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Una casa antigua | Foto: Shutterstock
Una casa antigua | Foto: Shutterstock

Actriz jubilada no dejó que nadie viera su casa por 20 años: un día una niña se asoma - Historia del día

Mayra Pérez
21 ene 2022
01:40

Una niña descubre que una anciana solitaria que vive al lado es en realidad una estrella infantil de los años cincuenta. Se convierte en su amiga y cambia su vida solitaria.

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Maya Ruiz se fijó en su vecina por primera vez cuando tenía siete años. Había algo en la linda anciana de al lado que a ella le resultaba muy familiar. Había visto su cara antes, pero ¿dónde?

Le preguntó a su mamá, y ella le dijo que su vecina era lo que la gente llama una “ermitaña”, alguien a quien no le gusta hablar con otras personas.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

“¡Eso debe ser muy solitario!”, dijo Maya con tristeza. “Me pregunto si ella nunca quiere a alguien con quien hablar”.

A pesar de que su madre le decía que se mantuviera alejada de la vecina, no pudo evitar estar pendiente de ella. La anciana iba al mercado al menos una vez a la semana y Maya se aseguraba de estar afuera jugando en el jardín cuando llegaba a casa.

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“¡Hola!”, saludaba Maya. “¿Cómo estás?”.

La primera vez la anciana se detuvo y la miró fijamente “¿Estás hablando conmigo?”, preguntó con voz carrasposa.

“¡Sí!”, dijo Maya felizmente. “¡Quería saludarte e invitarte a tomar el té!”.

“Yo no bebo té”, dijo la anciana con rudeza. “Y no hablo con extraños”.

“Eso solo aplica para los que son niños”, dijo Maya razonablemente. “En este caso yo soy la niña, así que está bien que me hables”.

“¡Bueno, pues NO QUIERO!”, gritó la anciana y entró en su casa y cerró la puerta detrás de ella. Pero, por supuesto, su rechazo solamente hizo que Maya estuviera más decidida a ser su amiga y descubrir por qué la anciana estaba apartándose del mundo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Maya comenzó a observar a la anciana aún más de cerca, y un día incluso se acercó sigilosamente a su porche y se asomó por la ventana.

¡No podía creerlo! ¡La casa de la anciana estaba llena de cosas extrañas y maravillosas!

Maya intentaba ver mejor a través del cristal polvoriento cuando sintió que algo le tocaba el hombro. Ella gritó y se cayó. Abrió los ojos y vio a la anciana mirándola.

“¿Qué estás haciendo, pequeña impertinente?”, le preguntó la anciana, y Maya comenzó a llorar; grandes lágrimas corrían por sus mejillas. Algo cambió en el rostro de la anciana. “¡Ay no!”, dijo ella. “¡Por favor, por favor no llores! Solo quería asustarte…”

La anciana levantó a Maya y le dio un gran abrazo. “¡Lo siento mucho! ¡Estoy hecha una vieja cascarrabias y me he vuelto desagradable! ¡Por favor, perdóname!”.

Maya estaba superando su miedo y susurró: “¿Por qué eres así? ¡Solo quiero que seamos amigas!”.

La anciana suspiró. “Supongo que siento que si me preocupo por la gente, si tengo amigos, saldré herida…”

Maya negó con la cabeza. “¡No te haré daño!”, prometió.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

“Lo sé”, dijo la anciana. “Es más, ¿por qué no entras y tomas un poco de pastel y té?”. Y así Maya entró en esa casa misteriosa que nadie había visto en más de veinte años.

¡No podía creer lo que veía! A su alrededor había grandes carteles de películas con fotos de una linda niña de la edad de Maya. “Florecita Opazo en ‘La pequeña princesa’”, se leía, o “Florecita Opazo en ‘La niña del circo’”.

Había vitrinas con fotos de estrellas de cine y hermosos disfraces, ¡todos exactamente del tamaño de Maya! “¡Caramba!”, exclamó la niña. “¡Estos son IMPRESIONANTES! ¡Todos deberían verlos!”.

“Oh”, dijo la anciana agitando la mano. “¡A nadie parece interesarle!”.

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“¡Claro que si!”, dijo Maya. “¡Hay un gran club de fans de Florecita Opazo en línea, y reposiciones! ¡Los niños incluso se disfrazan de ella para Halloween!”.

La boca de la anciana se abrió. “¿Lo hacen? ¿En serio? No puedo creerlo…”. Y luego sonrió e inmediatamente Maya la reconoció.

“¡Eres tú! ¡Eres Florecita Opazo, la estrella infantil de teatro y cine!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Lo era”, dijo la anciana con tristeza. “Ahora solo soy Gail Opazo, una vieja olvidada y muy solitaria”.

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“¿Nunca te casaste?”, preguntó Maya. “¿No tuviste bebés?”.

“Lo hice”, dijo Gail. “Pero mi esposo murió y luego mi hija se enfermó y también murió. Ser una estrella y tener dinero no me ayudó entonces”.

“Pero no tienes que estar sola, ¿sabes?”, dijo Maya. “¡Puedo ser tu amiga, y apuesto a que muchos niños también estarían encantados de ver todas tus cosas maravillosas!”.

Gail sonrió y volvió a parecerse a Florecita. “¿Tú crees? No sé... ¡Todo esto es un desastre y está tan polvoriento!”.

“¡Mi mamá nos ayudará!”, dijo Maya con entusiasmo. “¡Imagínate, podrías tener tu propio museo!”.

Al día siguiente, Gail, Maya y su mamá comenzaron a poner su casa en orden, limpia, ordenada y libre de polvo. En poco tiempo, todos sabían que la anciana era en realidad la famosa Florecita Opazo, y los niños hacían fila alrededor de la cuadra para conocerla y ver sus increíbles recuerdos.

La cadena de televisión local se enteró y visitaron su casa y la entrevistaron. Al preguntarle qué era lo más preciado que tenía en la casa, se sorprendieron mucho cuando nombró a Maya.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Puso su brazo alrededor de su amiguita y dijo: “Ella es Maya, ella es mi tesoro y me enseñó a valorar el amor y la amistad nuevamente”.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La vida a veces puede traer pruebas difíciles y amargas decepciones, pero nunca debemos renunciar al amor. Gail se había encerrado para evadir el dolor, pero terminó abriendo su corazón nuevamente a una dulce niña.
  • El dinero y la fama pueden ser agradables, pero las cosas más preciosas que tenemos son el amor y la amistad. Gail descubrió que el dinero y la fama no la protegieron de la tragedia, pero el amor si cura todas las heridas.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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