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Una cabaña en la nieve | Fuente: Shutterstock
Una cabaña en la nieve | Fuente: Shutterstock

Hombre echa a esposa y recién nacido de la casa en medio del frío, pero un extraño la ayuda - Historia del día

El padre biológico de la chica la había abandonado a ella y a su madre cuando ella era solo una bebé, pero nunca imaginó que la historia se repetiría.

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El día en que patricia se casó con Adán fue el más feliz de su vida. Los dos se habían conocido en su primer día de escuela primaria a la edad de cinco años y habían pasado de ser mejores amigos a enamorarse.

La joven nunca imaginó que llegaría un día en el que no quisiera estar con su esposo, o él con ella. Nunca imaginó que quedaría sola al costado del camino con una bebé en brazos en pleno invierno con los gritos de odio de Adán resonándole en los oídos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Patricia se quedó allí con su bebé envuelta en su manta, encorvando sus hombros contra el viento. Entonces sucedió algo extraordinario. Un automóvil se detuvo junto a ella y la ventana se abrió.

El conductor se inclinó hacia adelante en su asiento. “Esta no es una noche para salir con una bebé tan pequeña. Por favor, déjame llevarte a algún lugar donde estés a salvo. ¿Tienes familiares cerca?”, preguntó.

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La mujer se mordió los labios. Había algo en este hombre que le resultaba familiar. Ella había visto su rostro antes. Podría ser un acosador, un criminal. Podría estar poniendo a su bebé en peligro.

El hombre podía ver las dudas revoloteando por el rostro de Patricia. “Por favor, me refiero a que tú y tu bebé no se hagan daño. Si me dejas ayudarte, te lo explicaré todo”.

De mala gana, la madre acomodó a su pequeña en el asiento trasero. “Tienes un asiento de bebé”, le comentó al hombre. “¿Tiene hijos?”. “No”, dijo el individuo. “Tengo un sobrino”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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“Oh”, dijo Patricia en voz baja. “No tengo a nadie. Mi mamá murió hace siete años, luego mi papá contrajo cáncer...”.

“Qué duro”, dijo el hombre con suavidad. “Perder a todos así”.

“Lo peor fue que mi papá me dijo cuando se estaba muriendo que él no era mi padre biológico. Mi mamá estaba embarazada cuando la conoció. Su pésimo novio simplemente la había abandonado y mi papá me adoptó.

“Él quería que buscara a ese hombre, pero me negué. ¿Buscar a alguien que no me quiso? ¡Nunca! Pensé que Adán y yo íbamos a formar una familia, pero creo que esa fue otra cosa en la que fallé...”.

“Tu matrimonio...”, preguntó el hombre. “¿Qué pasó?”.

“Nos conocimos cuando éramos muy jóvenes...”, dijo Patricia. “Estábamos muy enamorados, pero luego, cuando quedé embarazada, Adán cambió. Fue como si me rechazara. Dejó de mirarme, de tocarme”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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“Luego empezó a llegar tarde a casa. Bebía mucho. Esta noche fue peor aún. Me dijo que me odiaba, que le disgustaba, que no quería volver a vernos ni a mí ni a nuestra hija. Supongo que tuve la suerte de mi madre”.

El hombre se detuvo frente a una casa bien iluminada. “Patricia”, dijo en voz baja. “Has confiado en mí hasta ahora, ¿confiarías en mí un poco más?”.

“¿Cómo... cómo sabes mi nombre?”, la mujer jadeó. “¡Nunca te dije mi nombre!”.

El hombre salió del auto y desató al bebé. Patricia saltó y lo siguió hasta la puerta de la casa. El hombre tocó el timbre y otro hombre abrió la puerta.

Se veía casi exactamente como el conductor, solo unas décadas mayor, pero sus ojos eran diferentes. Eran de un azul aguamarina luminoso inusual. ¡Patricia conocía esos ojos! ¡La miraban desde el espejo todas las mañanas!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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“Tú...”, susurró la mujer. “Eres mi padre”.

“Sí”, dijo el hombre con una voz profunda y suave. “Lo soy. Sal del frío, es hora de que sepas que todavía tienes una familia”.

Patricia entró y tomó a su hija de los brazos del otro hombre. “¿Supongo que eres mi hermano?”, ella preguntó. Asintió y sonrió. “Sí”, dijo. “Soy Alejandro y tú eres mi hermana mayor”.

La madre se sentó y miró al hombre que se hacía llamar su padre. “¿Entonces estás aquí justo a tiempo para ver cómo se repite un poco la historia?”, preguntó con amargura.

“No, Patricia”, dijo su padre. “Estoy aquí para intentar enmendar un gran error. Cuando tu madre quedó embarazada yo tenía sólo dieciséis años, ella era dos años mayor. No suena como una gran diferencia, pero yo era un niño asustado”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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“Escapé, y no estoy orgulloso de eso. Años más tarde, cuando nació Alejandro, me di cuenta de lo que había hecho. Encontré a tu mamá, y vi que estaba feliz, que tu papá era un gran hombre y que eras feliz, así que me fui”.

El padre de Patricia negó con la cabeza. “Nunca imaginé que en dos años los perderías a los dos. Nunca imaginé que mi propia hija sería abandonada con un recién nacido en brazos”.

La mujer inclinó la cabeza y sintió lágrimas calientes quemar sus mejillas. Su padre se sentó a su lado y rodeó con el brazo a su hija y a su nieta. “Patricia, por favor déjame compensarte. No fui un gran padre en ese entonces, pero tal vez pueda ser el padre que necesitas ahora”.

El hombre explicó que había contratado a un detective para averiguar sobre su vida después de que sus padres fallecieran. Entonces se horrorizó al descubrir que su esposo bebía y se había jactado con sus amigos de que la dejaría botada.

Después de eso, Alejandro había comenzado a seguir a Adán a casa desde el bar cada noche. Se estacionaba fuera de la vivienda para asegurarse de que Patricia estuviera a salvo. afortunadamente, había estado allí cuando ella más lo necesitaba.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

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Como su padre era un hombre influyente con mucho dinero, contrató a un abogado para que se ocupara del divorcio de la joven madre. Le ofreció a Patricia y a su nieta un hogar con él, y cuando se conocieron, ella llegó a amar a su padre biológico.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • A veces, la ayuda proviene de los lugares más inesperados. Patricia nunca imaginó que su padre desaparecido hace mucho tiempo vendría a rescatarla.
  • Se necesita ser un gran hombre para admitir un error y corregirlo. El padre biológico de Patricia se dio cuenta de que había defraudado a su madre y estaba decidido a no fallarle a su hija.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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