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Propietario ve a una anciana llorosa salir corriendo de su farmacia y perder la conciencia frente a él - Historia del día

Guadalupe Campos
31 oct 2021
02:20

El dueño de una farmacia queda en shock cuando una anciana sale por la puerta y cae inconsciente a sus pies. Pero se enoja cuando se entera el porqué.

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Tomás Martínez silbaba mientras caminaba por la acera con el periódico bajo el brazo. Sí, sabía que era algo anticuado, pero su padre había llevado el periódico al trabajo todas las mañanas, ¡y ahora él también!

Tomás se detuvo frente a la farmacia y sonrió con orgullo. El letrero decía "Martínez y Martínez". La farmacia había pertenecido a la familia durante tres generaciones y Tomás estaba orgulloso de su legado. De repente, una mujer se tambaleó y se derrumbó a sus pies.

Farmacia. | Foto: Shutterstock

Farmacia. | Foto: Shutterstock

Tomás inmediatamente se arrodilló junto a la mujer y buscó su pulso. ¡Estaba muy acelerado! Sacó su teléfono y marcó el 911. Luego tomó la mano de la mujer entre las suyas. "Está bien, la ayuda está en camino", dijo.

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La mujer, que parecía estar cerca de los 70 años, movía los labios, tratando de hablar. "Medicamentos...", susurró. Levantó su delgada mano en la que sostenía un frasco vacío.

Taylor tomó el frasco. En la etiqueta, la paciente estaba identificada como Honoria Prado, y el recipiente alguna vez había contenido medicación cardíaca. La indicación decía que debía tomarla todos los días.

"Señora Prado, ¿tomó hoy su medicación? Hace falta que se lo digamos a los paramédicos", preguntó.

"No...", respondió en un susurro ahogado la anciana, "no me quedaba más...".

En ese momento, la ambulancia llegó y los paramédicos rodearon a la señora Prado. Tomás pidió permiso para acompañarla al hospital, y los paramédicos se lo permitieron.

Una anciana cargando bolsas | Foto: Unsplash

Una anciana cargando bolsas | Foto: Unsplash

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De camino al hospital, la señora Prado pudo referir su historia a Tomás. Le contó que había ido a la farmacia para comprar su medicación para el corazón, pero que no pudo hacerlo porque le faltaban 20 centavos.

"Le dije al joven que volvería mañana", dijo la señora Prado, con lágrimas en los ojos. "Pero me dijo que era un parásito. Le dije que en verdad necesitaba la medicación, pero empezó a gritarme...".

"¿Le gritó?", se indignó el farmacéutico, "¿el hombre en la farmacia?"

"Sí", dijo la señora Prado, "un hombre alto y delgado con gafas azules. Dijo algunas cosas muy hirientes...".

Para entonces, llegaron al hospital. La señora Prado fue internada, medicada y estabilizada. Tomás habló con la médica antes de irse.

"Estará bien", dijo la doctora. "Es un problema cuando se saltean la medicación porque no la pueden pagar...".

"O porque alguien no les da un descuento de 20 céntimos", gruñó Tomás.

La médica lo miró extrañada. "¿Descuento? No, si las farmacias aquí no dan descuento a ancianos...".

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Ambulancia y personal médico. | Foto: Unsplash

Ambulancia y personal médico. | Foto: Unsplash

"¡Pues ahora los darán!", dijo, y se marchó. Cuando llegó a la farmacia, encontró a sus empleados, Diego y Rita, hablando livianamente de cómo él había corrido a "otra vieja pedigüeña".

"Vaya farsante", decía Diego, "me dijo que se me iba a morir acá. ¡Como si yo le fuera a creer!".

"Deberías haberle creído", dijo Tomás, "porque casi se muere en serio".

"¿Jefe?", preguntó Diego, dando un respingo. "No querrá decir que esa bruja...".

"Esa 'bruja', como la llamas, es una cliente y merece que se la trate con respeto", dijo con frialdad.

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"Con el respeto que se merece usted, señor, los clientes pagan su compra. Esta mujer es una mendiga, un parásito que quiere que otros le solucionen todo".

"A la mujer le faltaban 20 céntimos. No era una timadora, era una clienta desesperada pidiendo ayuda, y no tuviste el corazón para darle la medicación que necesitaba. Lo que no entiendes es que la gente que viene aquí necesita simpatía tanto como medicamentos. Estás despedido".

"Pero por favor, señor Martínez, ¡usted sabe que tengo una madre enferma y que tengo que pagar la renta y el crédito del coche!".

Manos ancianas con monedas. | Foto: Unsplash

Manos ancianas con monedas. | Foto: Unsplash

"La señora Prado es la madre de alguien que casi se muere hoy por su falta de empatía. Todo lo que tenías que hacer era poner 20 céntimos. Yo te los hubiera reembolsado."

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"Creo que mereces la amabilidad que le diste a la señora Prado. Así que por lo que a mí respecta eres un parásito que quiere que otros le solucionen todo".

Fue el último día de trabajo de Diego en ese empleo, y Tomás se aseguró de que sus empleados supieran que no podía volver a pasar algo como eso. Apartó un fondo para los ancianos que a veces no podían pagar su medicación, y uno de ellos fue Honoria Prado.

Tomás Martínez luego inició una fundación que nucleaba a varias cadenas de farmacias, y que donaba medicamentos cruciales a quienes no podían costearlos.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

La compasión es la mayor de las virtudes, y la avaricia el peor vicio. Diego estaba dispuesto a dejar a la señora Prado sin su medicación por 20 céntimos.

La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Tomás entendió la desesperación de la señora Prado, y se aseguró de que nadie volviera a pasar por eso en su farmacia.

Comparte esta historia con tus amistades. Puede alegrarles el día y serles de inspiración.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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