijo sentirse listo para darle otra oportunidad al amor.
Me presentó a la mujer poco después, y llegué a verla en un par de ocasiones. A los pocos meses, eran pareja. Un día, papá me llamó para darme la gran noticia: iba a casarse con Estela.
"¡Bueno, eso es genial! Si eso es lo que te hace feliz, yo también soy feliz", respondí.
Manos con anillo de compromiso. | Foto: Unsplash
Eso fue lo que dije, pero no sabía si era la decisión correcta. No conocía muy bien a Estela, y esa me parecía que todo estaba sucediendo demasiado rápido para mi gusto.
Mis instintos me decían que algo andaba mal. Mi corazón deseaba estar equivocada. Papá realmente necesitaba esto. Pero luego de que se casaron, Estela se mudó a nuestra casa, y allí comenzaron los problemas.
Estela comenzó a tratar a mi papá como si fuese su sirviente personal. Lo obligaba a hacerse cargo de la ropa, del aseo y de cocinar. Al poco tiempo, comenzó incluso a controlar su dinero.
"Robert, ¿dónde está el resto del dinero? ¿Recuerdas que te dije que necesito botas nuevas?", dijo Estela a mi papá un día. Dicho y hecho, él sacó la cartera y le dio un fajo de billetes.
No podía creer lo que veía. Estaba furiosa con ella, y decepcionada de mi papá por permitir semejante locura. Y eso era solo el principio. Un día, mientras me probaba ropa para mi cumpleaños, Estela entró a mi cuarto.
"¿De verdad vas a salir con estos harapos, Alex?", me dijo con desparpajo. Quise responderle con insultos, pero me contuve. No dije ni una palabra por no perjudicar a mi padre.
Mujer en silencio. | Foto: Unsplash
Pero la gota que derramó el vaso fue cuando arrojó una foto de mi madre a la basura. "¡Saca eso de ahí! ¡Vuelve a ponerla en su lugar!", le grité, sobrecogida por la ira e indignación.
"¡Nadie necesita a tu madre! ¡Y nadie te necesita a ti tampoco!", me gritó Estela.
Me molestó muchísimo su altanería y su actitud grosera. Pero no tanto como me molestó la indiferencia de mi papá. Cuando dije esa última frase, miré a mi papá a los ojos, y le pregunté directamente: "¿¡No vas a decir nada!?.
Siguió callado. Me sentí tan ofendida y dolida por su silencio que ese mismo día empaqué todas mis cosas y me fui del único hogar que había conocido en mi vida.
Meses después, en mi nuevo departamento, mi papá se presentó en la puerta en terribles condiciones. Estaba sucio y cansado, y parecía un indigente. "¿¡Papá!? ¿Eres tú? ¡¿Qué te pasó!? ¡Dios mío!", dije.
"Te lo contaré todo", dijo entre lágrimas. "Después de que te fuiste, las cosas entre Estela y yo empeoraron. Sabía que lo que ella hacía estaba mal, pero traté de seguirle la corriente, porque estaba feliz de tener a alguien".
Hombre mayor. | Foto: Shutterstock
Respiró hondo y continuó. "Pero su abuso empeoró, hasta que no pude tolerarlo. Tuvimos una terrible pelea y me echó de la casa. Me encerró afuera y me dijo que nunca regresara", explicó el hombre.
"Deambulé por las calles durante unas semanas. Encontré la empresa donde trabajas, y te seguí a casa, porque no tenía tu dirección ni tu número. Pasé días reuniendo el valor para tocar tu puerta. ¡Perdóname, mija! Lo siento tanto".
"Te perdono, papá. ¡Todo está bien! Te he extrañado muchísimo"; dije. "Yo también, hija. Te amo muchísimo", me dijo. "Y yo a ti, papá. Y yo a ti", respondí.
Papá se quedó en mi departamento por un buen tiempo. Tras un complejo caso de divorcio, logramos recuperar la casa de la familia y echar a Estela.
Poco a poco, todo volvió a la normalidad. Hasta logré recuperar aquella foto de mi mamá que Estela había arrojado a la basura. Ahora está en un hermoso marco dorado en mi casa.
Nunca dejé de echar de menos a mamá, a pesar de no haberla conocido. Pero recuperar a mi papá me trajo una felicidad que pensé que sería imposible experimentar.
Padre e hija. | Foto: Shutterstock
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Siempre debemos apreciar a nuestra familia. Estela abusó del padre de Alex, quien solo se dio cuenta de eso más tarde. Sabía que su hija era más importante para él.
El perdón puede liberarnos. Alex conocía a la perfección el buen corazón de su padre, así que lo perdonó y lo ayudó a recuperar su casa.
Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirar buenas acciones.
Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.