El día de su boda, mujer recibe cientos de cartas de su difunta madre 23 años después de su muerte - Historia del día
Una novia recibió un regalo inesperado el día de su boda cuando revisó su teléfono unas horas antes de la ceremonia. Descubrió muchos correos electrónicos de su difunta madre, quien murió hace 23 años.
Eva Lozada nunca supo lo que era ser amada y cuidada hasta que conoció al amor de su vida, Kevin Jiménez, un apuesto hombre de negocios.
Él había pasado por una cafetería para comprar un capuchino cuando se ofreció a pagar el almuerzo de una mujer sin hogar.
Una pareja celebrando su boda junto a varios invitados. | Foto: Shutterstock
Cuando el hombre se acercó al mostrador para pagar la cuenta, los ojos de la mujer se encontraron con los de él. En ese momento ambos supieron que habían encontrado a su alma gemela.
Seis meses después, cuando Eva se miró en el espejo, ataviada de punta en blanco con su vestido de novia, sus ojos comenzaron a lagrimear.
Había esperado durante mucho tiempo tener una familia, alguien que la amara y la cuidara, algo que nunca había tenido de niña. Y eso finalmente estaba sucediendo.
Eva tenía solo cinco años cuando falleció su madre Amelia, por lo que tenía pocos recuerdos de ella. Pero sí recordaba cómo se había sentido durante los días que su mamá estuvo en el hospital.
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A Amelia le habían diagnosticado cáncer y había estado hospitalizada durante varios meses. Eva había llorado y suplicado ver a su madre durante esos días, pero la mujer enferma había dicho que no quería verla.
De niña, Eva siempre se preguntó por qué su madre no la había querido cerca de ella en sus últimos días. “Tal vez me odió desde el principio porque nunca me quiso. Tal vez por eso papá nunca me dijo por qué no quería verme cuando estaba enferma”, razonó.
De hecho, cuando creció y comenzó a visitar la tumba de su madre una vez al mes, se sentaba allí durante horas hablando con ella sobre por qué la había apartado de su vida.
“Hola, mamá”, decía. “Estoy aquí de nuevo. Papá no me ha hablado. Me pregunto si todavía recuerda que tiene una hija”.
Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels
“Entonces, ¿tú también estás molesta conmigo? ¿Todavía no vas a hablarme? Ciertamente estoy enojada contigo, mamá, porque me dejaste sola. Pero en algún lugar en el fondo, todavía te quiero. No sé por qué, pero...”. Y así, la conversación continuaría.
El día de su boda, mientras Eva estaba frente al espejo, recordando cuánto extrañaba a su madre, las lágrimas corrían por sus mejillas, logrando que se corriera el delineador de ojos.
Rápidamente buscó un pañuelo para arreglarlo cuando su teléfono vibró de repente, interrumpiendo sus pensamientos tristes.
Supuso que era un mensaje de Kevin porque sus padres llegarían a la ciudad esa mañana para la boda. Pero cuando revisó la notificación, su corazón comenzó a acelerarse y no podía creer lo que veía.
Su teléfono siguió vibrando y su barra de notificaciones se llenó gradualmente con cientos de correos electrónicos enviados desde la dirección de su difunta madre.
“¡Tiene que ser un sueño! ¡No es real!”, pensó, con los ojos muy abiertos por la sorpresa, mientras hacía clic en uno de los correos electrónicos para leerlo. Era una carta de su madre para ella.
“Querida Eva,
Hoy es uno de los días más importantes de tu vida. ¡Felicidades! Sé que hoy no estoy físicamente a tu lado, pero estoy aquí contigo, cariño. Siempre había querido verte caminar hacia el altar con un hermoso vestido de novia y, aunque no pude tener esa oportunidad, sé que mi hija se ve como la novia más linda del mundo hoy. Espero que el día de tu boda esté lleno de alegría y amor, y también espero que demuestres ser tan buena esposa como lo fuiste conmigo como hija. ¡Mami desea lo mejor para ti!
Con amor, mamá”.
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“¡No puede ser! Tiene que ser una broma...”, pensó Eva al principio, pero algo la obligó a mirar el siguiente correo que también contenía una carta.
“Querida Eva,
Hoy es el primer día de mi tratamiento de quimioterapia, cariño. Solo tienes cinco años, así que sé que no entenderás lo que está pasando, pero como una niña de cinco años, no quiero que veas a tu madre sufriendo. Espero que las cosas mejoren y que podamos vernos pronto. Por favor, cuídate mucho y sé una buena niña con papá. ¡Mami te ama muchísimo!”.
Los ojos de Eva se llenaron de lágrimas al leer la misiva de su madre. “¿Quién es esta persona que me envía correos electrónicos identificándose como mi mamá? ¿Cómo sabe que mamá tenía cáncer?”, se preguntó mientras buscaba el siguiente correo.
