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Supermercado. | Foto: Shutterstock
Supermercado. | Foto: Shutterstock

Hombre ve a una joven embarazada que sale corriendo del supermercado llorando - Historia del día

Guadalupe Campos
06 nov 2021
16:30

El encargado de una tienda echó a una embarazada pobre porque no tenía dinero para pagar la leche. Un hombre que estaba haciendo la fila para pagar decidió intervenir.

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Un día, Lydia tuvo que enfrentar la pesadilla que ninguna jovencita quiere enfrentar: quedar embarazada a una edad temprana. Su novio decidió cortar los lazos y se negó a mantener al bebé, lo que la obligó a ser madre soltera.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Lydia no provenía de una familia adinerada. Ella asistió a una escuela pública y tras graduarse trabajaba como empacadora de comestibles a tiempo parcial. Cuando las necesidades del bebé aumentaron, ya no pudo trabajar y dedicó todos sus ahorros a su embarazo.

Su vida tocó fondo cuando ni siquiera podía pagar lo esencial del supermercado. Perdió su apartamento y tuvo que vivir en hogares grupales y dormir en centros de atención comunitaria durante la noche.

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Una tarde, sintió muchísima hambre, así que decidió entrar en un supermercado cercano. Lydia tomó el bocadillo más barato y un envase de leche adecuada para mujeres embarazadas.

Cuando llegó al mostrador, vio que le faltaba un dólar para poder pagar todo. Entregó algunas monedas, pero no fue suficiente para el gerente de la tienda.

"Si no puede pagar sus artículos, salga de mi tienda. Está retrasando la fila y me está haciendo perder el tiempo con estas tonterías", gritó el gerente. Avergonzada, Lydia salió corriendo llorando.

Saúl, un hombre de mediana edad que estaba en la fila, notó que había algún problema. Cuando supo lo que había pasado, dijo que él pagaría lo que la mujer había dejado. Se volvió, y buscó algunos comestibles más, para que tuviera para unos días.

"Yo quiero aportar también", dijo un hombre desde atrás. "¡Y yo!", dijo una mujer desde la fila de al lado.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

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Salió del supermercado con una bolsa grande de alimentos, y se acercó a Lydia. "¿Eso es para mí?", dijo ella, con los ojos muy abiertos. "Sí. De parte de toda la fila del supermercado", le respondió con una amplia sonrisa.

"¿Pero por qué me ayuda?", preguntó, embargada de emoción. Saúl respondió: "Mire, mi esposa falleció de parto hace unos años. El bebé tampoco sobrevivió. Si puedo hacer algo para que otra madre con su bebé estén bien, lo voy a hacer".

Aquel día, Saúl gastó algunos billetes extra, pero sabía que había hecho más que eso. Pasaron varios años, y no volvió a ver a la joven madre en la calle.

Una mañana, mientras disfrutaba su desayuno en una cafetería, lo sorprendió la mesera cuando le dijo que la cuenta estaba paga. Le informó que una mamá que estaba con su hijito en otra mesa la había pagado.

Él se acercó. "Disculpe, señora, pero creo que debe haber un error, usted acaba de pagarme el café", le comentó a la desconocida. Lydia sonrió: Saúl, claramente, no la había reconocido.

"Verá, es que nunca olvido una cara", le respondió ella, "y menos la de alguien que me ha hecho un bien". Y le reveló que era aquella embarazada por quien él había tenido un buen gesto tanto tiempo atrás.

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"No estaríamos aquí de no ser por usted", dijo la joven. "Le debemos mucho más de lo que cree". Le reveló que gracias a los múltiples ingredientes en la compra había podido descubrir su talento para la cocina.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

Una de las trabajadoras sociales que la visitaban en el hogar en el que estaba parando quedó encantada con lo que cocinó aquel día, y la ayudó a conseguir trabajo. Hizo que una amiga que tenía un restaurante probara su comida, y eso lo cambió todo.

La dueña del restaurante quedó tan fascinada con su forma de cocinar que no dudó en apoyarla para que pudiera combinar el trabajo y la maternidad. Ahora estaba estudiando para convertirse en chef.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

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  • Un simple acto de amabilidad puede cambiarlo todo para otra persona. Saúl creía que estaba dando una mera ayuda puntual para saciar el hambre de un día o dos, pero su acción terminó cambiando el rumbo de la vida de Lydia.

Comparte esta historia con tus amistades. Puede alegrarles el día y serles de inspiración.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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