Visitantes insultan a niña pobre que entra a una panadería a pedir bizcochos - Historia del día
Cuando una niña pobre llegó a una panadería para pedir bizcochos porque su familia estaba necesitada, la trataron como a un perro callejero.
Karen tiene hambre. Es una niña de 9 años, que lleva una semana sin bañarse, y que todos los días cumple su rutina de encontrar lo que sea para llevar a la mesa.
Pasa por una panadería. El aroma delicioso le llama la atención, y se detiene en la vidriera a ver los bollos, los pasteles, los panes y mucho más. "Ay, si tan solo pudiera comer uno de esos...".
Panadería. | Foto: Shutterstock
La niña se tantea el bolsillo y saca unas monedas. "Veré qué puedo comprar con esto".
Entró a la panadería, admirando los manjares que la rodeaban. Se detuvo frente a los pasteles a mirar. La encargada la vio e inmediatamente la echó fuera.
"¿Qué haces aquí?", dice la mujer. "Vete y no toques nada con tus sucias manos". Entonces, mientras la chica sale con la cabeza baja.
La encargada continúa con la humillación: "Estoy harta de ustedes, mendigos. ¿Cuándo se van a poner a trabajar las autoridades y a mandarlos a orfanatos como se debe?".
Karen se acerca al cajero, "disculpe, señora, ¿tiene algún bizcocho barato o algún producto de panadería quemado? Tengo poco dinero, pero pagaré".
Jonathan sintió lástima por la chica, así que le dio dos panes frescos.
"¡Gracias por su amabilidad, señor! Que Dios le bendiga".
El cajero terminó su turno de trabajo y lo único que quería era irse a casa, darse una ducha caliente y beber una cerveza.
Niñas en la calle. | Foto: Unsplash/Sergio Capuzzimati
Mientras camina hacia su hogar, vio algo sorprendente; la misma chica a la que había ayudado antes, estaba revolviendo la basura en busca de algo. "Cariño", se acerca Jonathan a ella, "¿qué buscas? ¿Tienes casa y padres?".
"Lo siento", responde Karen. "¡Me siento tan avergonzada! Mi madre está enferma y mi hermana es muy pequeña. Hago lo que puedo para ayudarlas. Pero, se lo ruego, ¡no llame a los servicios de protección de menores!".
Con los ojos llorosos, la niña continúa: "¡Mi madre terminará sola si nos llevan a mi hermana y a mí!".
Jonathan sintió pena por la niña. "Tengo una idea", dijo el hombre. "Vamos a tu casa y luego decidimos qué podemos hacer para ayudar a tu madre".
De camino a casa, Karen le contó a Jonathan que su padre las había abandonado hace un año, cuando se enteró de la enfermedad de su madre. Se llevó todos los objetos de valor y las dejó sin nada.
La escena estaba muy fresca en la memoria de Karen. Ese día, su madre apenas podía mantenerse en pie. Pero su padre no dudó en recoger sus cosas y salir por la puerta principal. "Me voy. Soy demasiado joven para desperdiciar mi vida con una esposa enferma".
"Desde aquel día, no le he vuelto a ver", dijo la niña.
"También tuve que aprender a hacer muchas cosas porque mi madre ya no podía hacerlas. Mi mamá y mi hermanita solo podían confiar. Así que aprendí a cocinar, a limpiar, y cuando nos quedamos sin dinero, empecé a pedir comida en la calle.".
Niñas caminando. | Foto: Unsplash/Annie Spratt
Llegaron a casa de Karen. La chica no le mentía. En realidad, su madre era muy frágil.
Cuando entraron, Clara, la madre de Karen, se asustó al ver que un extraño estaba entrando a la casa con su hija. "Cariño, ¿quién es?".
"Estoy aquí para ayudarte", dijo el hombre, "tu hija me lo ha contado todo".
Desde ese día, Jonathan empezó a ir todos los días a su casa e hizo todo lo posible para ayudar a la madre de la niña a recuperarse.
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Un día, cuando Jonathan le llevaba la cena a Clara, le preguntó: "¿Qué cosas te gustaría hacer una vez que estés sana de nuevo?".
"Sabes", dijo ella, "me encanta el mar. La brisa, el olor, las olas. Cuando era pequeña, vivía a la orilla del mar y cada mañana me levantaba temprano para ver salir el sol. Hace años que no veo el océano. Creo que es lo primero que me gustaría hacer".
Entonces ocurrió un milagro. A pesar del pronóstico de su médico, Clara consiguió luchar contra su enfermedad y se recuperó completamente.
Jonathan le había preparado una sorpresa. Alquiló una casa de playa en el campo, pero no dijo nada. Solo les pidió que hicieran las maletas. "Hay un lugar al que me gustaría llevarlas", les dijo.
Mujer llorando. | Foto: Unsplash/Kat J
Condujeron durante dos horas y, cuando él estacionó el vehículo a pocos metros de la playa, Clara rompió a llorar. "¡Oh, Dios mío! No puedo creerlo".
Las chicas saltaron del carro y corrieron directamente a la playa. "¡Siiiiii!"
En ese momento, Clara y Jonathan compartieron su primer beso. Un año más tarde, se casaron y finalmente se convirtieron en una verdadera familia.
Clara volvió a la universidad para terminar su carrera de Psicología y consiguió un trabajo como secretaria. Un día, mientras se dirigía al trabajo, se encontró con su exmarido, el que los abandonó cuando ella estaba enferma.
"¡No puedo creer lo que estoy viendo!" Se detiene frente a ella, completamente sorprendido. "Tienes un aspecto estupendo, ¡incluso mejor que cuando nos conocimos! Sabía que tu enfermedad no era nada grave. ¿Quizás podríamos cenar algún día?".
Clara lo miró y recordó todo lo que había pasado desde que él abandonó a su familia. "Me curé gracias al amor y al cuidado de mi familia. Es algo que tú nunca me diste. Adiós para siempre".
Playa. | Foto: Unsplash/Joshua Patterson
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Aprender de las experiencias: Clara no le guardó rencor a su exmarido. Siguió adelante con su vida y se curó con el amor que le dio su familia.
Una bendición disfrazada: A veces, los momentos más duros y oscuros de nuestras vidas pueden traer lecciones y personas valiosas.
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