“Hola Eva,
¿Estás bien, cariño? Anoche, papá me dijo que no cenaste porque estabas decidida a verme. Cariño, debes entender que mami está enferma y no puede recibirte. No significa que esté enfadada contigo o que no te quiera. Te amo, Eva, y tendrás que prometerme que a partir de hoy nunca te saltarás las comidas, de lo contrario, no podré regresar”.
A estas alturas, a Eva no le importaba si los correos electrónicos eran falsos o reales, simplemente siguió leyendo y tocó el más reciente en la barra de notificaciones.
“Querida Eva,
Esta es mami otra vez. Lamento decírtelo, cariño, pero esta podría ser la última carta que te escriba. Desafortunadamente, el tratamiento no funcionó y mamá pronto se irá con los ángeles.
Es triste que nunca te veré caminar hacia el altar. Pero quiero que me prometas que cuidarás bien de ti y de tu papá cuando yo ya no esté. Mami quiere que te conviertas en una buena persona para que, incluso cuando yo no esté, me hagas sentir orgullosa.
Si alguna vez me extrañas, solo mira hacia el cielo y encuentra la estrella más brillante. Te estaré cuidando desde ahí. Te amo y…”.
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Eva todavía estaba leyendo el correo electrónico cuando Kevin llegó a su habitación.
“Eva, llegaron mis padres. ¿Qué estás...?”. Se detuvo cuando vio a Eva llorando sin cesar. “¿Qué pasa, nena? ¿Qué pasó?”.
“Kevin”, dijo ella con voz temblorosa. “Estos correos electrónicos... las... estas son cartas de mamá”, dijo mientras le pasaba el teléfono a su prometido.
Él leyó el correo electrónico que Eva le mostró y revisó algunos otros. “¿Estaba activa la dirección de correo electrónico de tu madre? Por lo general, la eliminan si ha pasado...”.
En ese momento Eva se percató de algo. “Kevin”, dijo ella. “¡Papá! ¿Él ya llegó?”.
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“Sí, está hablando con mis papás. ¿Qué pasó?”.
“¡Necesito verlo ahora mismo!”.
“Está bien, pero primero arregla tu maquillaje. Es casi la hora de la ceremonia”. Pero Eva no podía esperar ni un segundo más. Rápidamente usó una toallita de papel para quitarse el delineador de ojos que se había corrido por sus lágrimas.
Luego corrió al salón de bodas, donde su padre Eduardo estaba conversando con los padres de Kevin. “Papá”, dijo ella. “Fuiste tú. ¿Cierto? Tú enviaste esos correos electrónicos”.
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Eduardo le dio una cálida sonrisa. “Entonces, ¿te gustó el regalo de bodas?”.
“¡Papá! ¿Por qué no me los enviaste antes? Nunca mencionaste a mamá y...”.
“Y luego, cuando te hiciste mayor, te mudaste porque pensabas que no me importabas. Siempre estaba ocupado con el trabajo, por eso te dejé con una niñera cuando eras joven, Eva”.
“Desafortunadamente, no nos mantuvimos en contacto después de que te mudaste. Pero estaba encantado cuando me enviaste la invitación de boda, así que planeé esta pequeña sorpresa para ti”.
“¡PAPÁ! Todavía no puedo creerlo... Toda mi vida pensé...”. Eva se echó a llorar y abrazó a su padre. “Pensé que mamá me odiaba. Pensé que no me quería...”.
“Estabas muy triste mientras tu madre no estaba, y pensé que las cartas solo te pondrían más triste, así que nunca te las di... pero…”, los ojos de Eduardo se llenaron de lágrimas, “… como tenía acceso al correo electrónico de tu madre, lo seguí usando”.
“Amelia y yo lo usábamos para un trabajo no oficial, y así fue como planeé todo. No pensé que habría un mejor momento para finalmente darte esas cartas. Ella te amaba más que a nada, Eva”.
“Ella escribió todas estas cartas cuando estaba en el hospital. No quería que vieras su dolor, así que no te dejaba acercarte. Tu madre hubiera estado encantada de estar aquí hoy”.
“¡Ay, papá! ¡Extraño tanto a mamá en estos momentos!”.
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La vida de Eva nunca fue la misma después de ese momento. Ese día no solo mejoró su relación con su padre, sino que también ayudó a que su corazón sanara la herida causada por pensar que su madre la odiaba.
Tras el emotivo reencuentro de ese día, la joven dio un discurso en la boda en el que habló de cómo su padre era el mejor del mundo y cómo su madre siempre estuvo ahí para ella como la estrella más brillante que brillaría cada noche en el cielo.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nada puede compararse con el amor de una madre por su hija. Amelia no quería que Eva la viera en sus últimos días porque no quería que recordara el dolor y el sufrimiento por el que pasó.
- El amor nunca muere. Aunque hoy Amelia no está físicamente presente, Eva sabe que su madre sigue presente en su corazón.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.