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En el día de San Valentín, mujer rica rechaza a hombre pobre: ella aparece en su puerta años después - Historia del día

Mayra Pérez
02 mar 2022
18:20

El Día de San Valentín, Simón le propuso matrimonio a su amada novia; ella huyó sin dar explicaciones. Años más tarde, una indigente llegó a su puerta y él la reconoció de inmediato. Y por fin sabría la desconcertante verdad.

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Simón se levantó del sofá después de escuchar un golpe en su puerta. La abrió y vio a una mujer. Llevaba ropa hecha jirones, y lucía muy enferma. Afuera hacía un frío espantoso. ¿Qué estaba haciendo ahí en esa noche tan fría?

“¿Puedo ayudarte?”, preguntó Simón, y al intentar contestar, la mujer tuvo un intenso acceso de tos.

Fachada de una casa en una noche nevada. | Foto: Shutterstock

Fachada de una casa en una noche nevada. | Foto: Shutterstock

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“Por favor, ¿puedo usar su…?”, comenzó a decir la mujer, pero segundos después perdió el conocimiento. Simón la tomó en sus brazos y la llevó al cálido interior de su hogar. No tenía idea de qué hacer, así que llamó a emergencia y le mandaron una ambulancia.

Mientras tanto, acercó a la mujer a su chimenea y pudo apreciar mejor su rostro. Era ella. Era Fabiola. Su gran amor, la mujer con la que había querido casarse años atrás, y que había huido de manera inesperada.

Pero ella lucía muy diferente. Su cabello estaba despeinado, su ropa era vieja, y su cara se veía pálida y marchitada. Esta mujer no se parecía a aquella que había ocupado sus pensamientos los últimos años.

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Tiempo atrás, Simón había recibió una beca para estudiar en la universidad donde conoció a Fabiola. Pero a diferencia de él, ella era la hija de un hombre rico, el Sr. Lizarraga, quien era muy conocido.

Él nunca había conocido a alguien así, y eso resultaba un poco desalentador. Pero solo podía pensar en Fabiola, y pasaron meses antes de que tuviera el coraje de hablarle. Para su sorpresa, ella fue muy receptiva con él.

Tuvieron una primera cita y fue como una explosión de fuegos artificiales. Hablaron toda la noche, y Simón supo que estaba enamorado en ese momento. Pero al llegar a la residencia estudiantil, su padre los esperaba.

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El hombre miró con desprecio a Simón y arrastró a Fabiola hacia su coche, con la evidente intención de alejarla de él. El joven hizo un intento por detenerlos, pero el guardaespaldas se lo impidió.

Contra todo pronóstico, Fabiola lo había llamado al día siguiente, y así comenzaron a salir. Simón no tenía idea de que ella se lo había estado ocultando a su padre.

Una joven mujer hace una divertida mueca. | Foto: Pexels

Una joven mujer hace una divertida mueca. | Foto: Pexels

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Un año después, todavía estaban juntos, y se acercaba el Día de San Valentín. Simón había trabajado duro para ahorrar dinero y comprarle un bello anillo. Su plan era proponerle matrimonio durante la cena y ser felices para siempre. Pero eso no sucedió.

El joven se puso de rodillas y dijo las palabras mágicas: “¿Te quieres casar conmigo?”. Al principio, parecía que Fabiola estaba feliz, pero de repente, su expresión cambió. Gritó la palabra “No”, se levantó y escapó del restaurante.

Esa fue la última vez que estuvieron juntos. Su corazón estaba roto, pero esa no había sido la peor parte. Una semana más tarde, descubrió que Fabiola había sido transferida a otra universidad, y una de las amigas de ella le hizo una cruel revelación.

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“¿De verdad creíste que ella iba a casarse contigo? Solo te siguió el juego después de esa primera cita como una broma y para desafiar a su padre. Pero todo era una mentira”, admitió la amiga.

A partir de ese día, Simón juró nunca volver a enamorarse, y el día de San Valentín se convirtió en el peor momento del año para él. Todo era rojo, y el amor estaba en el aire como un doloroso recordatorio de su fracaso.

Y ahora, la única mujer que había amado estaba justo allí. ¿En realidad era ella? No tenía sentido que Fabiola estuviera en la indigencia. ¿Qué le había ocurrido?, se preguntó, pero lo olvidó todo cuando escuchó las sirenas.

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Simón subió a la ambulancia con ella. Los médicos dijeron que estaba severamente deshidratada y sufría privación de sueño, por lo que le colocaron una vía con suero y la mantuvieron en observación por el resto de la noche.

A pesar del dolor que ella le había causado, decidió quedarse a su lado. La mañana siguiente, se despertó con el sonido de la voz de Fabiola. “¿Señor? ¿Dónde estoy?”.

Una mujer descansa sobre una camilla de hospital. | Foto: Pexels

Una mujer descansa sobre una camilla de hospital. | Foto: Pexels

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“¡Fabiola! ¿Estás bien? Estás en el hospital”, dijo mirándola.

