Chofer de bus escolar deja a niño en zona equivocada: él llama a mamá y le dice: "Estoy en un cuarto oscuro y sucio" - Historia del día
Cuando el padre de Kelvin no pudo recogerlo de la escuela, le pidió que tomara el autobús escolar. Sin embargo, las cosas dieron un giro inesperado cuando el conductor del autobús lo dejó en el lugar equivocado.
Kelvin no estaba acostumbrado a viajar en el autobús escolar, pero tuvo que tomarlo un día en que sus padres no pudieron buscarlo en el colegio. Su maestra le dio instrucciones precisas sobre qué hacer antes de abordarlo.
“El conductor del autobús va a decir el nombre de las paradas de autobús. Tienes que estar alerta y esperar a que nombre la tuya. ¿Entendiste?”, le dijo la Sra. Peraza antes de abordar el autobús.
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Kelvin confiaba en que podría lograrlo, ya que se veía a sí mismo como un niño independiente.
“Si, señora Peraza, lo entendí bien. Estaré alerta y cuando nombre la parada ‘Los jardines’, me bajaré”, dijo Kelvin, dándole un abrazo a su maestra antes de abordar el autobús.
“Buen chico”, dijo la docente, antes de que el conductor del autobús cerrara la puerta.
Kelvin sabía que su casa estaba un poco más lejos que la del resto de los niños, así que se distrajo leyendo un libro. Si bien sabía el nombre de su vecindario, no sabía cómo se veía la parada, ya que nunca antes había viajado en el autobús escolar.
Después de un par de paradas, el conductor del autobús de repente gritó “Los jardines”. Kelvin miró a su alrededor y se dio cuenta de que nadie más descendería con él. Dio las gracias al conductor, se bajó y se encontró solo en la parada del autobús.
“¿Papá? ¿Mamá?”, gritó Kelvin. No tenía celular, así que decidió sentarse, pensando que sus padres llegarían un poco tarde. Después de treinta minutos, ninguno de los dos había aparecido. Estaba oscureciendo y hacía frío.
Kelvin comenzó a sentirse asustado y decidió caminar por el vecindario con la esperanza de encontrar su casa. Lamentablemente, terminó perdido.
En ese momento, una figura oscura apareció frente a él. Empezó a llorar aún más, temeroso de que lo llevaran a algún lugar aterrador.
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Mientras tanto, sus padres esperaban en la parada de autobús en el pueblo cercano. El chofer se dio cuenta de su error y admitió ante la preocupada pareja que su hijo se había bajado en una zona diferente.
Los padres de Kelvin fueron inmediatamente a donde se había bajado su hijo. Desafortunadamente, el niño ya no estaba en esa parada; un recorrido por los alrededores tampoco fue exitoso.
De repente, recibieron una llamada de un número desconocido. “¿Mamá?”, dijo Kelvin.
“¿Corazón, dónde estás? Papá y yo te hemos estado buscando”, dijo Marissa con voz temblorosa.
“Estoy con Francisco. Estoy en una habitación oscura y sucia, pero…”. Entonces se cortó la conexión.
Pensando que alguien había secuestrado a su hijo, decidieron llamar a la policía. Rastrearon la señal y fueron a la dirección desde donde se había realizado la llamada.
Los padres encontraron a Kelvin en el refugio de un vagabundo. Apenas llegaron, comenzaron a amenazar al hombre llamado Francisco. Pero cuando Tadeo hizo un gesto para golpear al hombre, Kelvin se puso de pie.
“Papá, mamá, ¿por qué se enojan con él? ¡Deberían darle las gracias! Si no fuera por él, estaría afuera congelándome de frío o, peor aún, alguien podría haberme llevado”, dijo.
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“Usando su escaso dinero, me compró un sándwich. Incluso me dio su manta. Cuando se enteró de que me sabía el número de su celular, intentó comunicarse con ustedes, pero la señal en este lugar es demasiado inestable”.
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Al darse cuenta de que habían juzgado todo con prisa, Marissa y Tadeo se disculparon. Con humildad, Francisco les dijo que todo estaba bien.
Marissa se sintió mal por haber juzgado mal a Francisco debido a su apariencia. Se sentía tan culpable de haber perdido a su hijo que buscaba a quién culpar. Ella prometió hacer algo bueno por el buen samaritano, y eso es exactamente lo que hizo.
Esa noche, invitaron a Francisco a una comida deliciosa en un restaurante local. Él estaba encantado. “Gracias por esta deliciosa comida. Realmente no tenían que hacer nada por mí, me alegró haber podido ayudar a Kelvin”, sonrió.
“Algo podría haberle pasado a nuestro hijo si no hubieras estado allí para salvarlo. Esto es lo menos que podemos hacer”, dijo Tadeo mientras le servía otra taza de té a Francisco.
Marissa y Tadeo estaban tan agradecidos por lo que Francisco había hecho que no querían detenerse solo en invitarlo a cenar. Querían asegurarse de que tuviera una mejor calidad de vida.
Como Tadeo trabajaba para una gran empresa farmacéutica, le consiguió un trabajo en una de las sucursales. La pareja también se aseguró de que tuviera ropa abrigada y comida mientras se adaptaba a la vida como empleado.
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La vida de Francisco cambió para mejor y pudo alquilar un apartamento pequeño para vivir cómodamente. También se destacó en su trabajo como guardia de seguridad y disfrutó poder interactuar con diversas personas.
Francisco nunca pensó que un simple acto de bondad cambiaría su vida para mejor. Tenía un trabajo estable, un hogar cómodo y un buen grupo de amigos, y todo porque decidió ayudar a Kelvin ese día.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Ser amable no cuesta nada y puede traer beneficios inesperados. Francisco simplemente quería ayudar a Kelvin el día que lo encontró perdido en la calle, pero nunca esperó que su familia le agradeciera cambiando su vida para mejor.
- No juzgues un libro por su portada. Tadeo y Marissa creyeron que Francisco había querido lastimar a Kelvin solo porque era un vagabundo, cuando en realidad lo había protegido de otros peligros potenciales.
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