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Una pareja de ancianos caminando por el parque | Fuente: Shutterstock
Una pareja de ancianos caminando por el parque | Fuente: Shutterstock

Hombre esconde regalo para su esposa en una pintura: ella lo descubre después de que él muere - Historia del día

Georgimar Coronil
23 dic 2021
22:45

Un hombre moribundo le dice a su esposa que le ha dejado un regalo especial en un cuadro que le había regalado y la lleva a un descubrimiento inesperado.

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Amanda y Sergio Ferreira llevaban 50 años casados, y ella pensaba que sabía todo sobre el hombre que al que consideraba su alma gemela.

Amanda se enamoró de Sergio a primera vista. Apenas tres meses después de su primer encuentro, intercambiaron sus votos y ella nunca se arrepintió de su decisión. Solo en su lecho de muerte se dio cuenta de que su marido era un misterio.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

La pareja tuvo tres hijos y varios nietos. Habían formado una hermosa familia. De repente, una terrible noticia llegó a sus vidas: Sergio tenía un tumor inoperable.

Lo único que podían hacer era intentar algunos tratamientos experimentales y rezar. Durante los dos años siguientes, Sergio y Amanda lucharon contra el terrible enemigo que estaba destruyendo la salud del hombre, pero fue en vano.

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Finalmente, los médicos les dijeron que el final estaba cerca y le aconsejaron que pusiera en orden sus asuntos y se despidiera. Amanda llamó a sus hijos, que vinieron a ver a su padre, y Sergio les dedicó unas tiernas palabras finales.

Luego pidió ver a Amanda a solas. Amor susurró. "¿Recuerdas el cuadro que te regalé del Estrecho de Puget?".

Amanda sonrió entre lágrimas. "¿La que pintaste de esa pequeña posada donde pasamos la luna de miel?", preguntó.

Sergio sonrió. "Sí... Ese. Bueno, cuando me vaya quiero que mires detrás del marco... Prométeme que lo harás...".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pixabay

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"Oh, cariño", dijo Amanda suavemente. "Haré lo que quieras".

Sergio se puso muy agitado. "Por favor, hay tanto que no sabes de mí, escondí cosas y ahora es demasiado tarde..." Amanda consoló a Sergio lo mejor que pudo, y poco después murió en sus brazos.

Durante los días siguientes, Amanda estuvo completamente inmersa en la complicada tarea de velar a su querido esposo, consolar a su familia y llorar por él.

No volvió a pensar en el cuadro durante meses. De hecho, solo se acordó de su promesa cuando estaba limpiando su casa. Había decidido mudarse a Miami para estar más cerca de su hija menor, Erika.

Erika había dado a luz recientemente a gemelos y Amanda sentía que necesitaba toda la ayuda posible. Así que vendió su casa y esperaba poder comprar una modesta vivienda cerca de Erika.

Sus dos hijos mayores estaban instalados en California y sus propios hijos eran casi mayores. En Miami, Amanda sería necesaria y útil. Así que empezó a guardar 50 años de recuerdos y entre ellos estaba el cuadro del Estrecho de Puget.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Amanda lo miró y recordó la extraña petición de Sergio: "Mira detrás del marco". Le dio la vuelta al cuadro y no vio nada más que el papel marrón.

"Mi pobre Sergio...", murmuró. "Estaba soñando..." Pero al dejar el marco, una esquina del papel marrón se rompió y Amanda vio algo debajo.

Con manos temblorosas, quitó el papel dejando al descubierto la parte trasera del cuadro. Pegado al lienzo había un sobre grueso. Amanda lo abrió y encontró una tarjeta con la dirección de un banco, el número de una caja de depósitos y una llave pegada con cinta adhesiva.

"¿Qué demonios es esto?", pensó. Entonces vio que en el sobre había una carta dirigida a ella.

"Mi queridísima Amanda", había escrito Sergio. "Acabamos de volver del médico y nos ha dado la terrible noticia. Creo que es hora de que te cuente algo sobre mí, que confieso, he ocultado.

"Cuando era joven, mucho antes de conocerte, estuve casado. Ella era una mentirosa y una cazafortunas y la única razón por la que se casó conmigo fue porque esperaba que yo heredara mucho dinero.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pixabay

"Me divorcié de ella, pero desde entonces me encontré dudando de los motivos de la gente. Me avergüenza admitir que dudé de los tuyos, así que cuando recibí la herencia, te lo oculté.

"Amor mío, no sabes cuánto lo lamento, sobre todo cuando pienso en todo lo que podríamos haber disfrutado juntos. Perdóname, comparte el dinero con nuestros hijos".

Amanda se dirigió al banco y pidió ver la caja de depósitos que, según le dijo el director, no se había abierto en 50 años. Cuando la abrió, quedó sorprendida al ver que estaba llena de billetes de dólar.

El director del banco ayudó a Amanda a contar el dinero, que ascendía a más de 3.000.000 de dólares. Con el dinero, ayudó a sus hijos y creó una fundación en nombre de Sergio para ayudar a encontrar una cura para su enfermedad.

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Le entristeció que Sergio se sintiera tan dolido por no haber confiado en ella lo suficiente en vida como para compartir su secreto con ella, y se comprometió a honrar su memoria para siempre.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La confianza es la base de toda relación: Sergio sabía que Amanda le quería, pero se sentía inseguro y temía que ella solo le quisiera por su dinero.
  • Comparte tu corazón y sé sincero con tus seres queridos: No dejes nada sin decir, mañana puede ser demasiado tarde.

Comparte esta historia con tus amigos. Puede que les alegre el día y les inspire.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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