Mujer de 81 años no duerme en días cosiendo manta para ciego que es igual a su difunto hijo - Historia del día
Una anciana no duerme durante días cosiendo una manta para un ciego indigente. Las cosas toman un giro inesperado cuando ella se acerca a él y descubre que es idéntico a su difunto hijo.
La vida de la Sra. Hidalgo nunca había sido fácil. Su esposo Carlos murió de cáncer unos años después de su matrimonio, y su hijo Lucas murió en un accidente automovilístico 25 años atrás, dejándola sola.
Después del funeral de Lucas, nadie volvió a ver a la Sra. Hidalgo. La mujer había dejado la ciudad y se había mudado al campo, esperando evitar los sentimientos de melancolía que le producía el lugar que le había arrebatado a su hijo y esposo.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images
Desafortunadamente, el campo no le ofreció una vida mejor. Era más pacífico que la ciudad, pero todo lo que tenía era una pequeña granja que producía lo mínimo y apenas le daba para comer.
A medida que se acercaba el invierno, la producción se redujo drásticamente y con dificultad lograba llegar a fin de mes. Un día, regresaba a casa después de una reunión con un vendedor local cuando notó a un vagabundo que temblaba de frío y pedía limosna.
“Por favor, ayúdenme a llegar a casa. Estoy ciego y he perdido la memoria”, decía el cartel junto a él.
La Sra. Hidalgo notó que varias personas pasaban a su lado, pero nadie se molestó en ayudarlo. Revisó su billetera en busca de dinero y descubrió que todo lo que tenía eran unos centavos que no le serían de mucha ayuda al hombre, dado su terrible estado y la ropa rasgada que apenas cubría su piel y no lo protegía del frío.
Entonces esa noche, en casa, decidió coserle una manta que lo mantendría abrigado en el clima invernal. En otro tiempo, el trabajo lo habría hecho en unos días, sin embargo, a los 81 años, sus ojos no respondían igual.
Así que la mujer no durmió durante casi una semana, cosiendo la manta poco a poco después de regresar de la granja, para poder dársela al hombre antes de que el clima empeorara y la nieve envolviera toda la zona.
Sin embargo, cuando regresó a la calle donde lo había visto por primera vez con la manta y algunas frutas, no estaba por ningún lado. Preguntó a las tiendas de la zona por él y registró los callejones cercanos, pero todo fue en vano.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash
El hombre no apareció durante varios días y la Sra. Hidalgo estaba perdiendo la esperanza de volver a verlo. Una noche, mientras caminaba por el mercado, lo vio sentado afuera de una tienda. Corrió hacia él, con la manta que había estado cargando todo el tiempo.
“Hola”, dijo ella temblando. “Por favor acepta esto. Te mantendrá caliente”, dijo, mientras le ofrecía la manta.
El hombre alzó el rostro, extendió las manos y la señora Hidalgo le entregó la manta con delicadeza. “¿No puedes ver nada en absoluto, querido?”, preguntó, sintiendo pena por él.
“Sí, estoy completamente ciego”, dijo débilmente, quitándose las gafas y dejando al descubierto sus ojos, que estaban completamente nublados por las cataratas.
“¡Ay Dios mío!”, exclamó la anciana, mientras tapaba su boca con la mano. Sin los lentes, el hombre se parecía mucho a su difunto hijo.
“¡Esto no puede ser posible! ¡Quizás mis ojos me estén fallando!”. Pero su corazón seguía diciéndole que había más en su encuentro con el vagabundo que solo una coincidencia.
“Debo llevarlo al hospital. Si mis ojos no me engañan, este hombre sin duda es pariente de mi hijo, y quiero saber cómo”, pensó y de inmediato llamó a una ambulancia.
“Te voy a llevar al hospital. Solo te harán un chequeo de rutina porque estoy preocupada por tu salud”, le mintió. No porque quisiera, sino porque sabía que él no le creería si dijera que se parecía a su hijo, y además no estaba segura. El hombre asintió con la cabeza, sin emitir otra palabra.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash
Cuando llegaron al hospital, la Sra. Hidalgo le explicó todo al médico, incluso el parecido con su difunto hijo. El médico se quedó perplejo e incrédulo. Ella prometió regresar al día siguiente con la foto de Lucas, esperando convencerlo.
