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Mujer ignora las cartas del hombre que dejó 53 años atrás: lo visita una vez y encuentra casa en ruinas - Historia del día

Una mujer rechaza la invitación de su examante para encontrarse con él 53 años después de que se separaron. Pero cuando se encuentra con algunas de sus viejas cartas, reconsidera su decisión y lo visita, solo para encontrar su casa en ruinas.

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Beatriz Vera, de 76 años, siempre había sido una mujer alegre y vibrante. Pero tres años después de perder a su media naranja, Eduardo, quedó reducida a un alma desamparada y abatida.

Ella y su esposo habían estado felizmente casados ​​durante 45 años, tenían dos hermosas hijas y una hermosa casa en un maravilloso vecindario.

Una casa en ruinas. | Foto: Shutterstock

Una casa en ruinas. | Foto: Shutterstock

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Pero cuando él falleció la alegre mujer quedó sola y desconsolada. Las hijas de Beatriz, Estefanía y Casandra, estaban casadas y se establecieron en el extranjero.

La única compañía de su madre en sus últimos años fueron los álbumes de fotos y los recuerdos de ellas cuando eran pequeñas. Como resultado, hurgaba en su almacén todas las noches para encontrar todos los álbumes antiguos y se sentaba durante horas a mirarlos.

Una noche, estaba buscando una de sus colecciones de fotos familiares cuando encontró una pila de sobres enterrados en un rincón debajo de una caja vieja. Los sacudió para verlos mejor cuando uno de los sobres cayó al suelo, revelando una carta.

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Llevó todo a la sala y se puso los lentes para leerlas, pero tan pronto como abrió la primera, su corazón comenzó a acelerarse.

“Hola Beatriz,

Es Tomás. Lo siento mucho. Mira, entiendo que estés molesta conmigo, pero dame la oportunidad de explicarme. Lo que viste no era cierto, créeme. Solo te he amado a ti, y no miraré a nadie de la misma manera.

Encuéntrame hoy en el Café de La Rosa a las 5:00 p.m. Estoy en tu ciudad natal. Te lo explicaré todo. Prometo.

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Con amor, Tomás”.

Nadie podría haber predicho que la feliz y siempre sonriente Beatriz también tendría un lado triste, pero era así...

Una mujer mayor sentada en un sofá con una copa en la mano leyendo una carta. | Foto: Pexels

Una mujer mayor sentada en un sofá con una copa en la mano leyendo una carta. | Foto: Pexels

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Cuando tenía 23 años, estaba locamente enamorada de Tomás Estrada, un hombre joven y atractivo. Se conocieron en la universidad y se enamoraron, y él incluso le había propuesto matrimonio.

Ella había dicho que sí sin dudarlo y su boda ya estaba planeada. Pero entonces algo sucedió una noche que lo cambió todo...

Beatriz estaba con sus amigos en un restaurante cuando vio a Tomás. Inicialmente asumió que había identificado erróneamente al hombre, pero supo que era él cuando lo miró de nuevo.

Estaba a punto de acercarse a él y darle un abrazo en la espalda cuando una hermosa morena corrió hacia él y lo besó en la mejilla. Luego se tomaron de las manos y caminaron juntos hacia una mesa.

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Beatriz estaba sorprendida. “¿En serio, Tomás? ¡Me estás engañando!”. Ella sollozó mientras salía del restaurante ese día, jurando no volver a verlo nunca más.

Sin embargo, le dejó una carta de despedida al hombre en la que le decía que regresaba a su ciudad natal y que todo había terminado entre ellos.

Tomás le escribió numerosas cartas después de recibir su misiva final, rogándole que le diera la oportunidad de explicarse, pero ella no se molestó en leer ninguna de ellas.

Más tarde, se casó con Eduardo después de enamorarse de él. Incluso había olvidado que tenía las cartas de Tomás hasta que un día apareció un cartero en su puerta. “Tiene una carta, señora. ¡Muy elegante! ¡Nadie envía cartas en estos días!”.

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Una carta y un sobre azul. | Foto: Pexels

Una carta y un sobre azul. | Foto: Pexels

Beatriz se preguntó quién le enviaría una carta, pues sus padres habían muerto hacía mucho tiempo y su esposo era huérfano y no tenía parientes vivos. Había abierto la carta por curiosidad, solo para descubrir que estaba escrita por Tomás.

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“Querida Beatriz,

Ha pasado mucho tiempo. Me tomó mucho tiempo encontrarte, pero lo hice. No fui a verte personalmente porque no quiero causar problemas en tu matrimonio. Pero solo quiero verte aunque sea una vez.

No has respondido a ninguna de mis cartas en todos estos años, pero por favor dame una oportunidad para explicarme. Encontrarás mi dirección dentro del sobre. Por favor, Beatriz, encuéntrame. Espero que no rechaces mi pedido esta vez.

Con amor,

Tomás Estrada”.

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Esa carta le llegó alrededor de un año después de la muerte de Eduardo, y Beatriz todavía estaba de duelo, así que la arrojó en el almacén, al igual que las otras que él había enviado más tarde, sin pensar en leerlas nunca.

