Esposo cambia drásticamente tras accidente y luego familia se entera de que no es el mismo hombre - Historia del día
Cuando su esposo tuvo un accidente durante un viaje de negocios, Grecia no pudo encontrarse con él en el hospital. A su regreso, Christian era una persona completamente diferente, aunque tenía el mismo aspecto. Entonces supieron la cruda verdad.
Grecia conoció a Christian en la escuela primaria y se enamoró locamente, aunque él no se percató de su existencia hasta su último año. Su romance floreció y se casaron a los 18 años.
Todos apoyaron a la pareja, especialmente los padres adoptivos de Christian, los Burton. Ellos lo recibieron cuando tenía unos siete años y lo adoptaron poco después. El niño los amaba, e ignoraba todo sobre su familia biológica.
Grecia quedó embarazada luego de algunos años y todos estaban entusiasmados con el bebé. Al acercarse la fecha de parto, Christian tuvo que hacer un viaje de negocios a la capital.
“Cariño, tengo ocho meses de embarazo. El médico dijo que el bebé podría venir más temprano que tarde”, argumentó su esposa, deseando que su esposo no tuviera que ir.
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“Lo sé amor. Pero es un viaje corto. Regresaré en menos de tres días y mi empresa me ofrece una licencia por paternidad”, prometió Christian. Grecia pensó que eso era fantástico y se tranquilizó.
Durante el viaje, recibió una llamada de un Hospital. Le informaron que su esposo había tenido un accidente y le pidieron que fuera. Grecia no podía tomar un vuelo en su estado y los padres de Christian estaban de viaje a Hawái. No quería preocuparlos a su edad.
Unas horas más tarde, Christian la llamó directamente. “Cariño, no sé cómo, sin embargo pronto estaré en el hospital contigo”, prometió la mujer.
“No, Grecia. No puedes. Piensa en nuestro hijo, cariño. Estoy bien. Todo va a estar bien ahora”, dijo con brusquedad.
“¡No suenas bien! ¡Necesito estar ahí!”, expresó Grecia con angustia. Pero Christian le aseguró que todo estaba bien y que pronto sería dado de alta. Ella aceptó calmarse y esperar a que regresara.
Tal como prometió, Christian regresó una semana después y parecía que no le había pasado nada. “¡Estoy tan feliz de que estés en casa, cariño! ¡Te amo demasiado!”, exclamó Grecia al verlo.
“Ah, sí. Te dije que volvería. No tenías que preocuparte”, respondió Christian con indiferencia. Grecia estaba un poco desconcertada por su actitud, así como por el hecho de que no la llamaba “bebé”, como solía hacer.
“¿Seguro de que estás bien?”, preguntó, confundida.
“Estoy perfectamente bien, mi querida esposa. ¿Qué hay para cenar?”, preguntó con una sonrisa. No se parecía a la sonrisa de Christian, pero Grecia se alegró de tenerlo de regreso y fue a la cocina para comenzar a preparar la cena.
Pensó que todo estaría bien, aunque tenía una sensación de malestar en el estómago. “¿Puede un accidente hacer que las personas cambien de personalidad?”, se preguntó.
Christian no era el mismo. La forma en que hablaba, sus gestos e incluso sus pasatiempos eran diferentes. También se vestía distinto. Era extraño. Cuando sus padres regresaron de Hawái, los saludó con torpeza. Su esposo siempre había sido cariñoso con su madre.
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Entonces las cosas empeoraron. Se puso de mal genio con ella, especialmente después del nacimiento del bebé Robin. Christian desaparecía en el bar casi todas las noches y no quería tener nada que ver con su hijo.
“Lo siento, Sra. Burton. Pero no parece mi marido en absoluto. Es su hijo, y debe haberlo sentido usted también”, le dijo Grecia a su suegra por teléfono mientras amamantaba.
“Bueno, tengo que admitir que lo noté cuando regresamos del viaje. No quise decir nada. Pensé que podría haber sido el accidente. Ahora, estoy pensando que tal vez sea el nuevo bebé. Quizás esté abrumado”, dijo la Sra. Burton, en un intento por racionalizar el comportamiento de su hijo.
Grecia no estuvo de acuerdo. Finalmente consiguió que Robin se durmiera y decidió fisgonear en la computadora de su marido. No encontró nada fuera de lo común hasta que apareció un mensaje en la pantalla: “¿Cuándo volverás? Te extraño”.