Cuando regresó con la fotografía al día siguiente, el Dr. Sierra quedó sorprendido: “¡Qué extraño! Dado que afirma no haber dado a luz a gemelos, resulta difícil de explicar. Sin embargo, este paciente ha perdido la memoria como resultado de un trauma. Podemos ayudarlo a recuperarla, y si tenemos éxito quizás averigüemos qué sucedió”.
“¿No hay otra forma, doctor?”.
“Bueno, podemos realizar una prueba de ADN, pero necesitaríamos el permiso del paciente. Dada su condición, no creo que sea correcto hablarle sobre su pasado en este momento”.
Lee también: Hombre rico conoce a conserje pobre que tiene su misma marca de nacimiento - Historia del día
“¿Cuánto tiempo durará el tratamiento?”.
“No estamos seguros; aun así, esperar es la mejor opción”.
Pasaron los meses y la Sra. Hidalgo visitaba al extraño todos los días, lo cuidaba y, a veces, le hablaba de su difunto hijo. Sin embargo, nada parecía funcionar. Vendió una parte de su granja para pagar las facturas del hospital y de a poco se iban agotando sus ahorros.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
“Si el tratamiento no funciona, ¡nunca sabré por qué se parece tanto a mi hijo!”. Estaba a punto de salir de su casa para ir al hospital cuando el Dr. Sierra la llamó.
“¡Señora Hidalgo!”, dijo en tono alegre. “El paciente... Su nombre es Benjamín Rojas. ¡Recuperó la memoria y tiene mucho que contarle!”.
“¿De verdad, doctor?”. La Sra. Hidalgo estaba encantada. “¡Iré enseguida!” La mujer corrió al hospital para encontrarse con Benjamín. Y cuando le narró su historia, ella no pudo contener las lágrimas.
Resulta que había descubierto que era adoptado cuando tenía 18 años. Sus padres adoptivos, que siempre lo adoraron, le dijeron que su madre biológica había estado inconsciente durante el nacimiento de sus mellizos y que nadie esperaba que sobreviviera. Entonces su padre lo llevó a un orfanato porque había nacido ciego, y se quedó con el otro gemelo.
“No sé cómo decirte esto, ¡esa mujer eres tú!”, le dijo, tomando las manos de la Sra. Hidalgo entre las suyas. “¡ERES MI MADRE! Gracias a uno de mis amigos, que movió algunos hilos en el orfanato, supe de ti. ¡Nunca podré olvidar lo feliz que fui ese día!”.
“Sin embargo, te mudaste al campo, por lo que me tomó un tiempo localizarte. Y tristemente, el día que venía a encontrarte, tuve un accidente, y después de eso, no recordaba nada”.
“No puedo creer que Carlos me hiciera algo así. Nunca me dijo que había tenido gemelos. Jamás hubiera permitido que te abandonáramos”. La Sra. Hidalgo rompió a llorar y abrazó a su hijo.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Más tarde, cuando el hombre se recuperó, regresó a Nueva York para hacerse cargo de su negocio. La Sra. Hidalgo se mudó con él y vivieron felices juntos.
En un giro inesperado de los acontecimientos, se reveló que el accidente que había sufrido no fue un hecho aleatorio, sino que fue planeado por su compañero. Su socio comercial fue detenido por la policía y actualmente cumple una sentencia impuesta por el tribunal.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Algunos eventos accidentales son maravillosos. La Sra. Hidalgo conoció a Benjamín accidentalmente mientras se dirigía a casa, y eso les permitió descubrir la historia que tenían en común.
- A veces, nuestros instintos son correctos. Cuando la Sra. Hidalgo vio a Benjamín, su corazón seguía diciéndole que tenían una conexión y tenía razón.
Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.
Te puede interesar: Mujer rica nota que hija de 10 años va a edificio abandonado cada día después de la escuela - Historia del día
Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.