Ella frunció el ceño y entrecerró los ojos. “¿Cómo sabes mi nombre?”.

Eso le resultó doloroso. “Soy Simón. ¿Me recuerdas?”.

“Simón…” repitió ella mirando a su alrededor. De repente, sus ojos volvieron a los de él. “¿Simón? ¡Ay Dios mío! ¿Por qué estás aquí conmigo?”.

“Viniste a mi casa”, respondió suavemente.

“¿Qué? No logro recordar eso... “, dijo, pareciendo perder su enfoque.

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“Está bien. No te preocupes. Los médicos dijeron que estabas deshidratada, por lo que era mejor ingresarte por una noche. Quise acompañarte porque... bueno, te desmayaste justo en la puerta, y no eres una extraña para mí”, intentó explicarse.

“Oh, Simón”. Suspiró, y sus ojos se humedecieron. “Es tan bueno verte”.

Él la miró largamente. “¿En serio?”.

“Sí. He querido verte durante años, pero algunas cosas sucedieron en mi vida, y no sabía cómo encontrarte”, respondió Fabiola.

Una mujer mira al techo con nostalgia. | Foto: Pexels

Una mujer mira al techo con nostalgia. | Foto: Pexels

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“Supe que tu padre se había metido en problemas”, admitió Simón.

“Oh, los problemas fueron muy graves. Mi padre está en la cárcel ahora y seguirá ahí por mucho tiempo. Pero honestamente no me importa. Lo odio. Pero mi vida se descarriló seriamente cuando la policía intervino. Congelaron todas nuestras cuentas y me quedé sin nada de un momento a otro”, reveló.

“Creo que leí algo sobre eso”, expresó Simón.

“Mis supuestos amigos nunca me ayudaron. Se alejaron de inmediato, y me quedé sola. Logré graduarme, pero no tenía ninguna experiencia, jamás había tenido que trabajar. ¡Terminé en la calle!”, agregó Fabiola, con una sonrisa amarga en su rostro.

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“Lo siento mucho, Fabiola, ¿puedo preguntarte algo más? ¿Qué pasó en ese entonces, ya sabes...?”, dijo él.

“Esa fue la peor noche de mi vida. Estaba a punto de decirte “sí” cuando te pusiste de rodillas. Pero luego vi a mi padre. Él me había amenazado antes y me sentí muy asustada. Pensé que había sido cuidadosa y te iba a proponer huir después de la graduación, pero al verlo supe que todo había terminado”.

“¿Quieres decir que no saliste conmigo como una broma? Tu amiga María me dijo... “.

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“¿María?, ella fue la primera en apartarse cuando necesité su ayuda. No debiste creer nada que viniera de ella”.

Una mujer acostada en una cama de hospital, sonrie. | Foto: Pexels

Una mujer acostada en una cama de hospital, sonrie. | Foto: Pexels

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“Entonces no entiendo”, dijo, sacudiendo la cabeza con confusión.

“Quería casarme contigo, ¡Lo juro! Pero no pude. Él me había dicho que conocía a personas que podrían deshacerse de ti. No podía arriesgarme después de haberlo visto en el restaurante, y tuve que rechazarte. Luego me hizo transferir, y bueno, esperaba que podrías superar todo y que serías feliz”, dijo Fabiola y se detuvo por un segundo. “¿Eres feliz?”.

“No lo sé. Comencé mi negocio, y me ha ido bastante bien. Pero nunca he amado a nadie más. No estoy casado. No pude sacar esa noche de mi mente”, respondió Simón.

Fabiola cerró los ojos con fuerza y se disculpó por eso. No dijeron nada por unos minutos hasta que él volvió a hablar.

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“Puedo ayudarte a salir de esta situación si quieres. Tengo algunas unidades de alquiler. Puedo ubicarte en una y podrías trabajar en mi empresa”, ofreció tímidamente.

“Yo... no lo merezco. Pero no estoy en condiciones de decir que no. Entonces, sí, por favor”, respondió ella.

Simón ayudó a Fabiola lo mejor que pudo. No esperaba nada a cambio, pero pronto descubrió que nunca había dejado de amarla. La oposición de su padre los había separado, no la falta de amor.

Fabiola era brillante. Asumió su nuevo trabajo sin esfuerzo y se convirtió en una de sus mejores empleadas. Eventualmente, comenzaron a salir, y juntos encontraron la felicidad.

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Una pareja de recien casados se da un beso en el campo. | Foto: Pexels

Una pareja de recien casados se da un beso en el campo. | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

Ayudar a alguien puede cambiar tu vida. Simón ayudó generosamente a una mujer, a pesar de no saber quién era ella. Pero toda su vida cambió a partir de ese momento.

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Acepta la ayuda que se te presente. Fabiola aceptó trabajar para Simón, aunque sentía que no lo merecía. Y esa fue su mejor decisión.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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