Por supuesto, su primer pensamiento fue que le estaba siendo infiel. No obstante, sinceramente, eso no explicaría su cambio completo de personalidad. Tenía que haber algo más. Tenía que enfrentarse a él.
“Christian, no me importa que sea tarde. Vamos a hablar ahora mismo”, exigió Grecia.
“Quiero irme a dormir, mujer”, respondió, mientras se frotaba la cara con frustración.
“¿Mujer? ¡Nunca me habías llamado así antes! ¿Quién eres tú? ¡No eres mi Christian! ¡No puedes serlo!”, sollozó Grecia. Él la miró intensamente y, de repente, las lágrimas corrieron por su rostro.
“Tienes razón. No soy tu marido”, susurró emocionado.
“¿Qué pasó? ¿Me estás engañando? ¿Quieres dejarme?”, preguntó ahogada en llanto.
“No. Por lo poco que sé de Christian, nunca te hubiera engañado ni te hubiera dejado”, dijo.
Grecia se detuvo en seco. “¿Qué quieres decir?”
“No puedo creer que pensé que esto funcionaría. No soy Christian. Lo notaste casi de inmediato…”. Hizo una pausa antes de revelar todo. “Mi nombre es Benjamín. Soy el hermano gemelo de Christian”.
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Grecia se sorprendió. Christian nunca había dicho nada sobre tener un hermano gemelo. Según le contó, había perdido la mayoría de los recuerdos de su infancia.
Benjamín le explicó que otra familia lo adoptó a la edad de cinco años. Christian se quedó en el orfanato hasta que los Burton se lo llevaron cuando tenía siete. Él si recordaba vagamente a su hermano y se le acercó meses atrás.
“El viaje a la capital nunca fue de negocios. Acordamos encontrarnos allí”, agregó Benjamín.
“¿Pero dónde está mi marido?”, preguntó en voz alta.
“Creo que lo sabes. El accidente fue más complicado de lo que te dijo por teléfono. Estaba en el asiento del pasajero del vehículo cuando un camión nos impactó. Yo salí con algunos rasguños; Christian se llevó la peor parte”, explicó Benjamín.
“¡No!”, exclamó con incredulidad.
“Se despertó después de la cirugía, te llamó y luego me pidió que te cuidara si pasaba algo. Le dije que iba a estar bien. Esa noche tuvo una hemorragia cerebral y no lo logró”, continuó. “No podía pensar en una mejor manera de estar ahí para ti”.
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“Entonces, ¿viniste aquí para reemplazarlo? ¡Eso es una locura! ¿Quién hace algo así?”, le gritó Grecia.
“Pensé que podría ayudarte durante el parto y estaría allí. Mis padres adoptivos también fallecieron hace mucho tiempo. Creí que podría ser parte de tu familia de esta manera. Pero bueno, no pude hacerlo por mucho tiempo. Soy un idiota. Lo siento mucho”, se disculpó Benjamín.
Desafortunadamente, Grecia tuvo que llamar a los Burton y explicarles todo. Benjamín trajo todo el papeleo sobre la muerte de su hermano y la urna con sus cenizas. Los padres de Christian estaban inconsolables, aunque el incidente los unió como familia.
Benjamín encontró un lugar cercano y pudo mudarse. Le preguntó a Grecia si todavía podía formar parte de la vida de Robin; ella se sentía confundida.
“Apenas le has prestado atención a Robin desde que nació. Supuse que lo odiabas”, vaciló Grecia. “Además, ¿qué pasa con la persona que te envió el mensaje?”
“Es solo una vieja novia. No quiero tener nada que ver con ella. Sobre Robin… lo amé desde el momento en que lo vi. Pero me invadía la culpa por lo que le estaba haciendo a la familia. Por eso preferí ignorarlo”, confesó.
Grecia estuvo de acuerdo después de ver lo arrepentido que estaba Benjamín. Al final, quería una familia de nuevo, luego de una pérdida tan grande. Con el paso de los años, supo que había tomado la decisión correcta porque Robin creció con el mejor tío.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Confía en tus instintos y habla. Grecia supo desde el principio que Benjamín no era su marido, y aun así no dijo nada durante meses.
- Nunca permitas que una mentira tan grande vaya demasiado lejos. Benjamín hizo lo correcto al confesar su engaño; la familia no lo habría perdonado si hubiera permitido que esa mentira continuara.
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