Sin embargo, mientras volvía a leer una de sus cartas la noche en que buscaba los álbumes de fotografías, sintió algo. Sentía un anhelo de estar con alguien o ser amada, y pasó a la siguiente misiva.

Muchos sobres con cartas. | Foto: Pexels

Muchos sobres con cartas. | Foto: Pexels

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“Querida Beatriz,

Esta es la última carta que te escribiré. Te escribí muchas veces y tenía muchas ganas de verte, pero supongo que no sucederá. Así que te escribo esta carta para explicarte por qué te decía que no te engañé.

Uno de mis amigos me había pedido que actuara como el novio de su hermana ese día para que los chicos que la estaban acechando no la molestaran. Beatriz, todo era una broma.

Quería contártelo antes, pero estabas en la casa de tus abuelos en ese momento y cuando regresaste, todo se convirtió en un malentendido.

Solo te he amado a ti con todo mi corazón, y nunca he considerado a nadie más. Todavía estoy soltero, y espero que me perdones y vuelvas a mí. Pero si no, entonces supongo que esto es un adiós.

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Con amor,

Tomás Estrada”.

Los ojos de Beatriz se llenaron de lágrimas cuando terminó de leer. Tomás nunca le había sido infiel. En verdad, había querido contarle todo, pero ella estaba demasiado enojada para pensar racionalmente.

No pudo evitar sentirse mal por el hombre que honestamente la había amado toda su vida. Rebuscó entre las cartas en un frenesí para encontrar el sobre con su dirección y decidió hacerle una visita.

Sin embargo, cuando llegó allí, todo lo que encontró fue una casa vieja y deteriorada con el techo roto y la pintura desgastada. Empezó a preguntar a los vecinos por él, pero nadie sabía nada.

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Una mujer mayor mirando a través de una ventana. | Foto: Pexels

Una mujer mayor mirando a través de una ventana. | Foto: Pexels

Abatida, casi había dejado el vecindario cuando su mirada se fijó en una frágil mujer de 95 años.

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La había estado mirando fijamente desde el momento en que había llegado allí. Sintió que había algo que sabía y quería decirle, así que decidió acercarse a ella. “Disculpe, ¿sabe algo acerca de Tomás Estrada?”, le preguntó suavemente.

La mujer mayor no pronunció palabra y le entregó una nota con el siguiente escrito: “Ve a esta dirección; él estará allí. Se fue de este lugar hace dos años y nunca regresó”, decía. Beatriz se dio cuenta de que la mujer era muda, razón por la cual no decía nada.

“¡Gracias!”, le susurró a la mujer antes de dirigirse a la dirección. Una hora más tarde, su búsqueda de Tomás la llevó a un ancianato, donde rápidamente lo vio.

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Estaba sentado inmóvil en una silla de ruedas en el patio exterior, casi como una estatua. Sus ojos que habían sido vibrantes y brillantes tenían una extraña expresión vacía, y su rostro estaba salpicado de arrugas.

Los ojos de Beatriz se llenaron de lágrimas cuando se acercó a él. “Hola, Tomás. ¿Cómo estás? ¡Soy yo, Beatriz!”.

El hombre giró lentamente su silla de ruedas para mirarla, pero no pronunció una palabra. Ella le sonrió, con los ojos llorosos, y tomó su mano entre las suyas.

“Finalmente estoy aquí, Tomás. Lamento haberte ignorado todos estos años. Por favor, perdóname”, susurró suavemente.

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De repente una voz la interrumpió. “No tiene sentido intentarlo, señora. Me temo que no la reconocerá”.

Beatriz se dio la vuelta y vio a una mujer de unos 50 años parada allí. Ella era Daniela, la cuidadora de Tomás en el hogar de ancianos. Le informó a la mujer mayor que el hombre había perdido la memoria debido a un derrame cerebral y no podía hablar.

Un hombre sentado en una silla de ruedas sobre el pasto verde. | Foto: Shutterstock

Un hombre sentado en una silla de ruedas sobre el pasto verde. | Foto: Shutterstock

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El corazón de Beatriz se hundió cuando escuchó eso. Ahora que finalmente se había encontrado con Tomás después de todos estos años, ¡él estaba en tal condición que ni siquiera la podía reconocer! Pero decidió que no se rendiría tan pronto.

Ella comenzó a visitarlo a menudo y le contaba sus historias. Le dijo cómo se conocieron, le mostró las cartas también, con la esperanza de que recordara algo.

Al principio no ayudó mucho, pero una vez, cuando ella fue a su encuentro, él lloró terriblemente después de leer una de las cartas.

Siguió sollozando, ¡y fue la primera vez que finalmente reconoció a Beatriz y la llamó por su nombre! Incluso las enfermeras estaban atónitas. ¡Fue realmente un milagro!

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La mujer mayor llevó a Tomás a su casa ese día y ahora viven felices juntos. Está agradecida de haber decidido revisar esas cartas aquella noche.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

No te apresures a sacar conclusiones. Beatriz pensó que Tomás la había engañado sin darle la oportunidad de explicarse.

Lo que tenga que ser será. Tomás y Beatriz estaban destinados a terminar juntos, y eso fue lo que sucedió al final.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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